
Algunos niños fueron enviados a Bélgica; otros fueron desplazados y entregados a orfelinatos.
Foto: Archivo: familia Tavares
En su casa de la ciudad belga de Gante, Jacqueline Geogebeur fija los ojos en esa imagen en blanco y negro que ha mirado tantas veces y muestra un hombre montado a caballo. “Le busco y le busco el parecido y nada que lo encuentro”, dice y sonríe. Es la única foto de su padre. Tenía cincuenta años cuando murió en un accidente. Jacqueline había nacido unos meses atrás. El día del funeral, mientras su madre estaba ocupada con las ceremonias, los gendarmes coloniales vinieron a su casa y se llevaron a su hermano de cuatro años. Por ella esperaron...
Por Ricardo Abdahllah / Bélgica
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