Los simpatizantes del presidente palestino, Mahmud Abbas, pasaron a Israel huyendo de una redada de los islamistas contra un clan al que acusan del atentado del viernes 25 de julio, en el que murieron cinco activistas de Hamás y una niña pequeña.
Un portavoz del Ministerio israelí de Defensa ha dicho que la devolución de esos 30 hombres se había realizado a petición del presidente Abbas. Según este portavoz, todos van a regresar a la franja, aunque los heridos van a recibir tratamiento en Israel. Un portavoz de Al Fatah ha declarado que se está discutiendo con Israel "cómo permitir a la gente que vuelva a Gaza".
La tensión entre Hamás y Al Fatah, las dos facciones mayoritarias palestinas, no para de aumentar desde el atentado del pasado viernes. Hamás culpó inmediatamente del suceso a la facción rival, que niega toda implicación. Los islamistas, predominantes en la franja de Gaza, respondieron con la detención de decenas de miembros y dirigentes de Al Fatah. Mientras, en Cisjordania, territorio en manos de Al Fatah, las detenciones iban en sentido contrario.
Las detenciones cruzadas han contribuido a la escalada de odio entre las dos facciones, que culminó ayer en unos graves enfrentamientos que dejaron nueve muertos, tres policías de Hamás y seis miembros de Al Fatah. Fue en el barrio de Shejaia de la ciudad de Gaza, donde las fuerzas leales a Hamás realizaron una operación contra el clan Helles, partidario de Al Fatah y al que se acusa del atentado del 25 de julio. Hubo 11 detenidos. Eran los enfrentamientos más graves entre las facciones palestinas desde la toma de Gaza por Hamás en junio del año pasado.
Unos 180 partidarios de Al Fatah lograron escapar del cerco de Hamás y pasaron a Israel, donde fueron acogidos a cambio de un trato menos que amable: fueron desnudados y se les tapó los ojos. No fue un recibimiento demasiado acogedor a unas personas a las que, incluso según Israel, los milicianos de Hamás llegaron a disparar mientras cruzaban la frontera.