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En India, los sintecho prefieren las calles que a los refugios pese al frío

Los problemas en los alojamientos proporcionados por el gobierno a las personas sin hogar en Nueva Delhi, como la falta de servicios básicos y las condiciones antihigiénicas, han llevado a que muchos de ellos prefieran las calles antes que a los refugios. Ahí “consiguen ayuda” de verdad, según comentan.

Irene Monmeneu / Efe

07 de enero de 2020 - 01:14 p. m.
Krishna, una mujer sin hogar enferma de lepra, almuerza en una calle de Nueva Delhi, India, mientras espera recibir ayuda de los transeúntes en uno de los inviernos más fríos de la historia de la capital. / EFE
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Miles de personas sin hogar prefieren vivir en las calles de Nueva Delhi a la espera de recibir ayuda de los transeúntes antes que en los refugios facilitados por el Gobierno indio y varias ONGs, durante uno de los inviernos más fríos de la historia de la capital.

Meena, de 63 años, vive junto a su familia en una acera de Delhi y utiliza ropa vieja, papel y residuos para avivar el fuego de las hogueras con las que intentan calentarse durante los días y las noches del segundo invierno más frío en 119 años.

 "Conseguimos algo de ayuda si nos quedamos en la calle. La gente que pasa por aquí nos da mantas y ropa, y no lo tenemos que comprar", explicó a Efe la mujer.

Como otros miles de sintecho que viven en la capital, la familia de Meena no quiere pernoctar en ninguno de los 234 refugios de Delhi, que tienen una capacidad de acogida de hasta 18.560 personas y sin embargo la noche más concurrida ampararon solamente a 10.073, según los datos de la Junta de Mejora del Refugio Urbano de Delhi (DUSIB).

"Borrachos y ladrones se refugian también allí. ¿Cómo podemos vivir entre ellos?", se pregunta Meena.

A unas pocas calles de distancia, en una acera muy cercana a un refugio, vive Krishna, una mujer de 45 años enferma de lepra, que también dice no sentirse "segura" en esos centros. Vea también: Ciudad india retira a habitantes de calle ante la llegada de Ivanka Trump en 2017

"Hay ladrones. Nos pegaron y perdimos algunas de nuestras pertenencias", contó a Efe, por lo que decidió volver a vivir en la calle junto a su marido inválido y a su hija, que dependen de un templo cercano para conseguir comida varias veces al día.

Además de la "inseguridad" que sienten al compartir techo con desconocidos, las mujeres lamentan la "atmósfera sucia" del lugar.

"Al menos nosotros limpiamos las aceras. Cuando vienen los barrenderos, apartamos nuestras cosas, pero allí (en los refugios) todo está siempre en el mismo sitio", contó Meena.

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Ashok Pandey, miembro de la ONG Housing and Land Rights Network, también denuncia las condiciones "antihigiénicas" de estos centros de acogida -ubicados en edificios permanentes, cabañas desmontables o tiendas de campaña-. Y añade que "no hay espacio ni instalaciones suficientes. En pleno invierno, se les da solamente una manta, que no es suficiente y ni siquiera está limpia". Vea también: Siete habitantes de calle demandan a Los Ángeles por botar sus posesiones a la basura

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Según el censo de 2011, casi 50.000 personas viven a la intemperie en la capital en carreteras, bajo puentes o en lugares de culto. A pesar de ser reacios a refugiarse en centros de acogida, el Gobierno delhí y varias ONGs tratan de rescatarlos de las calles, a través de la colaboración ciudadana con líneas telefónicas de ayuda e incluso de una aplicación móvil, Rain Basera, creada hace dos años para este propósito.

"Si alguien en Delhi ve gente durmiendo en las calles, puede usar la aplicación, hacer una fotografía, mandarla a la sala de control, y un equipo de rescate acudirá a esa ubicación para intentar llevarlos al refugio", explicó a Efe Santosh, director de la ONG Safe Approach for Nascent Termination of Social Hazard, que coordina 47 de estos centros.

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Sin embargo, los datos de la página web de la Junta de Mejora del Refugio Urbano de Delhi muestran que, del total de llamadas recibidas por la sala de control, menos de la mitad de las personas sin hogar atendidas aceptaron acudir al refugio más cercano. Que prefieran las calles a los centros de acogida, según Santosh, se debe a que "aceptan mantas de los donantes", lo que está causando que "la mendicidad aumente".

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Meena y su familia se envuelven en estas mantas, andrajosas en la mayoría de los casos, para pedir limosnas bajo el frío de la capital, que el pasado lunes 30 registró su día más frío en 119 años con temperaturas mínimas de entre 1 y 3 grados, según el departamento de meteorología indio. Aunque la policía no deja de desalojarle de las calles en las que se instala una y otra vez, Meena encuentra nuevas aceras donde vivir, y asegura que siempre las preferirá frente a los refugios.

Por Irene Monmeneu / Efe

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