Ya van más de cinco días de ataques cruzados entre Irán e Israel, dos enemigos jurados, en una escalada que tiene a Oriente Medio —y, por la magnitud del conflicto, al mundo— observando la posibilidad de entrar en una guerra de nivel nuclear.
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Mientras Donald Trump —que este martes confirmó que rechazó un plan para asesinar al ayatolá Alí Jameneí— pide una rendición total de Irán, en Gaza otras 50 personas murieron en el desorden que se ha convertido en la entrega de suministros por parte de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF). Ya van más de 300 muertes en estas dinámicas desde que el organismo comenzó a operar en la Franja hace poco más de un mes. Todo esto lleva a preguntarse por el papel de Hamás, cuya ala militar sigue enfrentándose a Israel en Gaza. Pero, ante las recientes exigencias de Trump, también vale la pena revisar cómo están las demás fuerzas que, junto a Hamás e Irán, conforman el llamado “eje de resistencia” contra Israel: los hutíes y Hezbolá.
Los hutíes, el aliado activo
Son los mejor posicionados para hacer frente a Israel. De hecho, es su lema como organización: su bandera reza “muerte a Estados Unidos y al Estado judío”. Es un frente que ninguno de estos últimos ha desatendido, con bombardeos recíprocos constantes incluso días antes de la escalada con Teherán, cuando EE. UU. y Reino Unido lanzaron seis ataques aéreos contra objetivos en Yemen. En solidaridad con Irán, el portavoz militar de los hutíes, Yahya Sarea, anunció el fin de semana varios ataques contra objetivos de Israel cerca de Tel Aviv, que a su vez fueron respondidos con bombardeos en Yemen —uno de ellos buscaba eliminar al jefe del Estado Mayor hutí, Mohammed al Ghamari.
En concreto, han sido el aliado más activo en la respuesta contra Israel, con declaraciones directas de su líder, Abdul Malik Al-Huthi, afirmando que estaban listos para una “guerra abierta y a largo plazo”. “Es el más resistente, digamos, por esa combinación tanto de distancia geográfica con Israel como de control sobre territorio y recursos del gobierno yemení. Hay que recordar que ellos ya están en una guerra civil. Pero, ciertamente, son quienes controlan el gobierno, y cuando controlas el Estado controlas sus recursos. Eso les permite, de alguna forma, sostenerse y resistir —a diferencia de quienes no forman parte ni tienen control del Estado”, explica Manuel Camilo González, analista y docente de la Universidad Javeriana.
A esto se suma el hecho de que sean un objetivo directo de los aliados de Israel, debido al control y la posición estratégica que tienen sobre el Mar Rojo. Y, pese a que este año se pactó un cese de hostilidades con EE. UU., han retomado los ataques a barcos que pasan por sus costas.
Hezbolá, atado de manos
También condenaron enérgicamente los ataques a Teherán, pero, pese a que se les ha asociado con Irán, no han retomado la compleja senda beligerante con su vecino del sur durante estos días. Desde noviembre existe una tregua entre Líbano e Israel, que durante gran parte de 2024 se bombardearon y atacaron por tierra con fiereza, causando, según autoridades sanitarias libanesas, al menos 2 700 muertes, incluyendo gran parte de sus altos mandos políticos y militares. Según Al Jazeera, Hezbolá está oficialmente al margen, por lo menos hasta la fecha de esta publicación.
“Actualmente, no es necesario que Hezbolá intervenga, ya que los misiles iraníes son capaces de hacer frente a la ocupación israelí. Sin embargo, si la situación se intensifica y se convierte en una guerra a gran escala, nada impide que la situación cambie”, afirmó al medio árabe Qassem Kassir, analista político libanés partidario del grupo. Al Jazeera también destaca la posibilidad de que Hezbolá no tenga la capacidad de responder y respaldar a Irán, debido a que “se dice que gran parte del arsenal militar de Hezbolá fue destruido durante los ataques israelíes, aunque los analistas creen que han conservado algunas armas, incluidos misiles balísticos”.
Por su parte, el profesor González resalta que, tras la caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria, en diciembre, Hezbolá perdió un corredor importante que lo conectaba con Irán, lo cual complica ese presunto apoyo desde Teherán. “No se puede decir que está fuera de la dinámica del conflicto, porque ciertamente es una organización que se nutre del funcionamiento del Estado libanés. Además, tiene muchas conexiones internacionales que le permiten sobrevivir”, explica. Sin embargo, otros analistas citados por Al Jazeera reconocen que las circunstancias políticas internas dificultan enormemente que Hezbolá se sume a las represalias. “Ellos mismos reconocen que no pueden recurrir a Hezbolá”, respondió Nicholas Blanford, miembro sénior no residente del Atlantic Council, al medio árabe. Aun así, Blanford añade: “Hay resentimiento y descontento hacia Irán por parte de Hezbolá, porque sienten que Irán los defraudó en el reciente conflicto (de 2024)”. Cualquiera de las posibilidades —resentimiento o incapacidad— hace poco probable que se unan pronto a la ofensiva.
Hamás, el más mermado
González sitúa la posición de Hamás en luz roja, como en un semáforo. Hamás lleva 20 meses en plena guerra en Gaza contra Israel y, como consecuencia de su ofensiva de octubre de 2023, Israel respondió vorazmente, matando —según el Ministerio de Salud de Gaza y Naciones Unidas— a más de 57 000 personas hasta la fecha. Como se mencionó al principio, solo 300 han muerto en el último mes intentando conseguir comida. Gaza está en jaque y, por ende, el ala militar de Hamás también. “De alguna forma, no tiene el nivel de resistencia necesario ni para hacerle frente a Israel ni para volver a atacar. Tal vez sea la organización que, en este momento, estaría fuera de la ecuación. Hamás tiene una cara política y una cara militar. Esta última es, sin duda, la más golpeada”, resume González.
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