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La encrucijada de Alemania en su relación con China

El encuentro entre el canciller Olaf Scholz y el presidente de China, Xi Jinping, está previsto para el viernes 4 de noviembre. En un contexto marcado por la guerra en Ucrania y la pandemia, hay quienes ven con escepticismo esta reunión, mientras que el líder alemán parece defender su postura, creyendo que China tiene un rol importante en el panorama internacional y que es un socio económico relevante para el país europeo.

Redacción Mundo

03 de noviembre de 2022 - 12:56 p. m.
En su viaje por el este, el canciller alemán, Olaf Scholz, estará acompañado de una delegación de directores ejecutivos de la empresa química BASF y de los fabricantes de automóviles Volkswagen y BMW, las tres empresas que dominaron la inversión europea en el mercado chino el año pasado.
Foto: EFE - CLEMENS BILAN
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El canciller de Alemania, Olaf Scholz, viajará a China para reunirse con Xi Jinping, convirtiéndose así en el primer líder del G7 en visitar el gigante asiático desde el estallido del Covid-19 y desde la ratificación de Xi como el líder más poderoso del país, luego de la realización del Congreso del Partido Comunista Chino. Su llegada a Beijing se da en un contexto muy distinto al que presenció su antecesora, Angela Merkel, tres años atrás, pues toma lugar después de la pandemia y en momentos en los que las tensiones internacionales están en un nivel máximo, teniendo en cuenta la guerra en Ucrania y las repercusiones globales que este conflicto bélico ha traído consigo. “La conversación directa es, por lo tanto, aún más importante ahora”, escribió el líder alemán en la columna “No queremos desvincularnos de China, pero no podemos depender demasiado”, publicada en Politico.

El encuentro entre los dos líderes se llevará a cabo el viernes 4 de noviembre, a pesar de que el gobierno de Scholz había prometido pasar la página de la era Merkel, quien presionó por una cooperación económica más estrecha con China, a raíz de la crisis financiera de 2008, y quien consolidó su relación con el país asiático con más de doce visitas de Estado, en sus 16 años de mandato. El actual gobierno de coalición alemán ya había anunciado su intención de reducir su dependencia económica y de fortalecer las relaciones con los estados democráticos de Asia. En el acuerdo de coalición firmado a finales del año pasado, calificó su relación con China como una “rivalidad sistémica” y enfatizó en la necesidad de abordar “cuestiones geopolíticas y de política de seguridad junto con Estados Unidos y los socios críticos del Indo-Pacífico, como Japón, Australia e India”. De hecho, Scholz hizo de Tokio el destino de su primer viaje oficial a Asia, a diferencia de Merkel y Gerhard Schröder, quienes optaron por Beijing, lo que dio pistas de un posible cambio en el acercamiento de Alemania con la región. Sin embargo, parece que no está en sus planes, y no es tan fácil, marcar una completa distancia con el gigante asiático.

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Y es que Scholz, al parecer, está en una encrucijada. En su viaje por el este, el canciller alemán estará acompañado de una delegación de directores ejecutivos de la empresa química BASF y de los fabricantes de automóviles Volkswagen y BMW, las tres empresas que dominaron la inversión europea en el mercado chino el año pasado. Noah Barkin, analista de las relaciones chino-alemanas de la firma de investigación estadounidense Rhodium Group, le dijo a The Guardian: “Es difícil transmitir mensajes duros sobre Rusia, Taiwán y los derechos humanos mientras los directores ejecutivos están sentados en la sala de al lado queriendo hablar sobre inversiones. Es comprensible que Merkel se apegara a una política de compromiso con China al final de su mandato. Es menos comprensible que Scholz esté volviendo a esa estrategia después de menos de un año en el poder”.

La apuesta del canciller alemán en China

“La China de hoy no es la misma que la China de hace cinco o diez años. No es solo China la que ha cambiado, también lo ha hecho el mundo”, escribió el líder europeo en su columna en Politico. Haciendo referencia al rol que juega el país asiático en esto, agregó: “Las palabras claras dirigidas desde Beijing a Moscú son importantes para garantizar que se respeten la Carta de las Naciones Unidas y sus principios”. Asimismo, hizo referencia a la importancia del multilateralismo y a lo central que es para Alemania crear alianzas con diferentes centros de poder, como Japón y Corea, India e Indonesia, y también países de África y América Latina.

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En su escrito, su postura frente a China es clara: “Este país, con sus 1.400 millones de habitantes y su poder económico, por supuesto, desempeñará un papel clave en el escenario mundial en el futuro, tal como lo ha hecho durante largos períodos a lo largo de la historia. Sin embargo, esto no justifica los llamamientos de algunos para aislar a China, ni la búsqueda del dominio hegemónico chino, ni siquiera un orden mundial sinocéntrico”.

Scholz hizo énfasis en los lazos comerciales que unen a Berlín con Beijing, reiterando que, siendo China un socio comercial importante para Alemania, se tomarán medidas para no caer en “dependencias riesgosas”. Citando la compra de una participación minoritaria en una terminal en el puerto de Hamburgo por parte de la naviera Cosco, comentó que en dicho negocio “se impusieron condiciones claras y la terminal ahora permanecerá completamente bajo el control de la ciudad de Hamburgo y el operador del puerto”. Vale aclarar que el acuerdo que le permitió a la empresa china comprar una participación del 24,9 % en tres terminales en el puerto más grande de Alemania recibió fuertes críticas del Partido Verde y de los liberales, miembros de la coalición gobernante.

Tim Rühlig, experto en China del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, le comentó a The Guardian que no cree que el gobierno de Scholz tenga claro lo relacionado a la rivalidad sistémica. “¿Se refiere a un conflicto en la arena geopolítica o se trata de una rivalidad entre creencias políticas y económicas fundamentalmente opuestas? Sospecho que el equipo de Scholz en la cancillería todavía está tratando de averiguarlo”. Sin embargo, también afirmó que “se debe argumentar que las consecuencias de la guerra de Ucrania ya están ejerciendo una gran presión existencial sobre la economía alemana, y que el enfoque del canciller, por ahora, debe ser mantener el barco en curso. Si ese es el punto de vista, entonces puede tener sentido continuar haciendo algunos acuerdos como el de la terminal portuaria de Hamburgo”.

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