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Según el informe oficial, los estudiantes fueron retenidos por un grupo narcotraficante de la zona y luego quemados en el basurero de Cocula. De acuerdo con el informe del grupo de expertos independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los estudiantes no pudieron ser incinerados allí.
El laboratorio genético de la Universidad de Innsbruck (Austria) informó que, después de analizar los restos encontrados en Cocula, logró la identificación de Jhosivani Guerrero de la Cruz. Ya no es un desaparecido más. Se suma a otro identificado, Alexánder Mora Venancio, de 21 años, el primer estudiante cuyos restos fue posible reconocer mediante pruebas genéticas. Faltan 41.
Sin embargo, los especialistas de Innsbruck consideran muy difícil hacer más identificaciones. Las temperaturas de 1.600 grados alcanzadas en la quema de los cadáveres habrían destruido el ADN de la mayoría de las 17 piezas óseas enviadas al laboratorio austríaco.
De acuerdo con el informe de la CIDH, “toda la evidencia recolectada muestra que el mínimo incendio necesario para la cremación de estos cuerpos no pudo haberse dado en el basurero municipal de Cocula (...) No hay evidencia que indique la presencia de un fuego de la magnitud de una pira para la cremación de inclusive un solo cuerpo”. Concluye que para incinerar los 43 cuerpos se habrían requerido 30.100 kilos de madera o 13.300 de llantas que arderían por 60 horas. Por eso recomendó seguir buscando a los estudiantes.
Sin embargo, esta segunda identificación revive la versión oficial. Esa en la que hace apenas unos días insistía Tomás Zerón, jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, en declaraciones a Imagen Radio: “Estamos seguros de que (...) fueron quemados un número importante de estudiantes en el basurero de Cocula”.
Con esta nueva identificación y con la captura de Gildardo López Astudillo, alias el Gil, la próxima reunión del presidente Enrique Peña Nieto con los padres y familiares de los estudiantes toma otro tenor. López Astudillo se escabulló de las autoridades durante un año. Es señalado de ser el supuesto autor intelectual de la muerte de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
La Policía Federal lo capturó tras meses de seguimientos e investigaciones que lo señalaban como el hombre clave de los hechos de Iguala. Era el jefe de sicarios de un grupo narcotraficante y fue quien señaló que los estudiantes eran miembros del cartel rival, los Rojos, según las pesquisas oficiales. Las autoridades se basan en una comunicación que el Gil habría tenido con Sidronio Casarrubias Salgado, el jefe del cartel, para pedir instrucciones respecto a los estudiantes. Esa comunicación, según la versión policial, fue la que prendió la llama de la barbarie. Sus declaraciones pueden arrojar luz sobre uno de los episodios más oscuros y debatidos de la historia reciente de México.