Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Los poderosos militares egipcios salieron de las sombras tras la caída del presidente Hosni Mubarak para encargarse del Estado en un vacío constitucional y en medio de interrogantes sobre su futuro papel político, según analistas.
Mubarak renunció el viernes luego de 30 años en el poder y lo cedió al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, cuerpo de 20 generales que en su mayoría eran desconocidos del público antes de la rebelión.
El Consejo gobierna por fuera del marco constitucional, indican analistas, en circunstancias excepcionales sin precedentes desde el golpe militar de 1952 que derrocó a un rey de opereta y abolió la monarquía constitucional.
"La entrega del poder al ejército significa que la Constitución fue suspendida", afirmó Rabab al-Mahdi, profesor de ciencia política en la Universidad estadounidense en El Cairo.
"El Consejo es ahora el ejecutivo en el país. Cada una de sus declaraciones es ahora la ley", añadió.
El nuevo liderazgo militar se apresuró a dar seguridad a los ciudadanos de que respetará la voluntad popular, pronunciando declaraciones que afirmarán gradualmente su autoridad.
El sábado, en una declaración televisada, denominada "Comunicado número 4," el Consejo indicó que el actual gobierno permanecerá temporalmente mientras el nuevo juramente por medio de una "transición pacífica".
Añadió que abrirá el camino "hacia una autoridad civil elegida, para construir un estado democrático", pero sin indicar la agenda.
"No es un proceso regular. No debe esperarse que sigan un proceso clásico", dijo Mahdi.
El Consejo no se reúne con regularidad, salvo en tiempos de crisis. Esta es la tercera sesión tras otras reuniones similares cuando ocurrieron las guerras de 1967 y 1973, según el centro de estudios estadounidense Stratfor Global Intelligence.
"No los conocemos. Los estamos descubriendo lentamente", dijo Tewfik Aclimandos, investigador en el Colegio de Francia, con sede en París.
"Incluso si tuvieran una visión común, van a tener algunos desacuerdos", añadió.
Pero en la medida en que el ejército sea más visible, el alcance de su poder en materia económica e institucional empezará a develarse.
"Este país ha sido gobernado por los militares desde 1952," dijo Amr al-Shalakany, profesora de leyes en la Universidad de El Cairo. "Hasta ahora, han estado tras bambalinas".
El ejército ha expresado su intención de abrir el camino de una transición pacífica hacia una democracia completa, pero la forma como va a manejar los asuntos del país está todavía por determinar.
"Ahora la negociación comenzará en torno a si el ejército desempeñará un papel tradicional y dará seguridades de que no intervendrá en política", dijo Shalakany.
Los grupos de derechos humanos han acusado al ejército de haber detenido manifestantes antigubernamentales, algunos de los cuales fueron torturados.
"Oficiales del ejército y policía militar detuvieron arbitrariamente a 119 personas desde que el ejército tomó posiciones en ciudades egipcias y pueblos en la noche del 28 de enero, y torturó al menos a cinco de los detenidos", aseguró Human Rights Watch.
Protestas nacionales encabezadas por jóvenes activistas estallaron el 25 de enero en todo el país, para pedirle a Mubarak que se fuera y reformas políticas y democráticas.
Los manifestantes en las calles aumentaron de manera inédita en decenas de miles esta semana, al salir masivamente los trabajadores para apoyar la rebelión en todo el país.
El ejército tendrá ahora que caminar en la cuerda floja para equilibrar las demandas de la rebelión y su papel en el poder, afirmó el centro Stratfor Global Intelligence.
"A diferencia del golpe original, la llegada al poder de los militares esta vez se debe a las demandas populares de democracia, y los militares tendrán el reto de forjar un sistema que calme a las masas y haga posible a los militares mantener las riendas del poder", concluyó.