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La familia Marcos, camino a retomar el poder en Filipinas

El hijo del dictador Ferdinand Marcos y una abogada de derechos humanos se disputaron la Presidencia de Filipinas. Según los resultados preliminares, aunque faltan días de conteo, él podría ocupar el lugar del cual su padre fue derrocado en 1986.

10 de mayo de 2022 - 02:00 a. m.
Dos días antes de las elecciones, en los suburbios de Manila, los partidarios de Ferdinand Marcos Jr. se reunieron en un mitin a favor del candidato.
Dos días antes de las elecciones, en los suburbios de Manila, los partidarios de Ferdinand Marcos Jr. se reunieron en un mitin a favor del candidato.
Foto: AFP - Agencia AFP

En el Palacio de Malacañán, la casa presidencial de Filipinas, existe una imagen que presagia el posible resultado de las elecciones presidenciales que se llevaron a cabo ayer: Ferdinand Bongbong Marcos, hijo del dictador Ferdinand Marcos, porta una corona dorada y, mientras cabalga sobre un corcel blanco, sostiene en sus manos la bandera nacional y una Biblia. Es como si esta pintura, albergada entre las paredes de la que alguna vez fue su casa, reflejara la voluntad popular del archipiélago: el regreso al poder de los Marcos. Con el 56 % de los electores a su favor, según las últimas encuestas antes de los comicios, parece que, después de 36 años, eso será una realidad.

“Mi mamá quería que me lanzara desde que tenía ocho años”, dijo Marcos en The Kingmaker, un documental sobre Imelda Marcos, su madre. Y fue en Ilocos Norte, el bastión político de su familia, donde optó por empezar y consolidar su carrera política. Siendo vicegobernador, gobernador y congresista, con su campaña presidencial buscó defender el nombre de su familia y minimizar el legado dictatorial de su padre. Presentándose como un unificador y usando las narrativas que consagran el período de gobierno de su progenitor como una “época dorada”, busca retomar el poder que los suyos perdieron con las protestas pacíficas del “Poder popular”, conocidas bajo el nombre de la Revolución Amarilla.

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Aunque su familia fue acusada de saquear hasta US$10.000 millones de los fondos públicos y su padre es recordado por haberse perpetuado en el poder gracias a la imposición de la ley marcial a lo largo de nueve años, a la colaboración de las Fuerzas Armadas y al haber ajustado la Constitución a su favor, dejando con su gobierno de mano dura 70.000 detenidos, 34.000 torturados y 3.240 asesinados, hay quienes consideran que los Marcos son sinónimo de modernización y patriotismo. “Nunca vi corrupción”, dijo Jesús Bautista, un hombre de 71 años que desde Manila manifestó su apoyo a Marcos hijo, a la BBC. “Fue solo un rumor. Creo que sus enemigos empañaron sus nombres. ¿Verdad?”, agregó. Raquel Deguzaman, una mujer de 59 años, le dijo algo similar a The Guardian: “Marcos (padre) ayudó a Filipinas”.

La unión de dos clanes políticos

Los filipinos no solo salieron a las urnas para elegir presidente, sino también 12 asientos en el Senado, el Congreso y numerosos cargos provinciales y municipales, además de la persona que ocupará la Vicepresidencia, y ahí es donde, posiblemente, se puede dar la unión de dos familias políticas. En llave con Marcos, Sara Duterte-Carpio, hija del presidente saliente, Rodrigo Duterte, aspira a obtener los votos suficientes para ocupar el cargo de Leni Robredo, la abogada de derechos humanos con quien Marcos se disputó la actual campaña, siendo una fuerte crítica de quien hoy sigue a la cabeza del Ejecutivo.

Si Duterte-Carpio llega a salir victoriosa en las urnas, un escenario que parece cumplirse, su padre podrá retirarse sin preocuparse por las investigaciones que lo rodean (incluyendo la que la Corte Penal Internacional quiere hacer por posibles crímenes de lesa humanidad) a causa de su sangrienta guerra contra las drogas, la cual, según se estima, les ha costado la vida a unos 6.200 traficantes o drogadictos. Sin embargo, organizaciones defensoras de los derechos humanos estiman que entre 27.000 y 30.000 personas han sido ejecutadas por las fuerzas de seguridad, informó la agencia EFE.

“Fui testigo de escenas sangrientas en todos los lugares que puedan imaginarse: en la acera, en las vías del tren, frente a una escuela para niñas, afuera de las tiendas 7-Eleven y un McDonald’s, encima de colchones y sofás. Vi cómo una mujer vestida de rojo echaba un vistazo en uno de estos sitios espeluznantes a través de los dedos con los que cubría sus ojos; intentaba protegerse y a la vez permitirse dar una última ojeada a un hombre asesinado en medio de la calle”, escribió Daniel Berehulak, fotógrafo y reportero gráfico de The New York Times, que durante 35 días documentó los asesinatos de 57 víctimas en el marco de la estrategia antidrogas de Duterte.

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Trabajando en 60 países, cubriendo, por ejemplo, las guerras en Irak y Afganistán, así como viviendo dentro de la zona de ébola en el oeste africano, Berehulak comentó que lo que vivió en Filipinas “fue un nuevo nivel de crueldad: oficiales de policía que prácticamente le disparaban a cualquiera que sospecharan que vendía o incluso usaba drogas, vigilantes que se tomaban en serio el llamado del presidente Duterte para ‘asesinarlos a todos’”, escribió en el medio estadounidense.

Así fue la jornada electoral

Con más del 90 % de los votos escrutados, Marcos habría conseguido casi 30 millones de votos, más del doble que Robredo, según los resultados publicados por los medios locales, que citan a la Comisión Electoral. Sin embargo, se espera que el conteo final se conozca en las próximas semanas, se lee en AFP.

Ahora bien, a lo largo de la jornada, además de varios focos de violencia, fueron reportadas algunas irregularidades: la Red Legal para Elecciones Veraces, según informó The New York Times, dijo que había observado delitos electorales y problemas técnicos durante la votación, incluso en 13 lugares donde las máquinas de conteo de votos habían fallado. Además, sus oficiales vieron a personas haciéndose pasar por funcionarios electorales para ayudar a los votantes, según la organización. Por su parte, el gobierno reportó fallas en más de 1.800 máquinas de votación y algunos ciudadanos denunciaron que sus nombres se habían dejado por fuera de las listas de registro de votantes. No en vano, el hashtag #ExtendVotingHoursPH fue tendencia en Twitter.

“Todavía no ha terminado. Vigilemos nuestros votos y, si tengo suerte, espero su ayuda y confianza sin fin”, aseguró Marcos. Ahora bien, sabiendo que quedan días para que se conozca el resultado final, hay escepticismo y temor entre los electores. “Esta no es solo una elección para determinar nuestro futuro. Es una elección que determinará la versión correcta de nuestro pasado”, dijo Aries Arugay, miembro visitante del Instituto Iseas-Yusof Ishak, con sede en Manila, a The Guardian. “Si gana Marcos, literalmente, borrarán esa versión, esa memoria colectiva”, concluyó.

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