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Crisis humanitaria en Afganistán: una mezcla de tensiones sociales y ambientales

El cambio climático, la violencia que se vive en el país y la huida de los afganos de sus territorios, hechos que ya se veían desde meses atrás, dadas las condiciones de inseguridad y conflicto que se viven en el país, son algunas de las problemáticas que han llevado a hablar de una crisis humanitaria en el país asiático.

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01 de septiembre de 2021 - 03:34 a. m.
Según lo reporta ACNUR, desde enero de 2021, cerca de 270.000 afganos dejaron su país a causa de la violencia y la inseguridad.
Según lo reporta ACNUR, desde enero de 2021, cerca de 270.000 afganos dejaron su país a causa de la violencia y la inseguridad.
Foto: Agencia EFE
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Antonio Guterres, secretario general de la ONU, advirtió sobre “una catástrofe humanitaria” en Afganistán. Refiriéndose a una posible crisis económica y “a la amenaza de un colapso total de los servicios básicos”, el representante de Naciones Unidas expresó sus preocupaciones en medio de la crisis que atraviesa el país asiático. A la violencia que vive Afganistán se suman tensiones sociales y climáticas.

Haciendo un llamado a los Estados miembro de la ONU a “otorgar un financiamiento oportuno, flexible y amplio”, Guterres enfatizó en la necesidad de garantizar los medios para que los trabajadores humanitarios tengan financiamiento, acceso y garantías legales para efectuar su trabajo. En este orden de ideas, el representante de la ONU solicitó que “todas las partes faciliten el acceso humanitario seguro y sin obstáculos a suministros vitales y esenciales, así como a todos los trabajadores humanitarios”, teniendo en cuenta que “casi la mitad de la población afgana (18 millones de personas) necesita ayuda humanitaria para sobrevivir”. Afirmando que “uno de cada tres afganos no sabe de dónde vendrá su próxima comida”, Guterres puntualiza que los niños menores de cinco años pueden pasar hambre el próximo año.

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Cambio climático en Afganistán

Suplementos de alimentos y salud, así como lugares para refugios, son algunas de las solicitudes que se hacen desde la ONU. “Afganistán encarna una nueva clase de crisis internacional, en la que los peligros de la guerra chocan con los del cambio climático, lo que crea un círculo vicioso que castiga a algunas de las personas más vulnerables del mundo y destruye la capacidad de sus países para hacerle frente”, se lee en el artículo Una nueva clase de crisis: la guerra y el calentamiento chocan en Afganistán, publicado en el New York Times. Así, mientras el conflicto acapara recursos y atención, los problemas del agua, la ausencia de trabajo y la falta de garantías para sembrar la tierra, ante la imposibilidad de salir de las casas a cultivar los alimentos (en una sociedad mayoritariamente agrícola), aumentan el nivel de vulnerabilidad de los afganos. El Programa Mundial de Alimentos, como se lee en el artículo, lo advirtió: “el 40% de las cosechas se han perdido, el precio del trigo ha subido un 25% y las reservas de alimentos se agotarán a finales de septiembre”.

Ante la toma del poder de los talibanes, el problema, incluso, llega a instancias mayores: ¿quién representará al país en los escenarios internacionales sobre el cambio climático? “Ahora no lo sé. No formo parte de ningún gobierno. ¿A qué gobierno debo representar?”, admitió Ahmad Samim Hoshmand, el funcionario que hace poco lideraba las acciones encaminadas a la prohibición de las sustancias que causan la reducción de la capa de ozono, al diario estadounidense. Esto, en un contexto en el que los estragos de la pandemia se juntaron con los del conflicto y los del medioambiente (en medio de una fuerte sequía), acrecentando la precariedad en las condiciones de vida de los afganos.

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Las mujeres, las minorías y los liderazgos sociales bajo el yugo de los talibanes

Una generación de mujeres alcanzó a tener la posibilidad de trabajar, estudiar e interferir en la esfera pública (a través del voto), a diferencia de aquellas que a finales del siglo XX vieron cómo el régimen talibán instauró unas lógicas represivas en su contra, violentándolas y anulándolas. Ahora, veinte años después, los temores están a flor de piel. Incluso, hay quienes piensan que serán objeto de represión por el hecho de haber tenido cierto grado de libertad. Ya un informe de la ONU lo advirtió: en Afganistán se han presentado restricciones de los derechos de las mujeres.

“Hemos recibido informes creíbles de graves violaciones del derecho internacional humanitario y de abusos de los derechos humanos, que tienen lugar en muchas zonas bajo el control efectivo de los talibanes”, aseguró la semana pasada Michelle Bachelet, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. “Ejecuciones sumarias, reclutamiento de niños soldados y represión de las protestas pacíficas y de la expresión de la disidencia”, fueron algunos de los hechos mencionados ante el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU, en Ginebra. Bachelet también hizo una advertencia frente al riesgo que corren los liderazgos sociales, así como las minorías, en territorio afgano. A su parecer, hay “graves temores” frente al riesgo que corren los periodistas, los más recientes líderes sociales y las minorías étnicas y religiosas.

Una crisis que se veía desde hace meses

Según lo reportó ACNUR a mediados de julio, desde enero de 2021, cerca de 270.000 afganos dejaron su país a causa de la violencia y la inseguridad, teniendo en cuenta que “durante el primer trimestre de este año, la cifra de víctimas mortales entre la población civil incrementó un 29% respecto a 2020, conforme a la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán”. Para finales de agosto, según las agencias de noticias que citan a la misma entidad, más de 558.000 afganos se han desplazado dentro de Afganistán, uniéndose a los 2,9 millones que se estima que ya eran desplazados internos en todo el país a finales de 2020. Hace dos meses la entidad internacional lo advirtió: “De no alcanzarse un acuerdo de paz que ponga fin al actual conflicto en Afganistán, se producirán más desplazamientos forzados en el país, así como en los Estados colindantes y más allá”.

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Con la llegada de los talibanes al poder, además de la espiral de violencia que se ha visto en las últimas semanas con los atentados cerca al aeropuerto de Kabul, miles de afganos salieron de su tierra. Según se lee en El País, de España, y con la intención de “evitar que se repitan los movimientos migratorios ilegales incontrolados a gran escala”, los Estados miembro de la Unión Europea llegaron a un acuerdo con el que buscan evitar “los incentivos a la migración ilegal y reforzar el apoyo a los países vecinos de Afganistán para garantizar que quienes lo necesiten reciban una protección adecuada principalmente en la región”.

Aunque no se establecieron cuotas de reasentamiento de refugiados ni cifras relacionadas con la ayuda humanitaria, en el diario español se lee que el “reasentamiento se hará desde una base voluntaria, priorizando a las personas vulnerables, como las mujeres y los niños”, además de tener en cuenta que, según dijo la comisaria europea Ylva Johansson, se busca trabajar en la región y no esperar “hasta que [los migrantes] vengan a las fronteras. La mejor forma de prevenir una crisis migratoria, es prevenir una crisis humanitaria”.

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