Praga, República Checa.- Pavel recuerda los violentos sudores nocturnos dos días antes del asesinato. Acudió al médico familiar, quien le dijo que se le pasaría. Pero después de ver un filme de artes marciales de Bruce Lee, contó, sintió incontrolables deseos sexuales. Invitó a un vecino de 12 años de edad a su casa. Después, apuñaló repetidamente al niño.
Su psiquiatra dice que Pavel obtenía su placer sexual a partir de la violencia. Ya han pasado más de 20 años. Pavel, en esa época de 18 años de edad, pasó siete años en la cárcel y cinco años en una institución psiquiátrica. Durante su último año en la cárcel, solicitó una castración quirúrgica. Una vez que sus testículos fueron removidos, relató, fue como si le hubieran quitado la gasolina a un automóvil programado para chocar. Hombre corpulento con cara pastosa, es estéril y ya renunció al matrimonio, las relaciones románticas y el sexo, aseguró. Su vida gira en torno a la caridad católica, donde él es un jardinero.
"Ahora, finalmente puedo vivir sabiendo que no soy un peligro para nadie", dijo, en una entrevista en un McDonald's de la localidad, mientras los niños jugaban de manera estridente cerca de ahí. "Llevo una vida productiva. Quiero decirle a la gente que sí hay ayuda".
Se negó a proporcionar su nombre por temor a ser perseguido. Sea o no que la castración puede contribuir a la rehabilitación de violentos agresores sexuales ha estado bajo escrutinio últimamente, luego que el comité antitortura del Consejo Europeo dijera que la castración quirúrgica era "invasiva, irreversible y una mutilación", para luego exigir que la República Checa dejara de ofrecer el procedimiento a violentos agresores sexuales. Otros detractores dijeron que la castración amenazaba con llevar a la sociedad por un peligroso camino descendente hacia la eugenesia.
A lo largo de la última década, la República Checa ha permitido que al menos 94 prisioneros sean castrados. Es el único país en Europa que usa este procedimiento para trasgresores sexuales. Los psiquiatras checos que supervisan el tratamiento -- operación de una hora de duración que involucra la extracción del tejido encargado de la producción de testosterona -- insisten en que es la mejor forma de controlar totalmente los impulsos sexuales entre peligrosos depredadores.
La castración quirúrgica ha sido un medio de control social durante siglos. En la antigua China, se confiaba a los eunucos el servicio de la familia imperial dentro del palacio; hace ya varios siglos en Italia, jóvenes varones que integraban coros eran castrados a fin de conservar los altos tonos de sus voces.
En últimas fechas, también se puede usar para tratar el cáncer testicular y algunos casos avanzados de cáncer de próstata.
Hoy día, más países en Europa consideran la imposición o autorización de la castración química para agresores sexuales de conducta violenta. Existe un intenso debate con respecto a cuáles derechos tienen precedencia: los de violentos trasgresores sexuales, quienes podrían ser sometidos a un castigo que muchos consideran cruel, o los de la sociedad, que espera protección de los depredadores sexuales.
Se anticipa que Polonia se convierta en la primera nación de la Unión Europea que les confiera a los jueces el derecho de imponerles la castración química, cuando menos, a algunos pedófilos convictos, usando fármacos hormonales para reducir el apetito sexual; el ímpetu por el cambio fue la detención de un hombre de 45 años de edad en septiembre pasado, mismo que había procreado dos hijos con su joven hija. España, luego que un pedófilo convicto asesinara a un menor, está considerando planes con miras a ofrecer la castración química.
El año pasado, el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, firmó una legislación que les exige a las cortes que ordenen la castración química para trasgresores condenados por segunda vez por ciertos delitos sexuales en contra de menores.
En la República Checa, el tema llegó a casa el mes pasado cuando Antonin Novak, de 43 años de edad, fue condenado a cadena perpetua tras haber violado y asesinado a Jakub Simanek, niño de nueve años de edad que desapareció en mayo pasado. Novak, quien había servido cuatro años y medio de su condena en la cárcel por delitos sexuales cometidos en
Eslovaquia, había estado yendo a tratamiento externo, pero no se presentó durante varios meses previos al asesinato. Quienes defienden la castración quirúrgica argumentaron que si él hubiera sido castrado, se podría haber prevenido dicha tragedia.
