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Este viernes comenzó el examen del caso de Gilberto Torres, sindicalista de la USO que en febrero de 2002 fue secuestrado por los paramilitares. Torres había realizado algunas protestas, en nombre de 400 empleados, por las recientes desapariciones de otros sindicalistas y la total impunidad en sus casos. Torres, que sobrevivió al secuestro después de 42 días, acudió a abogados en Londres para señalar a la British Petroleum Company (BP) y a la colombiana Ocensa de haber pagado por su secuestro y su muerte.
The Guardian presenta un video de quince minutos donde recoge las declaraciones de los paramilitares que estuvieron a cargo de su secuestro. De acuerdo con sus testimonios, ambas empresas pagaban “vacunas” a los paramilitares a cambio de la protección de los oleoductos y, en ocasiones, para atacar a quienes “amenazaban” sus intereses económicos. Ocensa, la BP y Ecopetrol —encargada también por entonces de la línea que iba del Casanare a la Costa Caribe, donde trabajaba Torres— han negado cualquier relación con los paramilitares y refutado cualquier tipo de pago por el secuestro de Torres. El sindicalista, sin embargo, resalta que en varias ocasiones sus captores le espetaron sus acciones en contra de la empresa y aseguraron que estaban protegiendo sus intereses.
El caso, de acuerdo a los abogados de Torres —entrevistados por The Guardian—, tiene un gran sustento y pruebas fehacientes de la participación de ambas empresas en el rapto. Según Sue Willman, uno de sus representantes, la BP recibió advertencias de parte de Amnistía Internacional de que algunos grupos militares que cuidaban la zona —y que hacían parte de un trato de más de US$2 millones con el gobierno colombiano— se habían aliado con paramilitares para “quitarle el agua al pez”, es decir, para asesinar a supuestos guerrilleros de las Farc y disminuir su influencia en la zona. Las acusaciones, en ese sentido, no irán directamente en contra de BP; sin embargo, los abogados han dicho que BP falló al eludir cualquier acción para detener esas ejecuciones, aunque sabía de ellas.
Torres estuvo diez semanas en una zanja, encerrado entre alambres mientras las hormigas le carcomían la carne. Los paramilitares, el día de su liberación, le pidieron que se vistiera bien porque le iban a hacer una “revista” antes de la liberación. Varios paramilitares han sido ya condenados por su secuestro. Torres persistirá en la búsqueda de justicia.
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