“Los actos del capitán y de ciertos miembros de la tripulación son totalmente incomprensibles, inaceptables y equivalen a un homicidio”, declaró la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye. “No sólo yo, todos los surcoreanos tenemos el corazón roto, bajo la conmoción, y henchido de cólera”, agregó. Mientras, continúan las operaciones de rescate de las decenas de cuerpos que todavía se encuentran en el interior del ferry que naufragó el 16 de abril con 477 pasajeros a bordo, de los cuales 325 eran estudiantes de bachillerato.
La tarea de sacar los cuerpos de la nave se complica debido a la violencia de las corrientes y a la visibilidad casi nula. Hasta ahora, sólo 24 cuerpos han sido rescatados, pues los buzos difícilmente logran acceder al interior del ferry hundido.
Testimonios de algunos sobrevivientes revelarían la responsabilidad de la tripulación. Los pasajeros recibieron la orden de no moverse de sus asientos durante más de 40 minutos, según han dicho algunas personas que iban a bordo. Cuando el transbordador comenzó a escorar e irse a pique, ya era demasiado tarde para salir del barco y los pasajeros no lograron trepar los corredores deslizantes, inclinados, mientras entraba el agua.
Según la transcripción de las comunicaciones de la tripulación con las autoridades marítimas, el capitán y varios subalternos se muestran incapaces de solucionar la situación. Por eso, la policía ordenó la detención de todos. “Cada vez se hace más evidente que el capitán del barco, Lee Joon-seok, de 59 años y muchos de experiencia, retrasó demasiado la evacuación del ferry y luego abandonó a su suerte a los pasajeros cuando dejó el barco mientras cientos de personas seguían atrapados a bordo”, aseguró la presidenta.
Según ha revelado la prensa surcoreana, las autoridades ordenaron a la tripulación del Sewol que se asegurara de que todo el mundo llevaba un chaleco salvavidas, mientras que a bordo la tripulación preguntaba con angustia creciente cuándo iban a llegar los barcos de auxilio. “Que se pongan por lo menos un salvavidas para que puedan flotar. ¡Enseguida!”, gritaba un responsable desde tierra.
Las autoridades harán la investigación con los mensajes de texto que los jóvenes mandaron a sus familias. “Papá, no te preocupes. Llevo el chaleco salvavidas y estoy con las otras chicas. Estamos en el barco, en el corredor”. El padre entonces le ordena salir como sea, pero es demasiado tarde. “Papá, no puedo. El barco se inclina demasiado. El pasillo está lleno de gente”, dice ella en su último mensaje.