El prisma de la rebelión

Más de 40 personas murieron ayer en enfrentamientos entre kurdos y yihadistas, dos de los varios bandos que, con agendas y creencias diferentes, a veces opuestas, se oponen al régimen de Bashar al Asad.

Víctor de Currea-Lugo
16 de octubre de 2013 - 10:00 p. m.
Un policía kurdo en Siria. Este grupo étnico se ha enfrentado recientemente a los grupos rebeldes sirios más extremistas.  / AFP
Un policía kurdo en Siria. Este grupo étnico se ha enfrentado recientemente a los grupos rebeldes sirios más extremistas. / AFP
Foto: AFP - STR

Los rebeldes sirios, que disparan contra el régimen de Bashar al Asad, que controlan varias ciudades, no son un bloque homogéneo sino un crisol, como lo es la sociedad siria a la cual reflejan. La oposición armada es tan heterogénea como las marchas que le antecedieron en 2011. Referirse a ellos solo como “freedom fighters” es tan erróneo como decir que todos son de Al-Qaeda. Según el Congreso de Estados Unidos, hay entre 70 y 100 mil rebeldes en armas.

Los rebeldes enfrentan, además de la falta de medios y los reveses militares, la división de sus donantes, el aumento de la capacidad militar del régimen por el apoyo de Hizbollah y de Irán, choques internos y una marcada satanización. La prensa ha creado un discurso en el cual los manifestantes pacíficos de 2011 desaparecieron y fueron desplazados por islamistas radicales, negando que muchos de los que en 2011 levantaban una pancarta ahora levanten un arma. Esa tendencia ha contribuido a negar también la existencia de una oposición armada pro-democrática y/o laica.

El núcleo de la oposición armada nació de las filas del Ejército. De hecho, ya más de 24 generales han desertado y cuesta trabajo acusarlos de ser agentes de la CIA o de Al-Qaeda. Esos desertores dieron origen, en julio de 2011, a un grupo llamado el “Ejército Sirio Libre” (ESL), al que también se han sumado civiles. Hoy son fuertes en las afueras de la capital, Damasco, en parte de Alepo y otras ciudades más pequeñas. El ESL más que un ejército, es una congregación de katibas (brigadas) que comparten acciones militares pero no siempre estructura ni rangos.

Un embrión de coordinación de las katibas ha sido las Kata’ib al Wihda al Watania (Brigadas de Unidad Nacional, KWW, por sus fonemas iniciales en árabe), creado en agosto de 2012, que hace presencia en Idlib, Damasco y Daara, y es cercano a la plataforma política llamada “Todos Somos Sirios”.

Lo más cercano a un centro de coordinación es el “Comando Militar Supremo” (CMS), creado en noviembre de 2012, en el que confluye una treintena de líderes, pero los líderes iniciales del ESL no tienen presencia, como el coronel Riad al-Asad. Es más una mesa de coordinación que un mando militar unificado, pero significa un paso importante. Fue creado con el auspicio de las Coalición Nacional de Oposición, pero no bajo su estructura. Existen otras dos organizaciones parcialmente incluidas en el CMS: el Frente Islámico Sirio (FIS) y el Frente de Liberación Islámico de Siria (FLIS). Este último grupo sería el de mayor peso dentro del llamado ESL.

Otro intento de coordinación es el Frente de Hombres Libres de Siria (JAS, por sus fonemas iniciales en árabe) en el que participa las KWW y que mantienen las banderas de justicia que dieron inicio a la revuelta. Tiene presencia en Homs, Ildib y Aleppo. En esta última ciudad, el JAS creó una brigada llamada “para la protección de civiles y las propiedades públicas y privadas”. En general, la relación entre civiles y rebeldes es variable, hay desde civiles que me reconocían sentirse protegidos hasta algunos que denuncian a los rebeldes como criminales de guerra.

Como si fuera poco, hay una expresión armada de los salafistas: “La brigada del Islam”. Y hay dos organizaciones yihadistas pro Al-Qaeda: Jabhat Al-Nusra (“El Frente de la Victoria”) y la organización del Estado Islámico de Irak y Sham -esto último significa Damasco o Siria- (ISIS, por sus siglas en inglés) cuyas banderas negras recuerdan su vínculo explícito con Al-Qaeda. La bandera de ISIS se observa en algunas calles de Trípoli, al norte de Líbano. El ISIS hace presencia en parte de Alepo y de Raqqa, y aunque es menos conocido que Al-Nusra tendría el doble de combatientes

Estos últimos grupos van más allá de la caída del régimen y realmente luchan por el establecimiento de un régimen islamista. El grado de control social a la población por parte de un grupo cambia según su forma de entender el Islam, pero el grado de violencia dependería más del apoyo externo en armas y municiones.

El avance de los grupos más radicales, ya sea por convicción o por los recursos que disponen es real. Los enfrentamientos entre el ESL y los grupos más radicales, que nos reconocía hace un año en territorio turco Khaled Khoja, líder del entonces Consejo Nacional Sirio, han aumentado. Pero también se presentan casos de colaboración entre el ESL y Al-Nusra, como fue la batalla de Qusayr, aunque son los menos.

