Haití y su triste aniversario
El tiempo parece haberse detenido en la isla. A pesar de recibir la solidaridad del mundo, la salida de la crisis no está a la vista.
Alba-Lucía Sánchez / Especial para El Espectador, Puerto Príncipe
Un año ya del terremoto en Haití… Periodo de emergencia, fin de la emergencia, solicitud gubernamental de discontinuar la ayuda alimentaria, reactivación de los centros privados de salud que trabajaron gratuitamente, creación de la Comisión Interina de Reconstrucción de Haití, Plan Nacional para la Recuperación de Haití… Han pasado tantas cosas y al mismo tiempo es como si el tiempo se hubiera quedado suspendido en muchos lugares de la capital haitiana.
Un aniversario siempre incita a la retrospectiva. Es la hora del balance de todo y de todos: el de las instituciones gubernamentales, de las ONG, de la comunidad internacional en general y del pueblo haitiano en particular. Es una hora de la verdad.
Solidaridad y enredo
Definitivamente la solidaridad internacional fue impresionante y emocionante en los días que sucedieron a la catástrofe, en la llamada etapa de emergencia; pero como mucho se ha dicho, la falta de estructura, de experiencia, de capacidad de respuesta en el país fue el obstáculo mayor a la rápida llegada de la ayuda humanitaria a su destino. Lo que nunca se podrá negar es que gracias a la solidaridad nacional e internacional muchas vidas pudieron salvarse, puesto que en esa etapa que duró entre cuatro y seis meses los medicamentos, alimentos, ropa, elementos de aseo y de útiles en general, mal que bien, llegaron a su destino.
La cifra de las ONG e instituciones internacionales ha llegado a ¡12.000! La pregunta es ¿cómo es posible que el cólera haya podido esparcirse por todo el país tan rápidamente con todas esas instituciones nacionales e internacionales haciendo supuestamente su trabajo?
Destruir, planear y construir... reconstruir
En primera línea, se sitúa definitivamente el tema de la reconstrucción con toda su corte de reuniones, promesas, sueños, proyectos, deseos, juntas, comisiones; pero ¿qué decir cuando se pregunta sobre la famosa reconstrucción? La verdad es que todavía hay muchas construcciones insalvables sin destruir, muchas propiedades destruidas y convertidas en un gran cúmulo de escombros inmóvil desde hace ya muchos meses.
Hay pilas interminables de ruinas que apenas dejan pasar los carros en varias vías de la ciudad; la verdad es que los campamentos improvisados continúan en las principales plazas de la capital y hay muchos albergues llenos de carpas en el departamento y sus alrededores en los que se ha estimado que sobreviva más de un millón de haitianos de todas las edades que esperan, en muchos casos, hasta la muerte.
La verdad también es que la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) aprobó el 17 de diciembre varios proyectos evaluados en US$ 430 millones, entre los cuales figura uno de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) para la demolición de inmuebles y la recolección de escombros en vista de acelerar el trabajo de reinstalación de personas desplazadas por el sismo. Pero aún no se conocen los detalles de su puesta en marcha.
Lo cierto es que apenas se está dando a conocer un proyecto concreto de vivienda social, que fue presentado a los líderes de los diferentes campamentos de damnificados, por el gobierno, con el apoyo del Banco Central y el Banco Nacional de Crédito. Estas dos últimas instituciones anuncian tener disponibles miles de hectáreas de tierra para la concreción de dicho proyecto, tanto en Puerto Príncipe como en otras ciudades del país, porque uno de los frenos a los proyectos de construcción ha sido la falta de tierras disponibles… ¡La verdad es que dan tantas ganas de creer que aún la reconstrucción es posible aunque haya tardado un año comenzar a planearla, en un país difícilmente comprensible y tan incierto políticamente!
Un deber de memoria con fondo político de incertidumbre
Hasta este fin de semana anterior al primer aniversario del terremoto del 12 de enero de 2010 y a pesar del llamado de la ministra de Cultura y Comunicación, Marie-Laurence Jocelyn Lassegue, de evitar mezclar los temas de conmemoración y crisis política, el ambiente general es de espera, de impotencia, de hastío casi general. Todo está como suspendido de un hilo y ese hilo lo está trabajando la misión técnica OEA/Caricom (Organización de Estados Americanos / Comunidad del Caribe), puesto que del informe de sus expertos depende en cierta forma el futuro político inmediato del país, por increíble que pueda parecer.
