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El poder de cambiar el mundo

Hoy comienza el funeral de Nelson Mandela en el estadio Soccer City, a las afueras de Johannesburgo. Hay 91 jefes de estado confirmados.

Diego Alarcón Rozo

09 de diciembre de 2013 - 04:53 p. m.
Nelson Mandela, junto a Françoise Pieenar tras la final del Mundial de 1995. / AFP
Foto: AFP - JEAN-PIERRE MULLER
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El fútbol fue por mucho tiempo un deporte de animales en Sudáfrica, de animales en el sentido más racista de la palabra. Lo jugaban en Soweto hombres y niños descalzos, de raza negra, en campos improvisados de arena y pobreza. Hoy esta área urbana, a las afueras de Johannesburgo sigue siendo uno de los lugares en donde más rueda el balón de toda la nación, con la diferencia de que en el horizonte aparece enorme el Soccer City Stadium, en el que se jugó la final de la Copa Mundo de 2010 y en donde a partir de hoy y hasta el domingo se le rendirán todo tipo de honores al fallecido Nelson Mandela.

Era un deporte de animales el fútbol. El rugby, en cambio, era un deporte de cabrones, en el sentido más ofensivo de la palabra. La característica de la sociedad de raza blanca, opresora y abusiva y un apéndice más del ‘apartheid’ perverso. Al recordar la final del Campeonato Mundial de Rugby de 1995, Sean Fitzpatrick, quien fuera el capitán de la selección de Nueva Zelanda, relata cómo fue el día en el que se enfrentaron a Sudáfrica por el título: “En cierto momento pensábamos '¡Dios, como vamos a hacer para ganarles a estos animales!”.

Los animales eran los jugadores de la selección sudafricana de rugby, todos blancos excepto Chester Williams, quien era el único hombre negro que había logrado llegar a el equipo a pesar de todas las piedras de caían del cielo. Fitzpatrick les llamó animales, pero en el sentido más admirado de la palabra: ese día, cuando los neozelandeses cayeron derrotados en la final, los sudafricanos corrían más que nunca, como si se fuera a acabar la vida, y su fuerza parecía ir un tanto más allá de lo humano. Ni siquiera Jonah Lomu, el mejor jugador del torneo, una aplanadora de 196 centímetros de estatura y 120 kilos de peso, pudo inclinar la balanza. Sudáfrica celebró después del juego, pero todo, toda la escena, había sido obra y gracia de Nelson Mandela.

Lomu también recuerda: “Primero te intimidaba darle la mano a Nelson Mandela con la camiseta de los Springboks (el equipo sudafricano). Sentíamos que toda la presión estaba sobre nosotros porque ellos tenían a Nelson Mandela de su lado, tenían finalmente un país unido después de años de lucha. Ese día todos estaban unidos”. A través del deporte, Sudáfrica dejó de ser dos países y se convirtió en uno, gracias a esa extraña razón que lleva a la gente a apoyar al país en el que nació sin haberlo escogido. La estrategia había sido puesta en marcha desde días atrás por un Mandela clarividente: se reunió en la víspera con François Pieenar, capitán de los Springboks y le pidió una mano. El día de la final, el presidente salió al césped del Ellis Park –bastión del rugby, o sea bastión de la raza blanca– con la camisa del equipo y el número 6 en la espalda, que era el número de Pienaar.

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La escena ha sido contada tantas veces como el recuerdo de los 72.000 asistentes, sin distingo de color, gritando al unísono “Nelson”. En conversación con El Espectador, John Carlin, autor del libro El Factor Humano sobre la estrategia de unificación utilizada por Mandela y quien fuera corresponsal del periódico británico The Independent en los tiempos del apartheid, comentaba: “Es como si el máximo líder de las Farc, después de firmar la paz, fuera aplaudido por todo un estadio por su trabajo de reconciliación en Colombia, después de haber sido tratado por muchos como un asesino terrorista. ¿No es esa una lección para el mundo?”

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Nelson Mandela solía decir que “el deporte tiene el poder de inspirar y unir a la gente”. Era un razonamiento que partía de la idea de que existe un campo transversal a las personas, en el que no importan los cruces que provienen de la ideología y la política, un espacio que establece vínculos comunes y es inmune a las más hondas diferencias. Otra frase de Mandela: “Los deportes tienen el poder de cambiar el mundo. Tienen el poder de unir a la gente de una forma que muy pocas cosas lo hacen. Le habla a la juventud en un idioma que entiende. Los deportes crean esperanza donde antes había solo desesperación”.

Mandela marcó el final del apartheid y la aparición de la democracia en Sudáfrica, pero también la conversión de su nación en un espacio ideal para las competencias. Tras su llegada al poder en 1994, vino el Mundial de Rugby de 1995, la Copa Africana de Naciones de 1996, el Mundial de Cricket en 2003 y el Mundial de Fútbol en 2010, un año para el que ya el fútbol había dejado su condición marginal entre ciertos sectores de la población y en el que Soweto se iluminó con el mejor de los estadios del país, hoy convertido en un enorme altar con capacidad para 91.000 asistentes.

Quizá, en sus últimos meses de vida, Mandela ya estuviera muy mayor y lo suficientemente enfermo como para enterarse de que el proceso de paz entre el gobierno de Colombia y la de las Farc estuviera avanzando en La Habana. Tal vez nunca se enteró de que algunos de los negociadores de la guerrilla celebraron con la camiseta de la selección de fútbol cuando el equipo logró la clasificación al Mundial de Brasil del próximo año, ni que Carlos ‘El Pibe’ Valderrama propuso un partido de fútbol en apoyo del proceso. Piedras han llovido también, pero ¿qué diría Mandela?

Días de honores para Mandela


El funeral de Nelson Mandela tendrá lugar  en el estadio Soccer City, a las afueras de Johannesburgo, y ya 91 jefes de Estado y cabezas de gobierno confirmaron su asistencia. Entre ellos, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama; el de Cuba, Raúl Castro, y la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, quienes pronunciarán discursos de homenaje, alternados con los de algunos familiares del líder sudafricano. Tras la ceremonia inicial, el féretro será trasladado a capilla ardiente en el complejo Union Buildings (allí se encuentran las sedes del gobierno), donde sus seguidores podrán visitarlo hasta el viernes. Finalmente, el entierro de ‘Madiba’ será el día domingo, cuando sus restos reposen en Qunu, la aldea en la que pasó su infancia.

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dalarcon@elespectador.com

@Motamotta

Por Diego Alarcón Rozo

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