De todas formas, la unidad a cualquier costo sería un suicidio para el ESL. Algunos combatientes del ESL han sido víctimas de amenazas de grupos radicales en la zona de Raqqa. La población civil ha visto la implementación marcada de la Sharía (ley islámica) y por eso ha habido marchas contra grupos como el ISIS en dicha ciudad. Algunos rebeldes del ESL me reconocían que han sido perseguidos y desplazados por los grupos pro Al-Qaeda. Otros rebeldes del ESL, según Al-Jazeera, se han pasado en bloque a Al-Nusra.

Lo religioso es parte de la cultura siria y, por tanto, la violencia se acompaña de expresiones místicas sin que necesariamente sea violencia sectaria religiosa. Por ejemplo, según el centro de pensamiento “Arab Reform Initiative” (ARI), hay ricos alawitas en el exilio que, han financiado rebeldes de la KWW, que son suníes. También hay extranjeros empuñando las armas, como en cualquier guerra y, según la ARI, hay ricos locales que han financiado brigadas locales para defenderse del régimen.

Además, existen expresiones militares locales tribales (especialmente en el oriente de Siria, en Raqqa) o étnicas, como es el caso de los kurdos (que están a su vez divididos, unos con el ESL y otros independentistas que igual chocan militarmente con el ESL). En 2012, conocí kurdos vinculados al ESL que no reparaban en discursos étnicos. Según información de prensa, en julio habría habido un alto al fuego entre kurdos y el ESL. La diferencia de agendas entre el ESL y algunos kurdos que luchan por su propia independencia preocupa a Turquía.

Decía una líder siria que debido a la disponibilidad de armas y recursos en Al-Nusra, muchos sirios -por razones pragmáticas- se unen a este grupo porque es el que más posibilidades ofrece. Algunos mecenas de Kuwait estarían sirviendo a la causa más radical. Detrás de cada expresión hay uno o más financiadores: los Hermanos Musulmanes reciben apoyo financiero de Qatar, mientras Arabia Saudita patrocina a los suníes en general, aunque según una líder siria hay grupos privados de saudíes, de Kuwait, y de los Emiratos que estarían detrás de yihadistas.

Pero esa financiación, compra soldados pero no corazones. Como dice el ARI, hay que diferenciar entre los donantes a la guerra y los que hacen la guerra: Siria es más un campo de batalla entre donantes islamistas y entre estos y los laicos, que entre creyentes. Curiosamente, agrega el estudio del ARI, algunas katibas se ponen un nombre de acuerdo al gusto del donante y algunas hasta tienen dos nombres, uno en números para los donantes laicos y otro nombre radical para los donantes islamistas.

La falta de apoyo al ESL y la creciente ayuda a Al-Nusra y a otros grupos radicales, crece el temor a un futuro controlado por islamistas, sensación que algunos no comparten. Para algunos los islamistas no superan el 15% de los rebeldes, pero la caída de zonas de Alepo y de Raqqa en manos radicales hace pensar en un porcentaje mayor. El problema es también de denominación porque no todo combatiente musulmán es necesariamente un islamista.

El miedo a no armar al ESL so pretexto de “terminar apoyando a Al-Qaeda” es paradójicamente una gran ayuda a Al-Qaeda. Así, parece que Occidente no recuerda su experiencia en Afganistán armando a los que no debiera. El futuro del mapa político de Siria se juega hoy. Es imposible fijar porcentajes sobre cuántos son combatientes musulmanes e cuántos islamistas, pues hasta los estudios podrían estar sesgados basándose en sus preferencias ideológicas.

Todos los grupos coinciden en tumbar el régimen de Asad pero no hay unidad en qué pasará después. Esa falta de respuesta alimenta el miedo de que el país se islamice, miedo que es aprovechado por casi todos los actores del ajedrez internacional. En Occidente, como si fuera poco, los discursos de la guerra contra el terror y la creciente islamofobia hacen el resto.

Los que piden una oposición homogénea y unida simplemente desconocen la heterogeneidad de Siria, tanto en lo cultural, como en lo político y lo religioso. Cuando la comunidad internacional pedía que los rebeldes se unieran y hablaran con una sola voz para ayudarles, les pedían algo que sabían de antemano que era imposible.

La oposición política en el exilio, agrupada en la Coalición Nacional Siria recoge cierto consenso pero, hace pocos días, fue descalificada como vocero legítimo por una parte importante de la oposición en armas dentro de Siria. Khaled Khoja me reconocía que el exilio sirio no tuvo pretensiones de liderazgo sino de apoyo, pero cuando fue necesario un papel político más relevante, no parece haber dado la talla, como se lo ha criticado la sociedad desde Siria. Toda guerra es dinámica, desde los frentes de lucha hasta las fuerzas enfrentadas, y Siria no es la excepción.
 

Por Víctor de Currea-Lugo

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