A la entrega del informe el Consejo Electoral Provisional (CEP) deberían poder proclamarse inmediatamente los resultados de la primera vuelta electoral (ver recuadro), celebrada el 28 de noviembre. Sin embargo, el director general del CEP, Pierre-Louis Opont, dejó entendido que no podrá haber posesión presidencial el próximo 7 de febrero, como lo indica la Constitución. Además, el presidente Preval ha expresado su intención de continuar en el poder hasta el 14 de mayo (fecha en la que ascendió al poder) si es necesario para permitirle al CEP realizar la segunda vuelta en condiciones normales y poder entregarle el mando a un presidente democráticamente elegido.
La respuesta de la oposición y de una parte de la opinión pública no se ha hecho esperar puesto que para ellos el presidente Preval tiene que dejar el poder el 7 de febrero, como lo reza la Constitución, pero para esa fecha no se habrá podido desenredar la crisis… ¡el círculo vicioso continúa!
Desgraciadamente, el dolor de todos los que perdieron a alguien en algunos de los sucesos desastrosos que ha vivido el país desde hace un año se intensifica, como también la desesperación y la inconformidad de aquellos que no han podido rehacer sus vidas, recrear su entorno, regresar a sus hogares, volver a una cierta normalidad en sus vidas.
Balance y actos de contrición
Durante toda la semana que precedió al primer aniversario de la catástrofe más mortífera de los últimos tiempos, en todos los medios se ha analizado la situación desde distintas perspectivas: salud, educación, ecología, política, economía… y hay palabras que se repiten. La frecuente es sin lugar a dudas: “desperdicio” o “despilfarro” y la ausente: “transparencia” o “visibilidad”. Los ejes que interesan mucho y que están íntimamente ligados son el de la reconstrucción y el de la estabilidad política.
El balance positivo de varias organizaciones, gubernamentales o no, contrasta con la insatisfacción expresada muchas veces por las víctimas del terremoto. ¿A quién creerle? Decir que nada se ha hecho es tan incierto como decir lo contrario. La falta de participación de los implicados nacionales en lo referente al listado serio y justo de las necesidades, a la propuesta de proyectos específicos, va de par con el letargo en las acciones gubernamentales y con la falta de coordinación de todos los actores.
Total, las miradas están puestas en las miles de familias bajo las carpas de todos los campamentos que continúan instalados en diferentes zonas de la capital, de Leogane y hasta de ciudades como Jacmel y otras que acogieron a los damnificados. El elemento que presiona es el avance del cólera a nivel nacional. El número de 3.500 muertes y miles de infectados ejerce una presión muy fuerte en el gobierno porque es un paso decisivo es la desmovilización de dichos campamentos y la relocalización correcta de ese más de un millón de personas. Cada cual deberá hacer su autoexamen y los donadores internacionales deberán exigir informes detallados y evidentemente, re-sul-ta-dos que es lo que hace falta en este sufrido país. ¡No es sólo una cuestión de buena voluntad sino simplemente de ética!
Incertidumbre presidencial
Las elecciones presidenciales celebradas el 28 de noviembre marcaron el primer paso de la incertidumbre política que hoy vive Haití. El Consejo Electoral Provisorio (CEP) dio como ganadora de la jornada a la candidata Mirlande Manigat, con el 31% de los votos, le siguieron Jude Celestin, con el 22%, y Michel Martelly, con el 21%. Al dar a conocer los resultados, múltiples protestas se desataron por todo el país, impulsadas por los seguidores de Martelly, que acusaban al CEP de fraude para favorecer los intereses de Celestin, esposo de la hija de René Preval, el actual presidente. Movido por las protestas, el propio Preval pidió a un grupo de la Organización de Estados Americanos (OEA) evaluar el escrutinio, por lo que la segunda vuelta electoral, presupuestada inicialmente para el 16 de enero, fue postergada y aún se desconoce cuándo se llevará a cabo. La OEA determinó que Martelly superó por más de 3.000 votos a Celestin, por lo que debería ir a las urnas para enfrentar a Manigat en una fecha aún incierta. Ahora el organismo multilateral espera que el candidato oficialista se retire de la carrera presidencial y las autoridades haitianas acaten su informe.
