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El regreso de los indignados

Visita del papa a Madrid endurece la postura de las autoridades y atiza el malestar de los jóvenes.

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Redacción Internacional
04 de agosto de 2011 - 11:13 p. m.
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"¡Esto es lo que pasa por echarnos de la plaza!".

Al unísono, como un grito de guerra, las consignas de los jóvenes miembros del movimiento 15-M vuelven a inundar las principales calles del centro de Madrid. El paseo del Prado, la Plaza de Cibeles, la calle de Alcalá, la Gran Vía, Callao, la calle de Preciado, todas las vías que conducen a la Plaza del Sol, ya histórico bastión del movimiento, se llenaban ayer, por segundo día consecutivo, de cientos de “indignados”, que reaccionaban con furia a los recientes desalojos de sus compañeros que aún acampaban en el paseo del Prado y la Plaza del Sol.

Hace casi dos meses, cuando reunidos en asamblea los indignados convinieron desmontar la acampada establecida en la Plaza del Sol desde el 15 de mayo, muchos auguraron que la gran movilización se perdería en las redes sociales y que se extinguiría con el tiempo.

Sin embargo, la visita del papa Benedicto XVI a Madrid, que participará la próxima semana en la concurridísima Jornada Mundial de la Juventud, ha elevado la presión de las autoridades y fuerzas policiales para garantizar el orden en la capital española.

El martes 2 de agosto, la Guardia Civil evacuó a la fuerza a los indignados que aún acampaban en la Plaza del Sol y en el paseo del Prado. La acción policial, como ocurrió durante otros momentos en estos meses, desató una inmediata oleada de protestas virtuales, que se proliferó por las redes sociales y convocó al movimiento de nuevo a las calles.

Desde entonces, los indignados han intentado infructuosamente retomar su plaza, el lugar donde deliberaban a diario y en el que tenían establecido un punto de información permanente que también fue desmantelado por la Policía. Ahora, sólo los turistas tienen acceso y las autoridades impone un férreo filtro.

Al no poder entrar, los militantes del movimiento invadieron otras plazas, incluyendo la Plaza Mayor, y cortaron por un buen tiempo la central Gran Vía, arteria vital del comercio y los negocios en Madrid.

En un fuerte comunicado de prensa, el sindicato unificado de policía de España criticó a los miembros del movimiento por buscar generar el caos. Aunque reconoció que “los indignados tienen razón en todo lo que dicen y piden”, les solicitó “no equivocarse en algunas cosas de las que hacen” y no “perderse en batallas estériles (como confrontar con la Policía o insultarla)”.

Al cierre de esta edición, los indignados intentaban por tercera vez entrar en la plaza, que, como describió un periodista en la zona, continuaba cerrada a “cal y canto”. Las estaciones de metro de Sol y sus alrededores también permanecieron buena parte del día cerradas, mientras que un inmenso operativo policial guardaba la soledad de la plaza.

Y en las redes, la convocatoria a tomar la plaza seguía circulando.

Por Redacción Internacional

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