Cuando Hisui Tatsuta estaba en la escuela secundaria, su madre solía bromear diciendo que estaba deseando ver las caras de sus futuros nietos. Tatsuta, que ahora tiene 24 años y es modelo en Tokio, se echaba atrás ante la suposición de que algún día daría a luz.
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Cuando su cuerpo empezó a desarrollar rasgos femeninos, Tatsuta empezó a hacer dieta y ejercicio extremos para evitar los cambios. Empezó a considerarse a sí misma sin género. “No me gustaba que me vieran como un útero que puede dar a luz antes que como a una persona”, afirmó. En definitiva, quiere esterilizarse para eliminar cualquier posibilidad de embarazarse.
Sin embargo, en Japón, las mujeres que desean someterse a procedimientos de esterilización como la ligadura de las trompas de Falopio o la histerectomía deben cumplir unas condiciones que figuran entre las más onerosas del mundo. Ya deben tener hijos y demostrar que el embarazo pondría en peligro su salud, además se les exige el consentimiento de sus cónyuges. Esto hace que muchas mujeres tengan dificultades para someterse a estas operaciones, y es casi imposible para las solteras sin hijos como Tatsuta.
Ahora, ella y otras cuatro mujeres han demandado al gobierno japonés, alegando que una ley de hace décadas conocida como Ley de Protección Maternal viola su derecho constitucional a la igualdad y la autodeterminación, y debería ser anulada.
Durante una audiencia celebrada la semana pasada en el Tribunal de Distrito de Tokio, Michiko Kameishi, abogada de las demandantes, calificó la ley de “paternalismo excesivo” y dijo que “suponía que pensamos en el cuerpo de una mujer como un cuerpo destinado a convertirse en madre”.
Kameishi declaró ante un panel compuesto por tres jueces, dos hombres y una mujer, que las condiciones para la esterilización voluntaria eran reliquias de otra época y que los demandantes querían dar “un paso esencial para vivir la vida que han elegido”.
Japón va a la zaga de otros países desarrollados en materia de derechos reproductivos más allá de la esterilización. Ni la píldora anticonceptiva ni los dispositivos intrauterinos están cubiertos por el seguro nacional sanitario, y las mujeres que desean abortar deben obtener el consentimiento de sus parejas. El método anticonceptivo más utilizado en Japón es el preservativo, según una encuesta de la Asociación Japonesa de Planificación Familiar. Menos del 5 por ciento de las mujeres utilizan píldoras anticonceptivas como método principal para evitar el embarazo.
Los expertos afirman que las demandantes en el caso de esterilización, que también solicitan una indemnización de un millón de yenes (unos 6400 dólares) por persona con intereses, se enfrentan a obstáculos considerables. Las demandantes reclaman el derecho a la esterilización al mismo tiempo que el gobierno intenta aumentar la tasa de natalidad de Japón, que ha caído a mínimos históricos.
“Que las mujeres que pueden dar a luz dejen de tener hijos se considera un paso atrás en la sociedad”, afirmó Yoko Matsubara, profesora de bioética de la Universidad de Ritsumeikan. “Por eso puede ser difícil conseguir apoyo” para la demanda.
La semana pasada, mientras las cinco demandantes se sentaban frente a cuatro representantes masculinos del gobierno, Miri Sakai, de 24 años, estudiante de sociología, declaró que no tenía interés en mantener relaciones sexuales o románticas ni en tener hijos.
Aunque en Japón las mujeres han conseguido avanzar en cuanto a la vida laboral, las expectativas culturales sobre sus deberes familiares son tantas como siempre. “El estilo de vida de no casarse ni tener hijos sigue siendo rechazado en la sociedad”, indicó Saka.
“¿Es natural tener hijos por el bien del país?”, preguntó. “¿Las mujeres que no dan a luz son innecesarias para la sociedad?”.
La lucha legal en Japón se abre al mismo tiempo que los derechos reproductivos han sido objeto de ataques en Estados Unidos. Hace dos años, la Corte Suprema anuló la sentencia del caso Roe contra Wade, poniendo fin a un derecho constitucional al aborto que había estado vigente durante décadas. Sin embargo, la cuestión de la esterilización femenina aún no se discute en Estados Unidos, donde sigue siendo el tipo más común de control de la natalidad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
En Japón, la esterilización es un tema especialmente delicado debido al historial del gobierno de obligar a someterse a este procedimiento a personas con problemas psiquiátricos o discapacidades intelectuales o físicas.
Esas esterilizaciones se realizaron durante décadas en virtud de una medida de 1948 conocida como Ley de Protección de la Eugenesia. En 1996 se revisó y se rebautizó como Ley de Protección Maternal para eliminar la cláusula eugenésica, pero los legisladores mantuvieron requisitos estrictos para las mujeres que querían abortar o esterilizarse. A pesar de la presión ejercida por grupos de defensa y activistas de los derechos de la mujer, la ley no se ha modificado desde la revisión de 1996.
En principio, la ley también afecta a los hombres que desean someterse a una vasectomía. Deben contar con el consentimiento de sus cónyuges, así como demostrar que ya son padres y que el embarazo pondría en peligro a sus parejas desde el punto de vista médico.
En la práctica, sin embargo, los expertos afirman que en Japón hay muchas más clínicas que ofrecen vasectomías que procedimientos de esterilización para mujeres.Según datos del gobierno, los médicos realizaron 5130 esterilizaciones tanto a hombres como a mujeres en 2021, último año del que se dispone de estadísticas. No se dispone de desgloses por sexo.
En un comunicado, la Agencia de Niños y Familias, que lleva a cabo regulaciones bajo la Ley de Protección Materna, dijo que no podía hacer comentarios sobre la demanda.
El arraigado gobierno del derechista Partido Liberal Democrático de Japón, junto con los arraigados valores familiares tradicionales del país, han impedido avanzar en materia de derechos reproductivos, afirmó Yukako Ohashi, escritora y miembro de la Red de Mujeres por la Libertad Reproductiva.
El nombre de la Ley de Protección Maternal es revelador, dijo Ohashi en una entrevista en vídeo. “Se protegerá a las mujeres que vayan a ser madres”, dijo. “Pero las mujeres que no serán madres no serán respetadas. Así es la sociedad japonesa”.
Incluso en Estados Unidos, donde cualquier mujer de 21 años o más puede solicitar legalmente la esterilización, algunos ginecólogos y obstetras desaconsejan a sus pacientes estos procedimientos, especialmente cuando las mujeres aún no han tenido hijos.
Del mismo modo, en Japón, la profesión médica “sigue teniendo una mentalidad muy patriarcal”, señaló Lisa C. Ikemoto, profesora de derecho de la Universidad de California en Davis. Los médicos “funcionan como un cártel para mantener ciertas normas sociales”.
Las propias mujeres dudan a menudo si obviar las expectativas de la sociedad debido a la fuerte presión para que se conformen.
“Mucha gente cree que intentar cambiar el statu quo es egoísta”, declaró Tatsuta, la modelo y demandante, poco antes de la audiencia de la semana pasada. Pero cuando se trata de luchar por el derecho a tomar decisiones sobre el propio cuerpo, dijo, “quiero que todo el mundo esté molesto”.
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Por Motoko Rich y Kiuko Notoya | The New York Times