Un año ya del terremoto en Haití… Periodo de emergencia, fin de la emergencia, solicitud gubernamental de discontinuar la ayuda alimentaria, reactivación de los centros privados de salud que trabajaron gratuitamente, creación de la Comisión Interina de Reconstrucción de Haití, Plan Nacional para la Recuperación de Haití… Han pasado tantas cosas y al mismo tiempo es como si el tiempo se hubiera quedado suspendido en muchos lugares de la capital haitiana.
Un aniversario siempre incita a la retrospectiva. Es la hora del balance de todo y de todos: el de las instituciones gubernamentales, de las ONG, de la comunidad internacional en general y del pueblo haitiano en particular. Es una hora de la verdad.
Solidaridad y enredo
Definitivamente la solidaridad internacional fue impresionante y emocionante en los días que sucedieron a la catástrofe, en la llamada etapa de emergencia; pero como mucho se ha dicho, la falta de estructura, de experiencia, de capacidad de respuesta en el país fue el obstáculo mayor a la rápida llegada de la ayuda humanitaria a su destino. Lo que nunca se podrá negar es que gracias a la solidaridad nacional e internacional muchas vidas pudieron salvarse, puesto que en esa etapa que duró entre cuatro y seis meses los medicamentos, alimentos, ropa, elementos de aseo y de útiles en general, mal que bien, llegaron a su destino.
La cifra de las ONG e instituciones internacionales ha llegado a ¡12.000! La pregunta es ¿cómo es posible que el cólera haya podido esparcirse por todo el país tan rápidamente con todas esas instituciones nacionales e internacionales haciendo supuestamente su trabajo?
Destruir, planear y construir... reconstruir
En primera línea, se sitúa definitivamente el tema de la reconstrucción con toda su corte de reuniones, promesas, sueños, proyectos, deseos, juntas, comisiones; pero ¿qué decir cuando se pregunta sobre la famosa reconstrucción? La verdad es que todavía hay muchas construcciones insalvables sin destruir, muchas propiedades destruidas y convertidas en un gran cúmulo de escombros inmóvil desde hace ya muchos meses.
Hay pilas interminables de ruinas que apenas dejan pasar los carros en varias vías de la ciudad; la verdad es que los campamentos improvisados continúan en las principales plazas de la capital y hay muchos albergues llenos de carpas en el departamento y sus alrededores en los que se ha estimado que sobreviva más de un millón de haitianos de todas las edades que esperan, en muchos casos, hasta la muerte.
La verdad también es que la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) aprobó el 17 de diciembre varios proyectos evaluados en US$ 430 millones, entre los cuales figura uno de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) para la demolición de inmuebles y la recolección de escombros en vista de acelerar el trabajo de reinstalación de personas desplazadas por el sismo. Pero aún no se conocen los detalles de su puesta en marcha.
Lo cierto es que apenas se está dando a conocer un proyecto concreto de vivienda social, que fue presentado a los líderes de los diferentes campamentos de damnificados, por el gobierno, con el apoyo del Banco Central y el Banco Nacional de Crédito. Estas dos últimas instituciones anuncian tener disponibles miles de hectáreas de tierra para la concreción de dicho proyecto, tanto en Puerto Príncipe como en otras ciudades del país, porque uno de los frenos a los proyectos de construcción ha sido la falta de tierras disponibles… ¡La verdad es que dan tantas ganas de creer que aún la reconstrucción es posible aunque haya tardado un año comenzar a planearla, en un país difícilmente comprensible y tan incierto políticamente!
Un deber de memoria con fondo político de incertidumbre
Hasta este fin de semana anterior al primer aniversario del terremoto del 12 de enero de 2010 y a pesar del llamado de la ministra de Cultura y Comunicación, Marie-Laurence Jocelyn Lassegue, de evitar mezclar los temas de conmemoración y crisis política, el ambiente general es de espera, de impotencia, de hastío casi general. Todo está como suspendido de un hilo y ese hilo lo está trabajando la misión técnica OEA/Caricom (Organización de Estados Americanos / Comunidad del Caribe), puesto que del informe de sus expertos depende en cierta forma el futuro político inmediato del país, por increíble que pueda parecer.
