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La desesperanza reina en Egipto dos días antes de que comience la segunda vuelta de los primeros comicios presidenciales democráticos que vive el país. Los pocos que hasta el jueves permanecían optimistas y esperaban el gran cambio político por el que clama la revolución, se frustraron al ver como la Junta Militar que sucedió a Hosni Mubarak disolvía el Parlamento, a donde había llegado una mayoría islamista mediante elección popular. Ahora los activistas y prodemócratas que hicieron convulsionar la Plaza Tahrir admiten que fueron incapaces de destruir el aparato político del régimen, aunque lo hayan dejado acéfalo. El candidato que fue exprimer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, toma más fuerza en la recta final de las elecciones. Son claros los signos de continuismo que ahogan, al menos parcialmente, el grito de la revolución.
El presidente del Parlamento egipcio, Saad Katatni, cuestiona este viernes el veredicto de disolución de este organismo. Sobre todo pone interrogantes sobre el momento elegido por el Tribunal Constitucional para declarar ilegítima la asamblea legislativa. Para Saad, igual que para cualquiera que conozca la situación política del país, es obvio que se trata de “campañas organizadas” contra los islamistas que están en el Parlamento, para truncar el camino de Mohammed Mursi, el líder musulmán y único contendor de Shafiq, hacia la presidencia, y lograr que el mandatario que sea elegido gobierne sin oposición, como lo hacía Mubarak.
El Tribunal Constitucional ordenó la disolución del Parlamento por irregularidades en su formación, al tiempo que dio luz verde a Shafiq para que participe en la segunda vuelta de las presidenciales. La Junta Militar anunció que recupera el poder legislativo, transferido al Parlamento tras su formación en enero, una decisión que fue calificada por algunas fuerzas, incluidas los Hermanos Musulmanes, de "golpe de Estado".
Así, la Junta Militar hace de nuevo maniobras para no despojarse del poder y de paso frena el camino hacia la redacción de una nueva carta magna, que iba a ser hecha por el Parlamento, y que constituiría el segundo logro importante de la revolución (después de las elecciones legislativas). Ya cuando se estaban eligiendo los miembros de la asamblea encargados de elaborar la futura constitución, los islamistas denunciaron que los líderes castristas buscaban monopolizar la composición del comité.
Katatni también apuntó que el Parlamento aún no ha recibido ninguna decisión del constitucional y subrayó que en las próximas legislativas los egipcios podrán volver a elegir a los miembros que "protegen los logros de la revolución".
A pesar del traspié que los militares le ponen al proceso que en Occidente frecuentemente les llamado ‘transición a la democracia’, Katani, que es dirigente del Partido Libertad y Justicia, un brazo político de los Hermanos Musulmanes, insistió en que Mohamed Mursi concurrirá en las elecciones previstas para el sábado, y el domingo, y que habrá una “gran revolución” si se llega a cometer fraude en esa jornada electoral.
El movimiento revolucionario 6 de Abril convocó este viernes a una movilización desde la mezquita de Mustafa Mahmud, en el barrio cairota de Mohandisin, en dirección a la plaza Tahrir, la cuna de la primavera egipcia. Además de protestar contra la disolución del Parlamento y la permanencia en la contienda electoral de Shafiq, a quien dijeron que no van a reconocer si accede a la Presidencia, los jóvenes tienen previsto mostrar su rechazo al reciente decreto ministerial que autoriza a miembros de las fuerzas militares a detener a civiles en casos de delitos comunes.
Esta manifestación coincide con la jornada de reflexión que vive el país, que se prepara para elegir entre un presidente islamista o uno continuista, en medio de una creciente incertidumbre sobre los cambios reales que uno y otro puedan traer. Lo cierto es que, aunque sean las primeras elecciones democráticas en la nación, el sueño de la democracia se sigue viendo borroso. Por ahora Egipto tendrá que elegir entre el militarismo y el islam –dos fuerzas que han sido dominantes durante sus más de cinco milenios de historia -. Sea cual sea el candidato elegido, su llegada al poder no hará sino seguir exacerbando los ánimos revolucionarios. Pareciera que la primavera egipcia apenas comienza.