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En medio de una creciente polarización, algunos temen una guerra civil en Israel

Tras la reanudación de la ofensiva contra Gaza y polémicas decisiones del gobierno de Netanyahu, varias fracturas se profundizan en el país. ¿Hasta dónde pueden llegar?

Juliana Valentina Vélez

22 de marzo de 2025 - 09:00 a. m.
Enfrentamientos entre la policía y manifestantes durante una marcha de protesta por la reanudación de los combates en Gaza y el anuncio del primer ministro israelí, Netanyahu, de destituir al jefe del Shin Bet, Ronen Bar, en Jerusalén, el 19 de marzo de 2025.
Foto: EFE - ATEF SAFADI
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Voces como la de Aharon Barak, expresidente de la Corte Suprema de Israel, han advertido en diálogo con medios de comunicación que temen que las acciones del Gobierno de Israel estén empujando al país hacia una guerra civil.

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Barak cree que medidas como el intento de remover al jefe del Shin Bet, Ronen Bar, y las tensiones con la fiscal general, Gali Baharav-Miara (contra quien el gobierno adelantará una moción de destitución), evidencian las fracturas dentro del gobierno. Según él, estos acontecimientos profundizan las tensiones internas y acercan a Israel al riesgo de un conflicto civil.

El país, por demás, en los últimos días ha sido escenario de multitudinarias manifestaciones en las calles contra el gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, tras su orden de reanudar la ofensiva contra la Franja de Gaza, lo que algunos exrehenes y familiares creen que pone en riesgo a los cerca de 60 secuestrados que siguen en poder de Hamás, pero también contra la destitución del jefe del Shin Bet, agencia que ha investigado la financiación de Catar a Hamás, así como el escándalo conocido como “Catargate”, que involucra a exasesores de Netanyahu que habrían promovido una campaña para favorecer los intereses de esa potencia del golfo.

Bar fue sacado de su cargo por el gabinete del primer ministro Netanyahu, pero el viernes la Corte Suprema del país suspendió la decisión, a la que, por cierto, se opuso la fiscal.

En el medio Ynet, Barak afirmó que “el principal problema en la sociedad israelí es [...] la grave división entre los israelíes”. Asimismo, agregó: “Esta grieta se está agravando y, al final, me temo, será como un tren que se descarrila y se precipita a un abismo, provocando una guerra civil”.

Pero otras voces, como la de Margarita Cadavid, internacionalista de la Universidad del Rosario, y especialista en derechos humanos y defensa, aseveran que “el tema de una guerra civil en Israel es poco probable porque esa sociedad, pese a las diferencias que tenga siempre, por la amenaza y el enemigo externo [...] se une”.

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Al tiempo, señala: “La sociedad sabe que la ruptura del cese al fuego, dada por Israel, y el incumplimiento [previo a la ruptura], es responsabilidad absoluta del Estado”.

La analista asegura, para contextualizar, que la situación “se da en el marco de un Netanyahu que no quiere perder la coalición [de gobierno], que le permite mantenerse en el poder, y que [se resiste] a ir a juicio por las acusaciones de corrupción y por los fallos de seguridad del 7 de octubre de 2023”.

Ralf Melzer, director de la fundación Friedrich Ebert en Israel, en sintonía con Cadavid, afirmó: “No espero realmente una guerra civil, pero la polarización está aumentando y la situación se está intensificando”.

Antes del 7 de octubre

El experto Gabriel Ben-Tasgal, autor del libro “Israel: Una democracia en Medio Oriente” y especialista en la región, recordó que antes de los ataques del 7 de octubre de 2023, algunos soldados reservistas de Israel rechazaron servir en protesta contra las reformas judiciales del gobierno, que fueron vistas como una amenaza a la separación de poderes.

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Tradicionalmente, negarse a defender a Israel era considerado como una traición, pero, en este caso, los medios y parte de la sociedad acogieron esas declaraciones con simpatía. El analista sugiere que Hamás también tomó nota de estas divisiones internas.

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Luego del 7 de octubre, en medio de un trauma nacional, esas divisiones pasaron a un segundo plano. El panorama, sin embargo, parece estar cambiando de nuevo.

Por otro lado, el analista mencionó que algunos ministros y diputados del gobierno han ignorado decisiones judiciales, argumentando que el poder judicial actúa fuera de la ley. Aunque dichos casos han sido aislados, el experto advierte que este tipo de desobediencia podría ser el inicio de una especie de proceso de anarquía en el país.

Los factores de división en Israel

El experto Gabriel Ben-Tasgal aseguró que “hay dos factores fundamentales que explican la crisis institucional israelí actual”.

El primero es el “cambio en las élites gobernantes”. El analista explicó que Israel se fundó como un estado laico, socialista y mayoritariamente judío de origen europeo, pero hoy en día se orienta cada vez más hacia la derecha, es más religioso y su población presenta una diversidad étnica.

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Subrayó que “el paso de una élite a otra no es simple”. Esto crea una profunda división, sobre todo entre los intereses de los gobernantes y, también, entre la perspectiva de la sociedad israelí.

