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“Europa, una bomba de tiempo”

La nueva crisis económica y la  amenaza que implica la vejez de sus ciudadanos podrían fortalecer enormemente a los partidos políticos extremistas.

El Espectador
07 de octubre de 2008 - 09:10 p. m.

Aurel Braun

Es profesor de Relaciones Internacionales en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Toronto, en Mississauga. Obtuvo su maestría en la misma institución y su doctorado en London School of Economics. Su campo de especialidad es el estudio de Europa Oriental y la transformación de regímenes socialistas de la antigua Unión Soviética y su área de influencia. Es el autor y editor de varias importantes publicaciones académicas y del libro ‘Extreme Right: Freedom and Security at Risk’ (1997).

A mediados de septiembre, durante las pasadas elecciones del Consejo Nacional de Austria, los dos partidos de extrema derecha, el FPÖ y el BZÖ, se fortalecieron. Esta resulta ser la más reciente prueba de que el Viejo Continente está virando progresivamente hacia la derecha. Y despierta los temores sobre el regreso del pasado oscuro de una Europa extremista.

El profesor Aurel Braun, quien ha estudiado durante más de una década el extremismo europeo, habló con El Espectador sobre este fenómeno de la política.

¿Qué opina del fortalecimiento de la extrema derecha en Austria?

Es preocupante. Demuestra síntomas de la situación en general de Europa y la situación particular en Austria. Los extremistas han usado la noción de “temor del otro”, es decir, que ciertos individuos que no caben dentro de un perfil son una amenaza. Me sorprende el alto porcentaje que obtuvieron y me parece un problema que puedan ser parte de una coalición del gobierno. Esto crearía una situación similar a la que se dio hace unos años, cuando Austria fue obligada por la UE al ostracismo.

¿Qué causó el resurgimiento de la popularidad del FPÖ y el BZÖ en Austria?

Han infundido el miedo de que el país va a ser inundado por extranjeros. Además, el talento de los partidos extremistas radica en que no sólo tratan de vender la idea de seguridad general disminuyendo la inmigración, sino que utilizan la inseguridad en asuntos sociales y económicos.


¿En qué fallaron los partidos socialdemócratas europeos?

Creo que en cierto nivel es una rotación normal de gobiernos. Europa se encuentra frente a un dilema casi imposible de resolver. Tiene una población que envejece y unas tasas de nacimiento pésimas. Además, la gente en Europa está cansada de los altos costos producidos por las redes de bienestar social. Gozan de una vasta red de beneficios sociales, pero alguien tiene que pagar por eso. Y mientras la población envejece, habrá menos gente que puede incurrir en estos costos. Es una bomba de tiempo demográfica y económica.

¿Cuáles son los grupos extremistas más poderosos y en dónde son más visibles?

Están presentes en varios estados y son como un virus que permanece dormido, pero que se puede activar rápidamente. En Francia hay un movimiento de extrema derecha, el Frente Nacional, y en Inglaterra hay grupos similares, aunque más pequeños. También hay peligros en las nuevas democracias como el Partido de la Gran Rumania. Si hay un revés económico en esta zona, podríamos ver un cambio de dirección muy preocupante.

¿Establecen estos grupos redes internacionales?

En general, no han logrado enlaces con grupos similares en otros países, porque su discurso tiene como eje el nacionalismo.

¿Qué tan probable es que se dé un nuevo genocidio en Europa?

No puedo decir que es imposible, pero creo que es sumamente improbable que ocurra en Europa Occidental. Hay, sin embargo, peligros en las nuevas democracias de Europa Oriental. En Macedonia, donde hay enormes tensiones entre la mayoría eslava y la minoría albana, hay riesgo de más limpieza étnica, al igual que en Kosovo con su independencia.

¿Cuáles son las medidas que han tomado gobiernos europeos o la Unión Europea para apaciguar al extremismo?

Han creado programas de educación que promueven la democracia. Pero, tristemente, sospecho que estos cambios son mucho más cosméticos que sustanciosos.

Por El Espectador

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