A la entrega del informe el Consejo Electoral Provisional (CEP) deberían poder proclamarse inmediatamente los resultados de la primera vuelta electoral (ver recuadro), celebrada el 28 de noviembre. Sin embargo, el director general del CEP, Pierre-Louis Opont, dejó entendido que no podrá haber posesión presidencial el próximo 7 de febrero, como lo indica la Constitución. Además, el presidente Preval ha expresado su intención de continuar en el poder hasta el 14 de mayo (fecha en la que ascendió al poder) si es necesario para permitirle al CEP realizar la segunda vuelta en condiciones normales y poder entregarle el mando a un presidente democráticamente elegido.
La respuesta de la oposición y de una parte de la opinión pública no se ha hecho esperar puesto que para ellos el presidente Preval tiene que dejar el poder el 7 de febrero, como lo reza la Constitución, pero para esa fecha no se habrá podido desenredar la crisis… ¡el círculo vicioso continúa!
Desgraciadamente, el dolor de todos los que perdieron a alguien en algunos de los sucesos desastrosos que ha vivido el país desde hace un año se intensifica, como también la desesperación y la inconformidad de aquellos que no han podido rehacer sus vidas, recrear su entorno, regresar a sus hogares, volver a una cierta normalidad en sus vidas.
Balance y actos de contrición
Durante toda la semana que precedió al primer aniversario de la catástrofe más mortífera de los últimos tiempos, en todos los medios se ha analizado la situación desde distintas perspectivas: salud, educación, ecología, política, economía… y hay palabras que se repiten. La frecuente es sin lugar a dudas: “desperdicio” o “despilfarro” y la ausente: “transparencia” o “visibilidad”. Los ejes que interesan mucho y que están íntimamente ligados son el de la reconstrucción y el de la estabilidad política.
El balance positivo de varias organizaciones, gubernamentales o no, contrasta con la insatisfacción expresada muchas veces por las víctimas del terremoto. ¿A quién creerle? Decir que nada se ha hecho es tan incierto como decir lo contrario. La falta de participación de los implicados nacionales en lo referente al listado serio y justo de las necesidades, a la propuesta de proyectos específicos, va de par con el letargo en las acciones gubernamentales y con la falta de coordinación de todos los actores.
Total, las miradas están puestas en las miles de familias bajo las carpas de todos los campamentos que continúan instalados en diferentes zonas de la capital, de Leogane y hasta de ciudades como Jacmel y otras que acogieron a los damnificados. El elemento que presiona es el avance del cólera a nivel nacional. El número de 3.500 muertes y miles de infectados ejerce una presión muy fuerte en el gobierno porque es un paso decisivo es la desmovilización de dichos campamentos y la relocalización correcta de ese más de un millón de personas. Cada cual deberá hacer su autoexamen y los donadores internacionales deberán exigir informes detallados y evidentemente, re-sul-ta-dos que es lo que hace falta en este sufrido país. ¡No es sólo una cuestión de buena voluntad sino simplemente de ética!
Incertidumbre presidencial
Las elecciones presidenciales celebradas el 28 de noviembre marcaron el primer paso de la incertidumbre política que hoy vive Haití. El Consejo Electoral Provisorio (CEP) dio como ganadora de la jornada a la candidata Mirlande Manigat, con el 31% de los votos, le siguieron Jude Celestin, con el 22%, y Michel Martelly, con el 21%. Al dar a conocer los resultados, múltiples protestas se desataron por todo el país, impulsadas por los seguidores de Martelly, que acusaban al CEP de fraude para favorecer los intereses de Celestin, esposo de la hija de René Preval, el actual presidente. Movido por las protestas, el propio Preval pidió a un grupo de la Organización de Estados Americanos (OEA) evaluar el escrutinio, por lo que la segunda vuelta electoral, presupuestada inicialmente para el 16 de enero, fue postergada y aún se desconoce cuándo se llevará a cabo. La OEA determinó que Martelly superó por más de 3.000 votos a Celestin, por lo que debería ir a las urnas para enfrentar a Manigat en una fecha aún incierta. Ahora el organismo multilateral espera que el candidato oficialista se retire de la carrera presidencial y las autoridades haitianas acaten su informe.