En su viaje a Estados Unidos, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, pronunció un discurso ante el Congreso, donde aseguró que nos encontramos en una “encrucijada de la historia”, mientras el mundo está “en agitación”. En Oriente Medio, el “eje del terror” iraní se enfrenta a Estados Unidos, Israel y sus amigos árabes. “No se trata de un choque de civilizaciones. Se trata de un enfrentamiento entre quienes glorifican la muerte y quienes santifican la vida. Para que triunfen las fuerzas de la civilización, Estados Unidos e Israel deben permanecer unidos”.
En su intervención ante los legisladores, el líder israelí agregó que su país logrará una “victoria total” y que no se conformará con “nada menos”. Ese triunfo, según dijo, significa que Israel luchará hasta destruir la capacidad militar de Hamás, poner fin a su dominio en Gaza y traer a todos los rehenes de regreso a casa. El primer ministro habló de un escenario posguerra y dijo que “una nueva Gaza podría surgir” el día después de que el grupo islamista sea derrotado. Su visión es una Franja “desmilitarizada y desradicalizada”.
Al respecto comentó: “Israel no pretende colonizar Gaza, pero en el futuro previsible debemos mantener un control absoluto de la seguridad allí para impedir el resurgimiento del terrorismo y garantizar que la Franja nunca más vuelva a representar una amenaza”. Según argumentó desde la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el enclave, donde el gobierno de Hamás ha reportado que los bombardeos israelíes han matado a más de 39.000 personas, debería tener una administración civil “dirigida por palestinos que no busquen destruir a Israel” y que a una nueva generación de palestinos “ya no se le debe enseñar a odiar a los judíos”.
En el recinto, mientras se escuchaba su discurso, la representante demócrata por Michigan, Rashida Tlaib, la única palestinaestadounidense que es miembro del Congreso, sostuvo un cartel que decía “criminal de guerra” y “culpable de genocidio”. Frente a ello, Netanyahu, que agradeció a los legisladores por el apoyo, sostuvo que una “minoría” pudo haber “caído en la estafa de Hamás”. A través de la red social X, antes Twitter, ella escribió: “Nunca daré marcha atrás en decirle la verdad al poder. El Gobierno de apartheid de Israel está cometiendo genocidio contra los palestinos. Los palestinos no serán borrados. Solidaridad con todos aquellos que están fuera de estos muros, en las calles, protestando y ejerciendo su derecho a disentir”.
Pero esa no fue la única muestra de inconformismo: en medio de su visita, cerca de 200 personas que se manifestaron en el Capitolio en contra de su llegada fueron arrestadas. Esto llega después de una extensa jornada de protestas a favor de la causa palestina en diversas universidades de Estados Unidos. De hecho, el primer ministro condenó esas acciones y aseguró que los presidentes de Harvard, de la Universidad de Pensilvania y de MIT, de donde se graduó, son “académicos desconcertados”. En sus palabras: “Siempre y dondequiera que veamos el flagelo del antisemitismo, debemos condenarlo inequívocamente y combatirlo resueltamente y sin excepción”.
Con respecto a la relación con Washington, el primer ministro enfatizó en que, mientras Israel “se defiende en todos los frentes”, sabe que “Estados Unidos nos respalda”. Hizo referencia a que el país norteamericano ha brindado durante décadas una “generosa” asistencia militar y, a cambio, un Israel “agradecido” ha proporcionado a Estados Unidos “información crítica que salvó muchas vidas”. Citando las palabras de Winston Churchill, “dadnos las herramientas más rápido y terminaremos el trabajo más rápido”, instó a los legisladores estadounidenses a hacer lo mismo ahora: “Este es un momento excepcional” y la ayuda militar puede “acelerar dramáticamente” el fin de la guerra en Gaza y prevenir una más grande en la región.
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