“Halloween es sin duda la más incomprendida de las fiestas”, escribe Lisa Morton, autora de libros como Dulce o truco: la historia de Halloween. A pesar de que esta celebración se ha convertido en un fenómeno global, su origen y su evolución son poco reconocidos. La fiesta que se vive hoy no es la misma que la de hace décadas, y los expertos en el tema vaticinan que los cambios en la sociedad continuarán incidiendo en el desarrollo del Halloween.
Los historiadores coinciden en que el Samhain, un festival celta con más de 2000 años de antigüedad, fue el precursor del Halloween. Esta era una de las festividades más importantes para los paganos en Europa hasta la conversión al cristianismo y estaba vinculada con el ciclo agrícola, pues marcaba el final del verano y el comienzo de la mitad más oscura del año en las Islas Británicas. En la antigüedad, los paganos creían que, durante el inicio del rito, el 31 de octubre, el mundo de los dioses se hacía visible para los humanos, por lo que algunas personas ofrecían golosinas y comida como ofrenda.
“Antes de que se convirtiera en una fiesta familiar y familiar, el 31 de octubre estaba profundamente relacionado con fantasmas y supersticiones”, dice Lesley Bannatyne, historiadora de esta festividad con varios textos publicados sobre el origen y la evolución del Halloween. Además, también se usaban piles y cabezas de animales como disfraz para que los espíritus no confundieran a los vivos con los muertos. “Escondiéndose detrás de sus disfraces, los aldeanos a menudo jugaban bromas unos a otros, pero culpaban a los espíritus. Las máscaras y los encubrimientos llegaron a ser vistos como medios para salirse con la suya. Eso continuó durante la evolución de Halloween”, explica la historiadora.
El cristianismo adoptó esta fecha como parte de los esfuerzos para replantear las celebraciones paganas como propias. “Las tradiciones relacionadas con las estaciones y las cosechas existen en todas las sociedades. En el caso de la cultura occidental, la iglesia cristiana primitiva trasladó de fecha muchas de sus celebraciones más importantes para hacerlas coincidir con antiguas fiestas paganas. Hoy las llamamos Halloween y Navidad, pero todo fue parte de ese esfuerzo por convertir a los paganos al cristianismo”, señala David J. Skal, autor del libro “La muerte sale de fiesta”. De hecho, la palabra Halloween proviene de la frase “All Hallows Eve”, que se traduce en español como el día anterior al Día de Todos los Santos. Vea también: Halloween, una tradición con historia
Muchos de los aspectos folclóricos del Samhain fueron incorporados por los cristianos y retransmitidos. La entrega de golosinas, los disfraces e incluso las bromas, una tradición que no es tan común en países como Colombia, pero que es muy propia de la cultura estadounidense. “Detrás de sus disfraces, los aldeanos a menudo jugaban bromas unos a otros, pero culpaban a los espíritus. Las máscaras y pieles eran la vía que tenían para salirse con la suya”, dice Bannatyne.
Desde finales del Siglo XV, a finales de la Edad Media, las personas en Inglaterra o Irlanda comenzaron a vestirse cada 31 de octubre con disfraces que simbolizaban las almas de los muertos y salían de sus casas para pedir dulces o comida. Siglos más tarde, con el descubrimiento de América, estas tradiciones se extendieron al nuevo continente. Los rituales migraron junto con los primeros escoceses e irlandeses que llegaron a las costas de Estados Unidos, y allí, una vez entró en la cultura local, su popularidad se extendió y también comenzó a evolucionar.
“La gente en la América rural realmente abrazó sus raíces paganas, y la idea de que fuera una ocasión oscura, centrada en la muerte. Llevaban atuendos aterradores y aterradores, que se hicieron en casa con todo lo que tenía a mano: sábanas, maquillaje, máscaras improvisadas. El anonimato fue una gran parte del vestuario. El objetivo de disfrazarse era estar completamente disfrazado”, explicó Nancy Diehl, historiadora de moda de la Universidad de Nueva York.
