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La realidad de las niñas en el mundo está llena de desigualdades y brechas que aumentan con el pasar de los años y que ahora, en épocas de pandemia, podrían empeorar. El informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas publicado hoy reitera el mensaje y hace énfasis en las prácticas que “les provocan daños físicos y emocionales y que se llevan a cabo con el conocimiento y consentimiento pleno de sus amigos y familiares”.
La organización señaló que este año “más de cuatro millones de niñas sufrirán una mutilación genital femenina y hoy, más de 33 mil niñas mayores de 18 años se verán obligadas a casarse con hombres, muchas veces, mayores que ellas”.
El director regional del Fondo de Población para América Latina y el Caribe, Harold Robinson, señaló que este debe ser el inicio de un movimiento en el que participen todos y todas para acabar con las prácticas que afectan a las niñas. En especial Robinson hizó hincapié en tres problemas.
El primero es el daño que se produce con estas prácticas nocivas. “Ocurren hoy pero es un trauma que dura para toda la vida. Estas prácticas, como el matrimonio infantil y la mutilación femenina son infligidas o autorizadas por sus propias familias y son apuntaladas por las normas comunitarias. Hemos desarrollado una tolerancia a estas prácticas que son violaciones flagrantes de los derechos de las niñas y las mujeres”.
Por otro lado, la organización afirmó que el matrimonio infantil es uno de las principales problemas: “Uno de cada cinco matrimonios se celebra con mujeres menores de edad. En Latinoamérica ese número es de cuatro cada cinco, por lo que el desafío es mayor. Unos de los efectos de esto es la preferencia por los varones, es decir, embarazos que no llegaron a su fin o niñas que murieron antes de los cinco años solo porque no eran deseadas. De hecho, 140 millones de mujeres es el déficit, lo que equivale a un genocidio. Tenemos un avance, hay que reconocerlo, pero la población mundial crece y con ella los problemas”.
El segundo mensaje que envió el Fondo de Población se centró en la equidad: “Solo un trato equitativo puede generar resultados equitativos. Tenemos dejar de tratar a las mujeres como productos que se pueden controlar y darles derechos iguales. Hoy en día todavía hay brechas importantes. Debemos verlas como personas con plenos derechos y no como mercancías con prácticas transaccionales”.
Por último, Robinson afirmó: “Otro elemento importante es que los hombres tenemos que hacer un reconocimiento del privilegio que surgen de las desigualdades de género. Tienen que ser actores en la deconstrucción de esos sitios de privilegio y utilizar su posición para asegurar que los derechos de ellas sean iguales. El tercer punto es el de respetar, proteger y cumplir. Son palabras que pueden generar un cambio. El respetar es un cambio de actitudes. Es importante recordar lo naturalizado que está el hecho de que hay muchas cosas que no afectan a los niños”.
“Estamos en contexto de pandemia y es importante saber que el COVID-19 puede empeorar la situación. Puede interrumpir los procesos y el número de niñas que sufren de esta práctica puede aumentar. Los matrimonios también pueden aumentar porque las tasas de pobreza podrían llevar a las familias a recurrir a estas prácticas”, remató.
Por su parte, Neus Benrabeu , asesora regional del Fondo de Población en temas de género, afirmó que además de las tres grandes prácticas nocivas mencionadas por Robinson, hoy otras 16 que se incluyen en el informe y que son igual de graves. “A veces se justifican estos actos como un pretexto de la tradición, como la religión o de la cultura. Estas [prácticas, sin embargo, son graves violaciones de los derechos humanos reconocidas en diferentes instrumentos de los derechos humanos”.
Además, aseguró: “Estamos preocupadas y preocupados por la crisis que puede traer la pandemia. Un reciente estudio nuestro asegura que como consecuencia del COVID-19, por cada seis meses de confinamiento, habrá siete millones de embarazos no deseados. Además, habrá 31 millones de nuevos casos de violencia de género”.
