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El polémico fármaco para matar

En los últimos días el máximo tribunal emitió tres decisiones claves. Ayer avaló el uso del midazolam, un medicamento que se ha aplicado a tres reos condenados a pena de muerte.

Angélica Lagos Camargo

29 de junio de 2015 - 06:49 p. m.
Manifestaciones en Boston(Estados Unidos) en contra de la aplicación de la pena capital. / AFP
Foto: AFP - Scott Eisen
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La legalización del matrimonio homosexual en todos los rincones de Estados Unidos y el aval a la reforma sanitaria conocida como “Obamacare” ¬un sistema basado en seguros privados que permitirá a millones de personas tener cobertura médica y abaratar los costos¬ fueron dos decisiones que parecían definir un cambio social en la sociedad estadounidense. Llegaron de la mano del máximo tribunal del país, la Corte Suprema de Estados Unidos, que, sin embargo, ayer parecía dar un paso atrás, al validar un controversial método de ejecución con inyección letal.

Aunque el caso afecta únicamente a las ejecuciones realizadas con midazolam, un fármaco recientemente empleado en tres ejecuciones y en las que los presos mostraron más dolor y demoraron más tiempo en morir, el fallo de la Corte (cinco votos a favor contra cuatro en contra) abre interrogantes sobre la inyección letal en general, aprobada hace siete años por el mismo tribunal y el futuro de la pena capital en Estados Unidos.

El juez Stephen Breyer, quien se opuso al fallo puso el dedo en la llaga, según quedó consignado en su opinión: “Es altamente probable que la pena de muerte constituya una violación de la Constitución, al no proteger al reo de un castigo cruel e inusual. Como mínimo, este Tribunal debería convocar una sesión específica sobre la cuestión fundamental”, es decir sobre la pena capital, hoy legal en 31 estados. La demanda sobre la que fallaron los jueces fue interpuesta por varios condenados en Oklahoma, que denunciaron que el midazolam resultaba un método doloroso para el reo, lo cual, dicen “es una violación a la Constitución”.

Los cinco jueces que apoyaron la decisión explicaron que los reos no demostraron “un riesgo sustancial de sufrimiento con el midazolam”. En consecuencia determinaron que este ansiolítico estaba conforme a la octava enmienda, que prohíbe los castigos crueles. El juez ultraconservador Antonin Scalia replicó que “a diferencia del matrimonio gay, la pena de muerte está aprobada por la Constitución”.

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El midazolam

La inyección letal es, de lejos, el método más empleado para aplicar la pena capital en EE.UU. Según datos del Departamento de Justicia, de las 1.348 personas ejecutadas desde 1976 hasta el 1° de enero de 2014, un 87% de los casos fue hecho con inyección letal. Sin embargo, los estados que aplican la pena capital atraviesan por una escasez de barbitúricos, lo que ha llevado a aplazar varias ejecuciones, excepto en tres estados: Oklahoma, Ohio y Arizona, en donde sustituyeron el tradicional medicamento por midazolam, un ansiolítico que habría hecho que los presos sufrieran una larga y dolorosa agonía.

Tradicionalmente para realizar esta ejecución se utilizaba una combinación de tres fármacos. Después de aplicar una solución salina para expandir la vena, se administraba tiopental sódico –un barbitúrico para inducir el coma–. Segundo, bromuro de pancuronio –un agente paralizante– y finalmente, cloruro de potasio, que provocaba un paro cardiaco al condenado.

Desde 2011 la compañía estadounidense Hospira dejó de fabricar el tiopental, debido a la oposición en el extranjero a la pena de muerte. El laboratorio principal de la empresa está en Milán (Italia), cuyo gobierno exigió “una garantía de que el fármaco sedante no sería utilizado para matar reos”. Adicionalmente, la Unión Europea restringió la exportación de medicamentos empleados para fines no terapéuticos. Y aunque existen otros sedantes similares en el mercado, sustituir un fármaco por otro requeriría leyes nuevas o procesos administrativos prolongados en algunos estados, y también podría llevar a demandas de los reos que se encuentran en el pabellón de la muerte.

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El midazolam, según los estados férreos partidarios de la inyección letal, es el sustituto perfecto y ahora, constitucional, según el fallo del alto tribunal estadounidense. Este medicamento es fabricado por un laboratorio en Estados Unidos, cuyo nombre se desconoce. Comenzó a ser polémico cuando se usó en Oklahoma con el asesino convicto Clayton Lockett, quien agonizó dolorosamente durante 43 minutos. Otro reo en Arizona tardó casi dos horas en morir, mientras que en Ohio un condenado mostró signos de ahogamiento durante media hora. Lejos de suspender la aplicación de la pena de muerte, la escasez del medicamento llevó a que Utah regresara al pelotón de fusilamiento y Oklahoma, a la inhalación de nitrógeno. Una pena.

Por Angélica Lagos Camargo

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