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En tiempos de Donald Trump, ¿se repetirá la historia de Ucrania con Taiwán?

Tras los hostiles intercambios entre Washington y Kiev, que solía contar con el apoyo incondicional de la Casa Blanca, muchos se preguntan si Taiwán será el próximo en preocuparse. Esto opinan los expertos.

Juliana Valentina Vélez

01 de marzo de 2025 - 04:58 p. m.
Personal del ejército de Taiwán se alinea durante la visita del presidente taiwanés William Lai (Lai Ching-te) a una base militar en Taitung
Foto: EFE - RITCHIE B. TONGO
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El giro en la política exterior estadounidense con la llegada de Donald Trump, evidente en cuestiones como la de Ucrania, siembra dudas sobre cómo su ambigüedad podría influir en otros escenarios, como la defensa de Taiwán y las ambiciones de China en la región.

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China se ha mantenido cerca de Taiwán estos últimos días. El 27 de febrero de 2025, por ejemplo, un total de 45 aeronaves y 14 buques de guerra chinos fueron detectados en las inmediaciones de la isla. Pekín realizó maniobras con fuego real frente a la costa sur de la isla.

Ese es solo un ejemplo de las constantes maniobras de China hacia Taiwán. Horas después, el portavoz del Ministerio de Defensa de Pekín lanzó una amenaza: “Vendremos a buscarlos, tarde o temprano”.

El contexto ucraniano

El 24 de febrero pasado Estados Unidos sorprendió a la comunidad internacional cuando se puso del mismo lado de Rusia al votar negativamente una resolución en Asamblea General de la ONU que buscaba condenar la guerra durante la conmemoración del tercer aniversario de la invasión rusa a Ucrania.

Esto ocurrió días después de que Trump tildara al presidente ucraniano Volodímir Zelenski de “dictador”, algo que, en medio de las negociaciones de un acuerdo sobre las tierras raras de Ucrania, evadió. “¿Dije eso?”, les respondió el republicano a los periodistas.

Pero quizá nada ha sido tan impactante como el encuentro del viernes: un choque poco diplomático en la Oficina Oval durante la visita de Zelenski, que terminó acorralado por Trump y su vicepresidente, J. D. Vance. Zelenski, quien durante el encuentro cuestionó la diplomacia estaodunidense y dejó claro su rechazo a Putin, se fue de la Casa Blanca sin firmar ningún acuerdo sobre los minerales ucranianos, mientras que el mandatario republicano calificó a su homólogo de irrespetuoso.

Washington ha manifestado interés en los recursos minerales de Ucrania. Ha exigido el equivalente a US$500.000 millones en tierras raras, pues considera que ha invertido una suma colosal en el apoyo a Kiev frente a la invasión rusa, y explica que debería obtener una compensación a cambio.

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En paralelo, la administración de Trump ha iniciado el camino para normalizar las relaciones con el país atacante, Rusia.

Todo el panorama ha abierto varios interrogantes. Entre ellos: ¿dejará Estados Unidos de respaldar a Taiwán en su conflicto con China? Y segundo, ¿es la política transaccional de Estados Unidos una novedad que también se aplicará a Taiwán?

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Ventajas y obstáculos para Taiwán

David Castrillón Kerrigan, profesor investigador de la Universidad Externado de Colombia, explica que Estados Unidos siempre ha tenido una política exterior transaccional. “La gestión siempre ha estado muy guiada por los intereses de Estados Unidos, es decir, los presidentes que han pasado por la Casa Blanca siempre están buscando priorizar los intereses; eso lleva a una política exterior pragmática”. Aun así, “lo que ha cambiado con Trump es la lógica transaccional”, agrega. El mandatario tiene “una mayor disposición de avanzar en los intereses materiales de Estados Unidos, por encima de las ideaciones”.

El rol de Estados Unidos en Taiwán surgió del Tratado de Defensa entre Estados Unidos y la República de China (Taiwán) en 1954. En el artículo II se estipuló que “para alcanzar más eficazmente el objetivo del presente Tratado, las Partes, por separado y conjuntamente, mediante la autoayuda y la ayuda mutua, mantendrán y desarrollarán su capacidad individual y colectiva para resistir los ataques armados y las actividades subversivas comunistas dirigidas desde el exterior contra su integridad territorial y su estabilidad política”.

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La relación con Taiwán abarca otras aristas relevantes. Por ejemplo, la isla tiene una importante función a nivel estratégico para Estados Unidos, pues pertenece a “la primera cadena de islas”, que tiene un fin de barrera natural en la zona. Es una línea geográfica que se extiende desde el sur de Japón, a Taiwán y luego Filipinas, hasta adentrarse en el mar de China Meridional. Los países pertenecientes a la cadena de islas son aliados de EE. UU. y cruciales para el desarrollo de su política exterior, que busca contrarrestar el poder de China en la región.

Una segunda dimensión es la trascendencia que la isla tiene en la economía mundial, pues produce los chips con lo que se crean dispositivos electrónicos de uso cotidiano a nivel global. El Orden Mundial explica que la empresa TSMC, que se encuentra en Taiwán, es “el gran dominador de la fabricación global de semiconductores, un bien estratégico de primer orden presente en prácticamente cualquier dispositivo electrónico y esencial para la fabricación de computadores, teléfonos, coches o aviones”. Esta ha sido por años la ventaja comercial del país.

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China también se encuentra entre los primeros proveedores de semiconductores. En caso de una invasión a Taiwán, Estados Unidos perdería la ventaja estratégica de su alianza con los taiwaneses, lo que lo llevaría a depender en gran medida de la manufactura de chips chinos, facilitando así el dominio del mercado por parte de Pekín.