Hynek Blasko, el padre de Jakub, expresó indignación ante la idea que grupos por los derechos humanos estuvieran anteponiendo los derechos de criminales a los de las víctimas. "Mi tragedia personal es que mi hijo está en el cielo y nunca va a regresar, y todo lo que me queda de él es un kilo y medio de sus cenizas", dijo, en una entrevista. "Nadie quiere tocar los derechos de los pedófilos, ¿pero qué hay de los derechos de un niño de nueve años de edad con toda su vida por delante?"
Ales Butala, abogado eslovaco por los derechos humanos que encabezó el Consejo de la delegación europea a la República Checa, argumentó que la castración quirúrgica era inmoral, ya que no había necesidad de ella y privaba a los hombres castrados del derecho a la reproducción. Además, él desafió su efectividad, diciendo que el comité del consejo antes
mencionado había descubierto tres casos de criminales checos ya castrados que habían seguido cometiendo crímenes violentos, incluida la pedofilia e intento de asesinato.
En su informe, el comité también dijo que había encontrado casos de atacantes no-violentos, que actuaban por primera vez y había sido castrados quirúrgicamente, incluidos varones con retraso mental y exhibicionistas. Si bien el procedimiento es voluntario, Butala dijo creer que algunos trasgresores sienten que no tienen alternativa.
"Los criminales sexuales están solicitando la castración con la esperanza de ser liberados de una vida en la cárcel", destacó. "¿Acaso eso es realmente consentimiento libre e informado?"
No obstante, funcionarios de salud del gobierno checo y algunos psiquiatras en este lugar contrarrestan lo anterior, diciendo que la castración puede ser eficaz, argumentando que al buscar prohibirla, el consejo está poniendo en riesgo a víctimas potenciales.
El Dr. Martín Holly, prominente sexólogo y psiquiatra que dirige el Hospital Bohnice en Praga, destacó que ni uno de los casi 100 trasgresores sexuales que había sido sometidos a la castración física había cometido delitos en lo sucesivo.
En los años 60, un estudio danés entre 900 criminales sexuales ya castrados sugirió que la tasa de delitos que se repetían había descendido tras la castración quirúrgica a 2.3 por ciento, respecto de 80 por ciento.
No obstante lo anterior, grupos por los derechos humanos responden que ese tipo de estudios no es concluyente, ya que se apoyan en los propios informes de los atacantes sexuales. Otros expertos psiquiátricos argumentan que la patología sexual está en el cerebro y no puede curarse con un procedimiento quirúrgico.
Holly, quien ha asesorado a convictos acusados de delitos sexuales a lo largo de cuatro décadas, hizo énfasis en que el procedimiento estaba siendo autorizado solamente para trasgresores violentos que repitieran sus delitos y padecieran severos desórdenes de naturaleza sexual. Lo que es más, dijo, este procedimiento se lleva a cabo solamente con el consentimiento informado del paciente y con la aprobación de un comité independiente de expertos en psiquiatría y leyes.
Jaroslav Novak, jefe de urología en el Hospitales de la Facultad Na Bulovce en Praga, dijo: "Este no es un procedimiento muy común. Quizá lo llevamos a cabo una vez cada uno o dos años, cuando mucho".
En Estados Unidos, la Suprema Corte dictaminó en 1985 que si la castración quirúrgica era aplicada de manera involuntaria, constituía un castigo cruel e inusual. Varios estados de la Unión Americana, incluidos Texas, Florida y California, actualmente permiten u obligan a la castración química para ciertos delincuentes condenados por delitos sexuales.
El Dr. Fred S. Berlin, fundador de la Clínica para Desórdenes Sexuales en la Universidad Johns Hopkins, argumentó que la castración química era menos dolorosa físicamente que la cirugía y proporcionaba una salvaguarda, ya que un psiquiatra puede informarles a las cortes o la policía si el paciente al cual se le ordenó tratamiento se presentó o no. Un paciente que haya sido castrado quirúrgicamente, destacó Berlin, puede ordenar testosterona por Internet.
Para Hynek Blasko, el padre del niño asesinado, ninguna forma de castración es la respuesta. "Estas personas deben estar detenidas de manera permanente, donde puedan ser vigiladas", dijo. "Tiene que haber una diferencia entre los derechos de la víctima y los del perpetrador".
Por Dan Bilefski / The New York Times News Service