El segundo factor podría ser que, desde 1977, las elecciones en Israel han permitido que fuerzas conservadoras lleguen al poder, mientras que instituciones clave, como el poder judicial, han permanecido dominadas por una visión que tiende a la izquierda.

“El activismo judicial en una versión extrema, impuesta por importantes jueces de Israel como Aaron Barak, se terminó enfrentando con las fuerzas de derecha”, afirma el analista.

Si un país adopta durante 30 años políticas intervencionistas al tiempo que los jueces son señalados de asumir atribuciones más allá de lo que establece la ley, eventualmente esa situación genera una crisis.

El sistema judicial en Israel funcionó de esa manera sin mayores cuestionamientos hasta que el propio Netanyahu enfrentó un juicio. Fue entonces cuando la controversia estalló, según el experto.

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Para mostrar la división social en Israel, es pertinente exponer la encuesta de Pew Research Center de 2024. Esta revela que “el 39 % de los israelíes afirma que la respuesta militar de Israel contra Hamás en Gaza ha sido correcta, mientras que el 34 % afirma que no ha ido lo suficientemente lejos y el 19 % piensa que ha ido demasiado lejos”.

La polarización social también se plasma entre los israelíes, tanto judíos como árabes. Según la misma fuente “los árabes israelíes son mucho más propensos que los judíos a decir que la respuesta militar del país ha ido demasiado lejos (74 % frente a 4 %)”.

La legitimidad de Netanyahu y su futuro

La falta de legitimidad para el gobierno de Netanyahu en sectores poblacionales israelíes lo pone en riesgo.

Melzer, director de FES en Israel, explica que en el marco del incremento de la polarización y la intensificación de tensiones “la policía utiliza cañones de agua y actúa con violencia contra los manifestantes”. Aseguró: “En una reunión, el político opositor Yair Golan, exmiembro del parlamento y exviceministro, fue derribado al suelo por agentes de policía”. Además, “la policía ha estado utilizando a la Guardia Nacional contra los manifestantes”.

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Resaltó: “La gente está indignada”, lo que puede disminuir la legitimidad del gobierno. Esto, en medio de factores como la percepción de que “el gobierno no está haciendo todo lo posible para traer de regreso a los 59 rehenes que aún permanecen en Gaza”.

Además, se ha producido una escalada en la inconformidad poblacional por el intento del primer ministro Netanyahu de destituir al jefe del Shin Bet, Ronen Bar. “Miles de personas salieron a las calles en distintas ciudades del país para protestar contra esta medida”, desencadenada mientras “el Shin Bet investiga sospechas de que Catar pagó a asesores cercanos al primer ministro para actuar en su nombre”.

Según la oficina del primer ministro, la destitución de Bar responde a que se le considera “blando” en el cargo y que “no es la persona adecuada para rehabilitar la organización (Shin Bet)”.

En una carta reciente, Bar, además, insinuó que Netanyahu emprendió las negociaciones para una tregua en Gaza sin la verdadera intención de llegar a un “acuerdo real”.

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En medio de esto, Ben-Tasgal explica que “si el Gobierno de Israel destituye a responsables del atentado del 7 de octubre, sin llamar a elecciones para volver a pedir el apoyo popular, no aumentará la legitimidad de Netanyahu”.

“Muchas personas consideran que el [intento] de despido del jefe del Shin Bet y [la moción de censura] contra la fiscal general es una afrenta a quienes deben controlar el buen funcionamiento de la democracia”, afirmó.

El analista, no obstante, cree que “la Fiscalía y el asesor judicial general, que en este caso son la misma persona, consideran que ellos son la última palabra en temas legales y declaran ilegales cosas que no lo son”.

Además, resaltó que considera que el pueblo israelí “está sumido en una confusión profunda”, pues “la fiscal general se viene atribuyendo derechos que la ley no le confiere”.

Acusaciones de un “Estado profundo”

El miércoles Netanyahu afirmó que “las cloacas del estado izquierdistas instrumentalizan el sistema judicial”.

Ehud Barak, ex primer ministro, rechazó esta idea diciendo que Israel no tiene un “Estado profundo” como algunos argumentan que ocurre en Estados Unidos, sino que sus funcionarios públicos simplemente cumplen con la ley.

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Un “deep state” (Estado profundo) se refiere a la idea de que existe una estructura de poder oculta dentro del gobierno, compuesta por burócratas, funcionarios, jueces, militares o servicios de inteligencia, que operan al margen de la autoridad política elegida democráticamente.

Ben-Tasgal asegura que “Netanyahu se siente envalentonado porque el tema del Estado profundo ha sido elevado por Donald Trump y su gobierno y también por otras personas en el mundo”.

Para el analista, “lo más importante es que los partidos políticos centrales lleguen a un acuerdo para establecer reformas coordinadas y escaladas”. La polarización se divide en “los que aman a Netanyahu y los que lo odian”; esto deja a un lado la racionalidad y pone el reto a los lideres políticos de “ser fuertes y seguros para no dejarse arrastrar por el extremismo de sus votantes”, asegura.

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Por Juliana Valentina Vélez

Estudiante de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos.jvelez@elespectador.com
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