Para Camilo Defelipe, docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, “existe un recambio que consiste en acceder a minerales estratégicos para el desarrollo tecnológico, la trasnformación energética y otros fines, con el

objetivo de enfrentar la competencia de China en esa misma área”. Además, “Estados Unidos quiere, por ese medio, resolver el conflicto con Ucrania, para despejar (sus gastos), y tener recursos diplomáticos, económicos, entre otros, que se enfoquen en su política interna, pero también en la contención estructural de China”.

La ventaja geopolítica y económica de Taiwán hace que Estados Unidos tenga intereses específicos en la isla, por esto lo ocurrido en Ucrania no necesariamente se replicará con Taiwán, según Defelipe. Aunque la impredecibilidad de Trump no genera una certeza de lo que pasará con la isla, recalcó.

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Sin embargo, Castrillón recuerda la postura estadounidense de “reconocer a Beijing como gobierno legítimo, pero al mismo tiempo promover que la situación entre Taiwán y China se resuelva de forma pacífica”. También está el apoyo en defensa de Estados Unidos hacia la isla, mientras se mantienen relaciones comerciales con Pekín, tema que ha evidenciado la falta de neutralidad de Washington ante el asunto, según el experto. En definitiva, la situación en Taiwán difiere notoriamente de la de Ucrania por múltiples motivos. En Taiwán, Estados Unidos no ha proporcionado incondicionalmente ciertos apoyos, a diferencia de lo que sucedió con Ucrania. En el ámbito militar la diferencia es clara: mientras Trump exige a Zelenski que pague por la asistencia, en el caso taiwanés no se contemplan tales ayudas. Además, la capacidad de la isla para producir chips avanzados es única y difícil de imitar, como explica Castrillón.

Un escenario hipotético: ¿Taiwán remplazado por India?

No todo es blanco o negro. Defelipe explicó que los taiwaneses emplean la cuestión de su independencia como un recurso de influencia para atraer el respaldo de las potencias a su causa. Taiwán “juega la carta del independentismo cuando le conviene, cuando atrae la atención de las potencias; eso es costoso para éstas, para Estados Unidos, sobre todo”.

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El problema de los costos [ya sea monetarios, de inversiones, de ayuda militar, entre otros] es algo que influye en el manejo de la política exterior estadounidense. Esto se evidencia cuando se planteó, en la administración Biden, que India fuera la nueva opción sobre el comercio de tierras raras, microchips, entre otras cosas. Defelipe explica que “India podría ser una especie de nuevo Silicon Valley para todo el tema de microchips [a través de la inversión estadounidense]”.

Según él, “en pocas palabras, Taiwán podría ser, en buena medida, reemplazado por India”. No obstante, “esto hay que verlo con cuidado, porque las condiciones de India para replicar la industria del microchip tienen el potencial, pero también muchísimos problemas”.

Aquellas dificultades radican en lo que afirma Castrillón, quien explica que este es un planteamiento poco realista debido a que “la capacidad de producción de chips avanzados de la isla no es fácilmente replicable; no es cuestión de mover fábricas y gente. Hay una serie de cuestiones técnicas en la cadena de valor misma; así, “no es factible, ni siquiera en el mediano plazo, que India pudiera reemplazar a Taiwán”.

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Aun así, desde la nueva jugada de Estados Unidos con Rusia, Defelipe planteó: “¿Qué pasaría si Estados Unidos se acerca a India habiendo concedido cosas a Putin? Pues que Putin

concedería India a Estados Unidos [...] como un recambio: India-Rusia (porque estos han sido socios cercanos)”. De esa manera, “Estados Unidos favorecería a Rusia en el tema de Ucrania y, a cambio, Rusia le daría espacio a Estados Unidos en India”.

La relación con el Indo-Pacífico y los efectos de seguridad para Taiwán

Ha quedo claro que la política exterior de Donald Trump es poco predecible. Sin embargo, según Castrillón, “Estados Unidos ha apuntado a China como su mayor amenaza, lo que hace pensar que Estados Unidos no abandonaría el Indo-Pacífico. No le dejaría la puerta abierta a China del todo”. Por el otro lado, “este es un EE. UU. que tampoco va a botar la casa por la ventana sin que otros hagan su parte. Se lo ha dicho a la OTAN, y de igual manera, lo puede hacer con el Indo-Pacífico”.

Castrillón explicó que Estados Unidos podría impulsar un acuerdo en el que cada país asuma su responsabilidad en defensa de su territorio. Ya en la primera administración de Trump, EE. UU. aumentó significativamente la contribución exigida a Corea del Sur, para mantener sus tropas allí, por ejemplo.

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También es pertinente analizar que Washington también tiene interés estratégico en la región, por lo que esta negociación es un equilibrio de intereses: ninguna parte quiere retroceder, pero ambas ganan si ceden un poco.

Así, Estados Unidos refuerza su posición frente a China, contrarrestándola, mientras que sus aliados le otorgan mayores beneficios en acceso a mercados, divisas u otros recursos.

Defelipe advierte que una reducción en los compromisos de Estados Unidos con Taiwán podría tener dos efectos significativos. Primero, los países del Indo-Pacífico podrían percibir a Estados Unidos como un socio poco fiable, debilitando la sensación de seguridad en la región, donde su presencia ha sido clave para la estabilidad. Ante un Japón o una Corea del Sur reforzando sus capacidades defensivas, Corea del Norte podría responder con una mayor agresividad, desencadenando una espiral de inseguridad.

Además, China aprovecharía cualquier señal de distanciamiento de Estados Unidos para presentarse como un socio más estable y llenar los espacios que Washington dejó vacíos.

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Sin embargo, Defelipe explicó que estos siguen siendo escenarios hipotéticos, sujetos a la postura que adopte Trump en el futuro.

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Por Juliana Valentina Vélez

Estudiante de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos.jvelez@elespectador.com
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