Hadas Kalderon tiene a su hija de 16 años y a su hijo de 12 secuestrados en Gaza. Su exesposo, el papá de los niños, también está retenido por el grupo islamista palestino desde el 7 de octubre, cuando perpetró el ataque sorpresa en contra del Estado judío. Ella, en una de las principales calles de Tel Aviv, paró el tráfico y lo hizo para, de alguna forma, tratar de persuadir a las autoridades de su país para que aprobaran un pacto para la liberación de los rehenes. “Los queremos a todos de vuelta. Lucharé hasta el final para que cada uno de ellos regrese”, le contó a The Times of Israel. Eso, finalmente, se concretó de cierta manera: a partir del viernes y a lo largo de al menos cuatro días, se espera que cesen los enfrentamientos en la Franja de Gaza y que, en ese tiempo, 50 personas, entre mujeres y niños, sean liberadas. Así lo informaron las autoridades israelíes, que en un principio aseguraron que el pacto iniciaría en la mañana de este jueves. A cambio, Israel, que dijo que la guerra pararía un día por cada diez rehenes adicionales que sean puestos en libertad, aceptó liberar a 150 presos palestinos.
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“El padre de mis hijos está ahí. Quiero que ellos tengan un papá, pero tenemos que vivir en la realidad. Al principio debemos sacar a los débiles: los bebés, los niños y los ancianos no sobrevivirán. Luego quedará abierta la ventana para traer a los demás”, agregó Kalderon. Y es que, al parecer, en el ambiente hay una mezcla de sensaciones: esperanza e incertidumbre. De hecho, una prima de la familia le aseguró al medio de comunicación israelí que “el acuerdo no es sencillo. Estamos muy preocupados de que esto haga más difícil liberar a los hombres. Es una cuestión sobre a qué estamos renunciando. Siento que, al no protegernos, el Gobierno nos traicionó”.
Por su parte, Ofri Bibas Levy, cuyo hermano, cuñada y dos sobrinos (de cuatro y diez meses) están retenidos por Hamás, le dijo a The Guardian que el acuerdo pone a las familias en una situación “inhumana”. De hecho, no cree que su familiar de 34 años sea de los primeros en salir. Además, justo antes de conocer lo pactado, aseguró: “¿Quién será liberado y quién no? ¿Serán liberados los niños? ¿Serán liberados con sus madres o no? No importa de qué manera suceda, todavía habrá familias que seguirán preocupadas, tristes y enojadas”.
Israel hizo públicos los nombres de 300 presos palestinos (49 son miembros de Hamás, 60 de Fatah, el partido del presidente de la Autoridad Palestina en Cisjordania, y 17 pertenecen al Frente Popular para la Liberación de Palestina) que podrían figurar entre los 150 que serán puestos en libertad en esta primera fase de la tregua. Entre ellos hay 33 mujeres, 123 adolescentes y 144 hombres de unos 18 años. El más joven es Adam Abuda Hasan Gheit, de 14 años, oriundo de Jerusalén Este. Fue detenido en mayo por “sabotaje (...), agresión a un agente de policía y lanzar piedras”. La mayor es una mujer de 59 años, Hanan Salah Abdallah Barghuti, detenida en septiembre por “actividades vinculadas a Hamás, incluidas transferencias de dinero”. Todos en la lista, según se lee en The New York Times, fueron descritos como “presos de seguridad”, o personas que habían sido arrestadas en relación con delitos por motivos políticos.
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David Horovitz, editor fundador de The Times of Israel, en el artículo “Por qué Israel aceptó el acuerdo de rehenes y cómo Hamás podría intentar explotarlo”, publicado en dicho portal, recuerda que algo crucial para el apoyo casi unánime de la tregua (35 a tres en el gabinete de ministros) fue la promesa de Benjamín Netanyahu de que la guerra continuará y que los objetivos de destruir las capacidades militares y de gobernanza de Hamás, así como de lograr el regreso de todos los secuestrados, permanecen intactos. Según escribió, “a pesar de todo el dolor por aquellos que seguirán cautivos en Gaza, casi todos los ministros estaban convencidos de que se trataba de un trato con el diablo, que, aun así, había que hacer”. Ahora bien, menciona varias preocupaciones al respecto, entre ellas, como han dicho algunos analistas, que Yahya Sinwar, líder de Hamás, pueda aprovechar el cese al fuego para reorganizar a sus fuerzas, además de que use la pausa para crear una “imagen de victoria” y así desmoralizar al Ejército de Israel.
Faltan por ver varias cosas, pero, por ahora, parece que la principal presión interna del gobierno de Netanyahu viene de los familiares de los rehenes, quienes han salido a las calles a manifestarse porque perciben el riesgo de las acciones militares en Gaza sobre los suyos, o al menos así lo cree Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana. A su entender, la solución más pragmática es el intercambio de personal retenido por ambas partes. Sin embargo, no descarta que detrás de esto también exista una presión internacional.
De hecho, afirma que la resolución de Naciones Unidas y la gira de Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, por varios países árabes, así como la declaración de la Liga Árabe, han puesto en una posición incómoda a Israel con respecto a la intensidad de sus operaciones militares en el enclave palestino, donde han muerto más de 13.000 personas, según el Ministerio de Salud gazatí, controlado por Hamás. “En medio de esto, Israel puede perder el apoyo de sus ciudadanos, la legitimidad de su respuesta a nivel internacional y tirar por la borda los pactos alcanzados con Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos, conocidos como los Acuerdos de Abraham, así como sus relaciones con Egipto y Jordania, y el posible acuerdo con Arabia Saudita para su reconocimiento como Estado”. Más aún, admite que la tregua es “un paso importante en términos humanitarios”, pero no da pistas sobre la construcción de una solución al conflicto. De hecho, según cree, “una negociación política está lejos”, en caso de que suceda.
En medio de ello, destaca el rol de Catar en la liberación de rehenes y reconoce varios aspectos que le han permitido funcionar como tal: tiene experiencia en mediar conflictos, como sucedió en Yemen en 2007 y con Hezbolá y el Líbano un año después, además de que está “en medio camino de Irán, debido a su alianza económica para eludir el embargo marítimo que sufrió por parte de los sauditas y sus aliados, y conserva buenas relaciones en materia de seguridad con Estados Unidos”. Catar, además, ha sido socio de Gaza y ha destinado cientos de millones de dólares en ayuda humanitaria y de desarrollo para apoyar altos al fuego anteriores. En 2021, por ejemplo, prometió US$500 millones para la reconstrucción del enclave, incluida la de las instalaciones de servicios y la de los hogares destruidos. De acuerdo con González, “todo esto lleva a pensar que Catar ha contribuido a este pacto por su rol de pivote en las dinámicas de Medio Oriente, también en su intento por disputarle el liderazgo a Arabia Saudita”.
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