Fotos de la metralla, un morral y una batería en la escena del atentado llevado a cabo la noche del lunes en Manchester hicieron que las autoridades británicas expresaran su molestia ante el presidente Trump en el marco de la cumbre de la Otan, en Bruselas.
Las fotos, que fueron publicadas en la primera plana del New York Times, provienen de una filtración que agentes de inteligencia estadounidenses habrían hecho públicas sin la autorización de las agencias británicas que adelantan la investigación.
Amber Rudd, ministra del Interior británica, se había quejado de que datos compartidos con el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos y con otras agencias de Inteligencia se filtraron a la prensa estadounidense antes de que las autoridades en el Reino Unido decidieran divulgarlas. Ahora, su voz es respaldada por May, quien hizo énfasis en que Estados Unidos es uno de sus principales socios de seguridad e inteligencia, pero condicionó dicha sociedad a que la información sea tratada con cuidado.
Las fotos que terminaron en manos del Times no son las únicas filtraciones de la investigación. Después de haber identificado a Samil Abedi como responsable del ataque suicida que dejó 22 muertos y más de 50 heridos en un concierto de la joven cantante Ariana Grande, las autoridades inglesas han capturado al menos ocho sospechosos de haber ayudado al suicida.
La complejidad, el tamaño y los componentes del artefacto explosivo empelado en el atentado fueron las primeras pistas que apuntaron a que el ataque no había sido realizado por una sola persona, sino por un grupo de terroristas. También se pudo determinar que la bomba se asemeja mucho a la que fue empleada durante los ataques de París en noviembre del año pasado.
Ante las graves denuncias de May, Donald Trump condenó las filtraciones diciendo que solicitará al Departamento de Justicia que investigue el caso para que caiga sobre los responsables todo el peso de la ley. Sin embargo, las filtraciones de la investigación antiterrorista que adelanta Gran Bretaña van mucho más allá de lo publicado por la prensa estadounidense. El ministro del interior francés, Gérard Collomb, citó a oficiales alemanes cuando declaró en televisión que Abedi había viajado a Siria, donde habría recibido entrenamiento militar.
La identidad del suicida era un dato particularmente sensible para la investigación. Entre los sospechosos de colaborar con Salim Abedi están varios miembros de su núcleo familiar, por lo que haber revelado que se conocía su identidad pudo llegar a entorpecer la captura varios de los implicados en el atentado.