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Egipto recoge los frutos de la revolución

Los días 17 y 18 de junio los egipcios vuelven a las urnas para escoger a un militar o un hermano musulmán como su presidente.

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Redacción Internacional
12 de junio de 2012 - 10:00 p. m.
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Egipto vivirá la segunda vuelta de sus primeras elecciones democráticas los próximos 16 y 17 de junio. La población se prepara para elegir entre un candidato que podría traer el continuismo y otro que podría implantar un islamismo radical.

En ambos casos se ve truncado el sueño de lograr una transición hacia la democracia, por el que miles de personas salieron a manifestarse desde enero de 2011 a la emblemática Plaza Tahrir, en El Cairo, y en dos meses de enérgicas y violentas protestas lograron poner punto final a un régimen de casi tres décadas.

Hosni Mubarack, el entonces mandatario, se vio forzado a dejar el poder en febrero de 2011. El pasado 2 de junio, Mubarack fue condenado a cadena perpetua por la muerte de manifestantes, en un fallo en el que sus hijos y los exresponsables policiales fueron absueltos.

Aunque el exdictador ya se encuentra ya tras las rejas de la prisión de Torá, no dejan de causar controversia los reclamos de los manifestantes, que en los últimos días han vuelto a pedir que se repita el juicio contra Mubarak, sus dos hijos, Alaa y Gamal, su ministro del Interior, Habib al Adli, y seis exaltos cargos de la seguridad.

La histórica sentencia a Mubarack, el primer dictador árabe en ser juzgado por su pueblo, no ha hecho sino alimentar los ánimos revolucionarios en la recta final hacia las presidenciales.

Al candidato Ahmed Shafiq la oposición lo tilda de continuista, por ser el último primer ministro de Mubarack. Miles de manifestantes han vuelto a la plaza Tahrir para exigir que se apruebe en el parlamento una ley que impediría a los exmiembros del gabinete de Mubarack aspirar a cargos de elección popular. La Corte Constitucional se pronunciará el 14 de junio, dos días antes de los comicios, sobre la legalidad de la candidatura de Shafiq.

Sin embargo, este general retirado ha anunciado que con él en la presidencia vendrá una época de cambio. Dice que dará prioridad a mejorar la educación, salud, investigación científica y salarios, que combatirá sistemáticamente la corrupción y potenciará la pequeña y mediana empresa.

En todo caso, una victoria de Shafiq mantendría en la presidencia a un hombre con pasado militar, repitiendo el patrón establecido en 1952, cuando oficiales del Ejército derrocaron a la monarquía.

Mohammed Mursi es el candidato del partido Libertad y Justicia, un brazo político de los Hermanos Musulmanes, el colectivo islamista que fue reprimido durante la era Mubarack. Pese a su falta de carisma, por pertenecer a los islamistas Mursi tiene asegurados una gran cantidad de votos. Siempre inicia sus alocuciones diciendo "En el nombre de Dios, misericordioso" y hace referencias continuas a la "sharía" (ley islámica) y a su proyecto de un renacimiento islámico que abarque todos los ámbitos para Egipto. Mursi capitaliza el sentimiento revolucionario de los egipcios, promete importantes reformas y advierte sobre el continuismo que representa Shafiq.

Este proceso electoral, plagado de duda y desesperanza, tendrá su final el próximo 30 de junio, cuando la Junta Militar que administra el país entregue sus poderes al primer presidente democráticamente elegido en la historia de Egipto.

Por Redacción Internacional

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