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El Estado Islámico une y separa al mundo

Los gobiernos francés y ruso llegaron a un acuerdo para hacer ataques coordinados contra la organización terrorista en Siria.

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Daniel Salgar Antolínez
28 de noviembre de 2015 - 03:44 a. m.
El presidente ruso, Vladimir Putin (der.), y su homólogo francés, François Hollande, tras reunirse el jueves en Moscú. / EFE
El presidente ruso, Vladimir Putin (der.), y su homólogo francés, François Hollande, tras reunirse el jueves en Moscú. / EFE
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La irrupción del Estado Islámico, y sobre todo los atentados perpetrados el 13 de noviembre en París, han alterado todas las lógicas del conflicto en Siria. A lo que se consideraba una guerra civil entre el ejército oficial y el Ejército Libre Sirio (que agrupaba diversos grupos de oposición armada), se sumó una coalición internacional liderada por Estados Unidos, que combate desde el aire las posiciones del EI, y más recientemente Rusia inició por su cuenta bombardeos contra la misma organización y China se le unió como aliado estratégico.

El problema es que, aunque todos tienen al EI como enemigo común y el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución para adoptar “todas las medidas necesarias” para contrarrestar la amenaza inminente que representa, no todos tienen los mismos intereses. Rusia ataca al EI para defender a su aliado, el gobierno de Bashar al Asad, mientras que la coalición liderada por EE. UU. considera necesaria la salida de Al Asad del poder para devolver la tranquilidad y la democracia al pueblo sirio.

Ambos bandos se disputan una región geoestratégica en la cual Rusia tiene, en el puerto sirio de Tartus sobre el Mediterráneo, la única base naval que le queda en el exterior desde la disolución de la URSS. Y más que una base naval, Rusia tiene en Siria la puerta para adquirir un papel relevante en Oriente Medio y buscar concesiones respecto a la guerra que se libra en Ucrania, que también genera tensiones entre la OTAN y el ejército ruso.

La irrupción del Estado Islámico une a los estados en su contra, pero al mismo tiempo los separa. Desde que Turquía (miembro de la OTAN) derribó un avión militar ruso el pasado martes, supuestamente por haber violado su espacio aéreo, las tensiones entre la organización y Rusia se suman a la guerra contra el Estado Islámico, mientras el conflicto original entre el Estado sirio y la oposición armada queda en el fondo del problema.

Desde los atentados en París, el presidente francés, François Hollande, ha intentado llegar a un acuerdo para formar una “amplia coalición” que incluya a Rusia, China y los países que participan en la Coalición Internacional (de la que Francia hace parte), con el propósito de desescalar las tensiones entre los estados y coordinar mejores ataques contra el Estado Islámico. El mensaje desde París es que el enemigo es el Estado Islámico y los debates sobre una eventual transición de gobierno en Siria pueden esperar.

Aunque dicho acuerdo para una amplia coalición no se ha logrado, Francia y Rusia ya decidieron coordinar ataques aéreos en Siria. Según anunció Hollande, los ataques coordinados no tendrán como objetivo a quienes luchan contra el EI. Esto supone un importante avance, porque múltiples fuentes han denunciado que los bombardeos rusos contra el EI no han tenido como objetivo a esa organización, sino que han impactado a otros grupos de la oposición armada moderada y no islamista contra Bashar al Asad, que ha sido apoyada de manera indirecta por Occidente.

Los ataques rusos y franceses tendrán como prioridad la infraestructura para el transporte de productos petrolíferos, cuya venta es la principal fuente de financiación del Estado Islámico, que se ha apoderado de zonas petroleras y plantas de gas en Irak y Siria. La Coalición Internacional también se ha enfocado en bombardear esta infraestructura y, según altos mandos militares de EE. UU., ya se han reducido significativamente los ingresos del EI.

Pero en el acuerdo anunciado por Hollande y Putin surgieron, otra vez, las divergencias sobre una eventual transición democrática en Siria. Hollande insistió en que “Bashar al Asad no tiene un lugar en el futuro de Siria”. En el mismo sentido, su canciller, Laurent Flabius, señaló a otros medios que las tropas sirias pueden ayudar a combatir al EI en el terreno, siempre y cuando lo hagan en un marco de transición hacia un gobierno de unidad sirio. Putin respondió que son los sirios los que deben decidir sobre ese asunto y recordó que, para él, el ejército sirio es “su aliado natural en la lucha contra el terrorismo”.

No se sabe, entonces, si está más cerca la unión de los países o un mayor conflicto entre los mismos. Mientras se unen para combatir al EI, se agudizan sus diferencias sobre la permanencia de Al Asad en el poder. Además, ante un eventual ataque militar por parte de Rusia contra Turquía, como represalia por el derribamiento de su avión, Ankara podría solicitar la ayuda militar de sus socios de la OTAN, y así la guerra en Siria alcanzaría otras proporciones.

Por Daniel Salgar Antolínez

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