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Fue un gesto simbólico con una intención urgente: antes de fallecer, el papa Francisco decidió que el vehículo que lo transportó durante su histórica visita a Belén en 2014 tuviera una nueva vida.
El antiguo papamóvil, sencillo y sin blindaje, fue transformado en una clínica móvil para atender a los niños palestinos en Gaza. Hoy, pese a estar totalmente equipado y listo para operar, el vehículo permanece inmóvil en una bodega de Cáritas Jerusalén, sin poder cruzar la frontera.
El pontífice encomendó personalmente esta misión a Cáritas durante los últimos meses de su vida, como una forma de brindar apoyo médico en una de las regiones más golpeadas por la guerra en Oriente Medio.
El papamóvil fue reacondicionado con instrumental de atención primaria: camilla, desfibrilador, oxígeno, nevera médica y suministros esenciales para primeros auxilios. La idea era que pudiera desplazarse entre campamentos y barrios arrasados, donde casi un millón de niños viven desplazados, muchos de ellos sin acceso a alimentos, agua potable ni atención médica básica.
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Pero la realidad en la Franja impide que ese deseo se concrete. Desde mayo de 2024, el paso fronterizo de Rafah, que conecta Gaza con Egipto, permanece cerrado, y el ingreso desde Israel está sujeto a un proceso extremadamente restrictivo.
“Seguimos coordinando con las autoridades, pero las condiciones no permiten moverlo”, explicó Harout Bedrossiam, portavoz de Cáritas Jerusalén. “El papamóvil está listo, pero sigue almacenado en nuestras instalaciones en Jerusalén, a la espera de una tregua o un permiso excepcional”.
Aunque una parte de la ayuda internacional logra ingresar, organizaciones como Cáritas denuncian que los suministros son insuficientes, irregulares y están bajo control militar en los puntos de distribución.
“La situación es extremadamente caótica. Hay mucho sufrimiento y muy poca capacidad de respuesta médica. Lamentablemente, no vemos viable el ingreso del vehículo en el corto plazo”, lamentó Bedrossiam.
Mientras el papamóvil espera en silencio su entrada a Gaza, la emergencia sigue. Clínicas han sido destruidas, hospitales colapsados y el sistema sanitario local apenas sobrevive.
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