En 2016, la artista Ellen von Weigand escribió que durante la década de 1970, cuando artistas como Judy Chicago y Martha Rosler estaban agitando el discurso del arte contemporáneo con sus críticas feministas en Occidente, las mujeres en el arte de Estonia continuaban respaldando las ideas de la Unión Soviética. “El doble papel de la mujer como ama de casa y trabajadora la convirtió en esclava tanto del hogar como del campo, despojándola de su identidad personal en favor de una colectiva”, explicó la artista. Treinta años después de que el Parlamento de Estonia decidiera independizarse de la URSS, el país sentó un precedente histórico en equidad de género: nombró por primera vez a una mujer como jefa del gobierno. Kaja Kallas, presidenta del Partido Reformista, de 44 años, se unió a la presidenta Kersti Kaljulaid para liderar la república báltica.
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Este país, ubicado al norte de Europa, el menos poblado (1,3 millones de habitantes) y nombrado en 2017 como el primer país digital de Europa, acaba de marcar un nuevo récord: se convirtió en la única nación del mundo cuyas máximas autoridades son mujeres.
Pero lejos de hacer de esta condición una ventaja, Kallas es clara: “¿Cuál es mi ventaja significativa sobre mi predecesor Jüri Ratas? No, no es que sea mujer. Tampoco es que la mitad de los ministros sean mujeres, la ventaja es que tengo un mejor socio de coalición, y eso me deja más tiempo y energía para dedicarme a mantener el país”.
Amante de los libros, los ensayos, la poesía y el idioma, Kajas -que fue exdiputada al Parlamento Europeo y que forma parte de la Asociación Europea de Abogados, quiere que Estonia cumpla con el Acuerdo del Clima de París y alcance la neutralidad de emisiones en 2050. “La defensa de la libertad personal, un sistema tributario justo, inclusión social, educación de alta calidad, dignidad humana y poder para los gobiernos locales, son las políticas que va a impulsar. En este sentido, su gobierno estará alineado con los valores tradicionales de Occidente y de la Unión Europea”, escribió Amedeo Gasparini de la fundación Friedrich Naumann para la Libertad.
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Pero no todo es color de rosa. Kajas debe lidiar con los devastadores efectos de la pandemia, también deberá restaurar la confianza de los estonios con el COVID-19 y la crisis económica, golpeada por un escándalo de corrupción en la coalición anterior.
“Las coaliciones pueden romperse, pero eso no significa que la sociedad esté rota. Sí, existe el riesgo de que se parta. Sí, hay políticos que intentan incitar a las personas entre sí amplificando temas delicados. Pero la sociedad estonia no está dividida en dos campos hostiles. Y espero que eso nunca suceda”, dijo Kallas. Y es que antes de asumir el cargo como primera ministra, Estonia estuvo dirigida por un gobierno de coalición entre el Partido del Centro y la extrema derecha EKRE, cuyos miembros no solo se oponen a la inmigración y al matrimonio igualitario, “también son euroescépticos y en ocasiones elogian la política económica nazi”, escribió The Guardian. Su nombramiento como jefa del gobierno se dio luego del colapso de esa coalición por un escándalo de corrupción que involucró al Partido de Centro de Jüri Ratas, quien renunció a principios de año como primer ministro.
“Cuando la jefa del Estado Kaljulaid le propuso formar gobierno tras la dimisión de Ratas, Kallas dejó clara su única línea roja: con EKRE, no. La primera ministra ha cumplido al no incluir a los ultras en su nuevo gabinete que, paradójicamente, ha conformado con el Partido Centro, al que tanto criticó por corrupción”, escribió la periodista Belén Domínguez en El País de España.
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Durante años, esta abogada especializada en derecho de la competencia europeo y estonio, se negó a participar en política, pero su camino era predecible: su padre, Siim Kallas, es un conocido político estonio que fue vicepresidente de la Comisión Europea con el portugués José Manuel Durão Barroso, y llegó a ser primer ministro de Estonia durante un año (2002-2003). “En la cocina de nuestra casa se reunían personas que años después fueron líderes de mi país. Siempre disfrutaba mucho de sus discusiones y me dejaban participar como oyente de ellas”, comentó Kallas en una entrevista.
Cuida mucho su vida privada, aunque cuenta algunas cosas en redes sociales. Como que le gusta tocar batería y arma rompecabezas con su hijo pequeño. Estuvo casada con Taavi Veskimägi, ministro de Finanzas desde 2003 hasta 2005, y fue después de su separación que decidió incursionar en política. En septiembre de 2018 se casó por segunda vez con Arvo Hallik, un empresario del país. “Lo nuestro fue amor a primera vista. Es difícil que algo así ocurra pasados los 40 y con una familia formada anteriormente, pero a nosotros nos sucedió”, dijo en una entrevista.
“Mientras mantiene al individuo en el centro de la sociedad, la priemera ministra quiere que Estonia sea más competitiva, tanto en comparación regional como global. Que su agenda y sus políticas sean un incentivo para otros países y líderes europeos, pero sobre todo para aquellos partidos europeos tentados por la retórica nacionalista y populista a reunir votos. El acceso del Partido Reformista al gobierno es una buena noticia para el liberalismo occidental y Europa”, agregó Gasparini.