Entrado el Siglo XX, Halloween ya estaba inmerso en la cultura popular norteamericana. Se comenzaron a realizar fiestas de disfraces anuales y los preparativos para estas arrancaban incluso en agosto. Según Diehl, los especialistas en marketing comenzaron a introducirse en la fiesta y esa se volvió mucho más comercial. Los disfraces adoptaron influencias de la cultura pop mientras las primeras grandes empresas de fabricación de disfraces, como J. Halpern Company, empezaron a surgir. “La gente se fascinó con hacerse pasar por personas al margen de la sociedad, como gitanos, piratas e incluso personas sin hogar”, Diehl.
Hoy en día las personas continúan disfrazándose de personajes famosos o situaciones icónicas. En Estados Unidos, los vestidos forrados con noticias falsas, un término que el presidente Donald Trump se encargó de popularizar, son las preferidas para este año, así como los disfraces de políticos como Elizabeth Warren, Nancy Pelosi o el desconocido “soplón” que hizo estallar el escándalo del “Ucraniagate”. Pero estos disfraces, describe Skal, están en peligro por la corrección política moderna. Para no ir lejos, en septiembre de este año el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se vio afectado por la publicación de una fotografía en la que estaba con maquillaje oscuro en un disfraz de Aladino. La imagen, que en 2001 pasó desapercibida, le dio un gran golpe a su imagen como demócrata este año, justo cuando estaba por culminar su campaña a la reelección.
En La muerte sale de fiesta, Skal apunta a que la corrección política ha influido en la fiesta en la que “casi todo estaba permitido”. El autor señala que algunas universidades, por ejemplo, les aconsejan a sus estudiantes no disfrazarse de “personas con discapacidad o de tras culturas, usar turbantes, mutilaciones, sombreros mexicanos o ropa de mendigo” para evitar ofensas. Le puede interesar: ¿En qué gastan la plata los bogotanos en Halloween?
“Halloween tiene muchas similitudes con antiguas celebraciones europeas como la Fiesta de los locos en la que, por un día, los plebeyos se vestían como reyes y el orden social se invertía. A principios del siglo XX, en Estados Unidos era común que los niños blancos se pintaran de negro y viceversa. Aunque hoy en día los disfraces raciales son tabúes, a la gente le gusta aprovechar cualquier oportunidad para desinhibirse y Halloween permite convertir esas ganas de romper las convenciones sociales en un ritual controlado”, señala Skal.
“Semanas después de los atentados del 11-S, muchos estadounidenses pidieron suspender las festividades, por considerar que las bromas sobre muertos eran un insulto a las víctimas. Otra parte de la población, sin embargo, alegó que el terrorismo no iba a condicionar sus vidas ni la corrección política su libertad de expresión y, no solo se pusieron turbantes y chilabas, sino que completaron el disfraz con máscaras de Bin Laden, que arrasó en ventas ese año”, escribió Eduardo Bravo, periodista de El País de España.
“Halloween es muy político”, destaca Cheryl Chumlet de CNN, quien debido a la controversia destaca esta herramienta del medio para reconocer si un disfraz es “apropiado o inapropiado”.
“Hoy Halloween es una gran celebración capitalista completamente separada de cualquier vestigio del cristianismo o el paganismo, y más centrada en expresar las fantasías de la gente, lo que también explica su éxito a nivel mundial. Creo que ciertamente se han vuelto más reflexivos sobre los tiempos en que vivimos. Pero ahora también hay muchas menos personas haciendo sus propios atuendos de Halloween, y mucha menos creatividad personal en lo que usas, en comparación con los primeros días”, destaca Deihl a CNN en Estados Unidos. “Todos tomamos la misma gama de disfraces disponibles para la compra. Y generamos un inmenso desperdicio por eso. Creo que las personas se expresarían mucho más individualmente si elaboraran sus propios disfraces como solían hacerlo”, concluye.