En medio de la calentura internacional que existe alrededor de Venezuela, Rafel Ramírez, uno de los chavistas que cayó en desgracia cuando Nicolás Maduro asumió la presidencia de Venezuela, arremetió en su contra. A principios de este año retó al mandatario, asegurando que él no era la persona indicada para representar el legado de Hugo Chávez, ni tampoco su cícrulo cercano. Ahora, Ramírez aseguró que, con tal de ocultar la profunda crisis del país, el gobierno es capaz de llevar al país a la guerra.
En una entrevista con Sumarium, Ramírez, quien es exministro de petróleo y exjefe de la estatal petrolera PDVSA, aseguró: “Debemos estar en contra de la injerencia extranjera en el país, nuestro problema los arreglamos los venezolanos”. Además, agregó: “La Fuerza Armada Nacional es la heredera del ejército del Libertador y goza de todos mis respetos, aunque está sometida a muchos señalamientos y descrédito al ser parte del gobierno de Maduro”.
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Rafael Ramírez, graduado como ingeniero de la Universidad de los Andes de Venezuela, siempre militó en la izquierda. En las aulas conoció a Adán Chávez, quien se lo presentó a su hermano, Hugo. Desarrolló una buena relación con Alí Rodríguez Araque, quien lo precedió en PDVSA.
En el último año de su carrera universitaria empezó a trabajar en la petrolera estatal, pero no duró mucho tiempo. Se fue a trabajar a Estados Unidos y Francia, pero regresó a Venezuela en 1995. Empezó a trabajar con Chávez después del golpe de Estado de 2012, como ministro de Energía y Minas. Después, Chávez le encomendó la dirección de PDVSA, en donde se convirtió en la mano derecha del comandante. De hecho ha sido el ministro con más tiempo duró al servicio de la Presidencia.
En el pasado, declaraciones como las que hizo en su última entrevista, le valieron para verse obligado a salir del país. En enero de este año, fue acusado por ser uno de los principales responsables del desfalco de PDVSA, por lo cual se emitió una orden de captura en su contra.
El fiscal general, Tarek Saab, aseguró en su momento: "Sin llorantina ciudadano Ramírez, nosotros en los próximos días vamos a solicitar una orden de aprehensión con la correspondiente alerta roja hacia su persona por los delitos de peculado doloso, legitimación de capitales (lavado de dinero) y asociación".
Chávez le tenía fe. Tanto que Ramírez fue durante varios días el elegido del comandante para sucederlo. Cuentan que en su lecho de enfermo en Cuba, el presidente venezolano pensó que Ramírez tenía todas las características para ocupar Miraflores en su ausencia. Pero su falta de empatía con el resto del chavismo le hizo perder la designación frente a Nicolás Maduro.
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La noche del 8 de diciembre de 2012, Chávez anunció su decisión: “Mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que ante mi ausencia ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela”. Justificó su decisión describiendo a Maduro como “un revolucionario a carta cabal, un hombre con gran experiencia a pesar de su juventud, con una gran dedicación al trabajo y una gran capacidad para la conducción de grupos”.
Ahí estaba. Ramírez no tenía (ni tiene) aceptación dentro una parte del chavismo, que desde tiempos del comandante lo acusaba de oportunista y corrupto. Chávez siempre lo defendió e incluso fue uno de los cuatro hombres a los que el presidente fallecido admitió a su lado en las últimas horas de su enfermedad.