En poco más de dos semanas Israel pasó de tener el apoyo pleno de las principales potencias mundiales congregadas en el G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos), a que Francia reconozca la soberanía de los territorios palestinos, mientras que Reino Unido y Canadá tienen contemplado —aunque de forma diferente— hacerlo en septiembre, cuando será la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
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Claro, reconocer a Palestina no significa directamente oponerse a Tel Aviv, pero bajo la lógica radical de Benjamín Netanyahu y su gabinete, claramente es un cambio significativo y una muestra irrefutable de aislamiento. Tanto así que Alemania, que se considera en deuda histórica con Israel por el Holocausto, habló abiertamente de un aislamiento, acentuando la situación.
“La reciente conferencia de la ONU en Nueva York mostró que Israel se encuentra cada vez más en una posición minoritaria. Frente a las amenazas de anexión abiertamente formuladas por ciertos sectores del Gobierno israelí, un número creciente de países, incluidos europeos, están dispuestos a reconocer un Estado palestino sin un proceso de negociación previo”, afirmó desde Berlín Johann Wadephul, ministro de Exteriores germano.
Sin embargo, como muchas otras discusiones sobre la tesis de los dos Estados que han ganado fuerza en los últimos meses, esta se queda en el plano simbólico y no trasciende en la práctica. Todo ocurre mientras la hambruna causada por las restricciones israelíes en Gaza ya ha causado la muerte de 122 palestinos en el último mes, según el Ministerio de Salud de Gaza, cifra avalada por la ONU. Aunque la comunidad internacional condena cada vez con más fuerza las acciones del Estado judío, esas críticas no han tenido un impacto real para frenar la ofensiva en el enclave.
Esta es, de hecho, una de las más grandes preocupaciones de Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los territorios palestinos. Así lo explicó en entrevista a El Espectador: “Muchas de las acciones en torno a Palestina han quedado en mera simbología. Lo que más me preocupa es, además de la relajación y el abandono del cumplimiento del derecho internacional, el hecho de que incluso cuando los Estados miembros toman medidas contundentes —por ejemplo, acudir a la Corte Internacional de Justicia o sumarse a los procedimientos de la Corte Penal Internacional— no sucede nada”.
En ese sentido, para Luisa Lozano, directora del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, la tendencia de reconocer a Palestina y el aislamiento del que habla Alemania no es tan tangible ni eficaz. “Lo que han dicho Francia, el Reino Unido, Alemania —más tímidamente—, Canadá y algunos países de América Latina sobre el reconocimiento de Palestina es real. En algunos casos, está condicionado; no es que lo vayan a hacer de inmediato y declarar el reconocimiento ya. Entonces, yo no diría que se trata de un aislamiento, pero sí de advertencias que buscan ejercer presión sobre el Gobierno de Israel”, afirma.
No obstante, la docente también resalta dos aspectos que sí dan señas de un punto de inflexión en la posición internacional, al lo menos hablando del bloque de los 27 países de la Unión Europea. Por un lado, su defensa histórica de los derechos humanos; por esto, explica, era insostenible que un país como Francia se mantuviera al margen frente a situaciones como la complicada situación de hambre que enfrentaron los empleados de AFP, su agencia de noticias estandarte.
La otra señal, explica, es la responsabilidad histórica de Alemania con Israel tras el Holocausto: “Es una posición un poco más complicada, precisamente por el legado histórico del Holocausto y la deuda que Alemania siempre ha sentido con Israel. Eso ha hecho que su respaldo hacia ellos sea muy fuerte. Por eso han sido mucho más prudentes en lo que han dicho hasta ahora”.
Pero de nuevo, que Alemania se pronuncie de esta forma, justo antes de que Wadephul viaje a Tel Aviv, da indicios importantes. El ministro, además, dejó ver que la tesis de los dos Estados es también el camino a juicio del Gobierno alemán, diciendo que debe ser la solución al fin del camino. “Un proceso así debe comenzar ahora. Alemania no se desviará de este objetivo. De lo contrario, se verá obligada a reaccionar ante cualquier acción unilateral [de Israel]”, dijo.
No obstante, pese a las señas del bloque, Albanese recalcó en su momento que mientras en Bogotá se reunían 32 países en la conferencia del Grupo de La Haya, en Europa tuvo lugar una reunión de ministros de Exteriores explorando la posibilidad de suspender los acuerdos de cooperación con Israel, pero no hubo suspensión. “El hecho de que Europa haya vuelto a confirmar la validez del acuerdo de asociación es una vergüenza. Ningún europeo, entre 450 millones de personas, debería cargar con la responsabilidad de que Europa esté apoyando un genocidio. ¿Y por qué? Por ganancias”, dijo.
Lozano concluye que el aislamiento será real y efectivo cuando “se junten estas acciones políticas con acciones económicas, cuando sobre todo se le empiece a aislar o a vetar de foros multilaterales”. Cita como ejemplo el aislamiento a Rusia frente a la guerra en Ucrania, pero sentencia: “Esto es mucho más difícil por la relación comercial que tienen varios países con Israel, en especial por el respaldo de Estados Unidos”.
Es una carrera contrarreloj. Aunque la diplomacia tenga su curso y se requieran más acciones coordinadas entre actores claves y voluntad de Estados Unidos para la efectividad, los tiempos en Gaza son mortíferos: en la última semana se han registrado más de 200 homicidios documentados por ataques directos. Ya son más de 60.000 palestinos muertos en más de 21 meses de conflicto.
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Por Hugo Santiago Caro
