
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Con la reciente contraofensiva por parte del ejército ucraniano de la ciudad de Sloviansk, ¿se despeja el camino para la retoma del resto del territorio? Se trata de una pregunta compleja, que refleja a su vez el panorama ucraniano que aún no se ha resuelto del todo. Esto a pesar de que en las últimas semanas, otros hechos en Medio Oriente hayan opacado la tensa situación que vive una golpeada Ucrania.
Sloviansk se había convertido en el símbolo de la debilidad del poder ucraniano, y en el bastión de la disidencia que reivindicaba una separación de Kiev, estrechando lazos con Moscú. Allí se había concretado una consulta popular para lograr la independencia, que no fue reconocida internacionalmente y que tenía por tanto, remotas posibilidades de prosperar. A pesar de eso, la región en general, se había convertido en un escenario de difícil control para el gobierno ucraniano.
El recién elegido presidente Petro Porochenko logra por ahora un respiro y consigue una victoria representativa, luego de que en el campo diplomático no hubiese logrado nada distinto a anuncios desde París y Washington para contener el apoyo de Moscú a los rebeldes ucranianos y aumentar la presión sobre Vladimir Putin para influir sobre aquellos en aras de promover el diálogo. Algo que sirve de muy poco a los intereses de Kiev.
El avance militar en Sloviansk es notable y útil, pero cabe reseñar que el conflicto no se ha resuelto del todo y la correlación de fuerzas aunque a favor del gobierno ucraniano, da para pensar que los rebeldes pro rusos podrían estar preparando un repliegue para contrarrestar el avance de las tropas regulares. Ahora, el gobierno de Porochenko prepara el ejército para recuperar el control de toda la región de Donetsk, donde se había proclamado una república independiente. Se especula acerca de un repliegue de las fuerzas independentistas porque a medida que avanzaba la ofensiva ordenada por Kiev, los rebeldes iban abandonando Sloviansk en camiones en dirección a otras ciudades, lo que hace presagiar un cambio en la estrategia disidente.
Lo que puede venir es una cruenta guerra con efectos lamentables sobre la población civil, que ha sufrido este último tiempo las consecuencias de la violencia. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, se calcula que más de 50 mil personas han huido de Donetsk hacia el interior de Ucrania, y unas 100 mil habrían buscado refugio en Rusia.
Sea cual sea el resultado de la ofensiva gubernamental, surgen preguntas acerca de la posición que adoptarán la OTAN y Rusia a medida que la violencia se profundice. Se trata de un momento en el que a ninguno de los dos le conviene una mayor desestabilización de la región, ya que los costos y consecuencias empiezan a sentirse en ambos lados. El difícil panorama refleja un frágil equilibrio que deja debilitada a la Alianza Transatlántica, que de nuevo enfrenta un fracaso que seguramente atentará contra su imagen.
Profesor U. del Rosario