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Silvio Berlusconi es un hombre con sensibilidad musical. Cuando era primer ministro, cargo al que renunció el pasado 12 de noviembre, sacaba tiempo para asistir a los estudios y grabar baladas. Esa no era una pasión que se iba a apagar con su salida del gobierno, así que hoy, doce días después de su dimisión y mientras su sucesor Mario Monti intenta salvar a Italia de la bancarrota, sale a la venta El verdadero amor, cuya proyección de venta es una incógnita.
Está compuesto por 11 canciones, interpretadas por la voz romántica del magnate, con títulos dicentes como Si tú no fueras tú o Si se acabara el mundo: “Si se acabara el mundo/ tú nunca sabrías/ que eres la alegría de toda mi vida./ Si se acabara el mundo/ tú no te percatarías/ de que me muero/ cuando tú no estás”. Las letras son de autoría de Berlusconi, a quien Mariano Apicella, su acompañante musical, dio las gracias “por haber escrito una vez más sus palabras de amor en mi música”.
La mayoría de las melodías se enmarcan en lo que expertos musicales definen como “serenata napolitana”, en la que Berlusconi deja suelta su voz con comodidad. Sin embargo, incómoda resulta ahora su comparecencia ante los jueces que llevan adelante los tres procesos penales que se adelantan en su contra. El martes, mientras su nuevo álbum llegaba a las discotiendas, el exprimer ministro tuvo que asistir al Tribunal de Milán para una de las sesiones del juicio del caso Mediaset, el conglomerado de medios de su propiedad, en el que se le acusa de fraude fiscal. Su comportamiento fue bastante sobrio durante su asistencia a la Corte, apenas tuvo tiempo de saludar a dos admiradoras suyas que esperaron pacientemente a su entrada.
Sin su aura de primer ministro, Silvio Berlusconi no goza del beneficio de la llamada “ley del legítimo impedimento”, que exonera a los miembros del gobierno a asistir a las audiencias que se adelanten en su contra por lo extenuante de sus funciones. Es factible que para Il Cavaliere vengan días difíciles: además del caso Mediaset, Berlusconi tiene pendiente el caso ‘Ruby’, en el que se le acusa de prostitución infantil, y el caso Mills, en el que responde por cargos de corrupción en acto judicial. Alejado de la política, ahora lo suyo es cantar.