Refugiados de cerca de treinta nacionalidades afincados en Brasil participaron en un torneo de fútbol con la intención de promover la inclusión y romper con los prejuicios, según informaron hoy los organizadores.
Bajo el lema "No me juzgues antes de conocerme", la denominada "Copa de los Refugiados" se definió hoy en el estadio Pacaembú de Sao Paulo entre las selecciones de Angola y Malaika, el equipo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) formado por jóvenes inmigrantes de varios países.
Es la primera edición a nivel nacional de este campeonato organizado por la ONG África de Corazón y que cuenta con el apoyo institucional de Acnur y de distintos órganos de los gobiernos locales.
"El refugiado de Porto Alegre es gaucho, el de Río de Janeiro es carioca y el de Sao Paulo, paulistano. Llevamos orgullo de la ciudad que nos da espacio, como esos refugiados de Angola, que además de ser angolanos son cariocas", afirmó a Efe Jean Katumba, refugiado congolés y presidente de África de Corazón.
En total, cerca de 1.000 personas, entre refugiados, inmigrantes y algunos pocos brasileños, conformaron las 41 selecciones de 27 nacionalidades diferentes que participaron en las distintas etapas del torneo que se celebraron en los estados de Sao Paulo, Río de Janeiro y Espírito Santo, todos ellos en el sudeste del país.
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"Es un evento organizado por una organización de refugiados para refugiados y eso muestra que las personas están tomando el control de sus vidas, teniendo autonomía para la integración local en el país", expresó a Efe la jefa de la sede de Acnur en Sao Paulo, María Beatriz Nogueira.
En un ambiente festivo, coincidiendo además con el Día de la Conciencia Negra en Brasil, Malaika, nombre que significa "ángeles", se llevó el trofeo en los penaltis después de adelantarse en el marcador y ver como Angola les empataba en el último minuto.
"El principal (objetivo) es llamar la atención de la sociedad brasileña y también lógico de la sociedad mundial de que todos nosotros somos de un solo planeta, o sea, todos somos humanos, nuestra nacionalidad tiene que ser universal", indicó Joao Farias, secretario de Deportes y Ocio de Sao Paulo.
En su opinión, "el fútbol literalmente une las naciones" y en este sentido, la "Copa de los Refugiados es una forma de mostrar unión entre los países e integración entre las personas", además de denunciar la "intolerancia" y el "prejuicio" contra este segmento de la población que sufre con el "hambre, la violencia y la guerra".
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Para Katumba, Brasil necesita "personas que saben entrar en el campo y hacer gol" y eso significa para los refugiados "dar lo mejor" de sí mismos y para los brasileños "abrir espacio" para ellos y para este tipo de iniciativas.
De acuerdo con datos del Comité Nacional para los Refugiados (Conare), Brasil recibió en los últimos siete años 126.102 solicitudes de refugio y le concedió ese estatus a 10.145 extranjeros.
De esos 10.145 que recibieron refugio, tan sólo unos 5.100 siguen viviendo en Brasil, en su mayoría sirios, que son el 35 % del total, congoleños (13 %), colombianos (10 %), angoleños (8 %) y palestinos (5 %).
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