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El caso Politkóvskaya

Al mejor estilo de una conspiración de película, el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya, en vida crítica acérrima del Kremlin, configura una red de sospechas y espías.

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Javier Pardo Barreto
17 de octubre de 2008 - 09:54 p. m.
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Anna Politkóvskaya dijo en diciembre de 2005 en una conferencia sobre la libertad de prensa que “la gente a veces paga con su vida por decir claramente lo que piensa”. El 7 de octubre de 2006, que casualmente es el día del cumpleaños de Vladimir Putin, la periodista que nunca temió criticar al gobierno ruso perdió su lucha contra la muerte luego de recibir dos balas, una de ellas en la cabeza, cuando entraba a su casa, ubicada en la calle Lesnaya de Moscú.

Politkóvskaya ya había burlado la muerte en varias oportunidades. En una ocasión fue arrestada por la policía rusa y sometida a un simulacro de fusilamiento. Tiempo después, en el 2004, cuando viajaba desde Moscú a Beslán para cubrir la toma de separatistas chechenos a una escuela pública e intentaría además dialogar con ellos para encontrar una salida, la periodista nunca llegó a su destino. Minutos después de que su avión despegó, avisó a una azafata que se sentía mal, al instante perdió el conocimiento y despertó en un hospital, internada por intoxicación con una sustancia desconocida. 

El caso de su asesinato se debatirá a puerta cerrada. Según el abogado de los acusados, la razón de que no se abra a los medios es porque “hay material secreto”.

Los hechos del caso recuerdan el proceder de la KGB, antigua policía secreta rusa. Según el abogado de los acusados, sus clientes son unos “chivos expiatorios” utilizados para desviar la identificación de los verdaderos autores materiales e intelectuales del homicidio. También, como implicado, pero aún sin formal acusación, se encuentra el coronel de los servicios secretos rusos Pável Riáguzov, quien podría haber facilitado a los asesinos la dirección de Politkóvskaya.

La abogada Karina Moskalenko, representante de la periodista, también ha vivido las consecuencias del caso. A pocos días de que empezara la primera revisión, pidió desde Estrasburgo (Francia) aplazar el inicio del caso. La razón, una serie de mareos y dolores de cabeza que presentaron ella y sus hijos por causa de un supuesto envenenamiento por mercurio, con el que intentaron asesinarla.

Politkóvskaya encarnó su propia profecía,   pagó con su vida decir lo que pensaba del Kremlin, de los abusos contra civiles en la guerra en Chechenia y de la corrupción que invadió su país. El juicio de su muerte intentará develar quién estuvo detrás.

Por Javier Pardo Barreto

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