
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Egipto dio toda una vuelta para volver a la situación que vivía antes de la revolución iniciada en 2011. El gobierno castrense, que había sido derrocado por una manifestación sin precedentes, se volvió a tomar el poder por la fuerza y está imponiendo la ley militar. Hosni Mubarak, el dictador que fue depuesto y luego encarcelado mientras se le practicaba un juicio, podría ser liberado hoy. Y mientras la nación retorna al tradicional autoritarismo, Mohamed Mursi, el primer civil e islamista que fue elegido como presidente en las primeras votaciones democráticas en la historia del país, ahora está en poder de los militares en un paradero desconocido.
Los argumentos esgrimidos por el juzgado que ordenó la liberación de Mubarak, de 85 años, consisten en que se agotó el tiempo máximo de prisión preventiva mientras se le juzgaba por diversas causas de corrupción y abuso de poder. Mubarak no saldrá a la plena libertad sino que quedará en arresto domiciliario. La liberación no supone la exoneración de los cargos y, por lo tanto, el juicio debería reanudarse en los próximos meses.
Pero el tiempo máximo para la liberación no se cumplió ayer, sino a principios de año. Como el país estaba entonces bajo el mando de Mursi, los juzgados encontraron las maneras legales para que el exmandatario siguiera tras las rejas. Sin embargo, después del golpe militar se abrieron las vías para su liberación.
Si Mubarak sale hoy de la cárcel, como ha ordenado la justicia egipcia, ello coincidirá con la fecha en que Mursi cumple siete meses bajo arresto militar. Al representante de los Hermanos Musulmanes, que estuvo casi un año en el poder, se le acusa de conspirar con grupos islamistas extranjeros, como Hizbolá o Hamás, para escapar en 2011 de una prisión en la que precisamente lo había encerrado el régimen de Mubarak. En vista de la situación política y la influencia de los militares en la justicia, el castigo para el islamista podría ser peor que para el dictador que gobernó el país con un sistema autoritario durante tres décadas.
La fuerza represiva de un ejército que durante más de 30 años se ha nutrido con la ayuda estadounidense empieza a mermar las manifestaciones de islamistas que exigían la vuelta de Mursi al poder. Después de que la semana pasada murieran casi 600 personas en un solo día de enfrentamientos, son cada vez menos los que se atreven a salir a luchar contra las balas y los tanques de las Fuerzas Armadas. Así, Egipto vuelve al statu quo. Los Hermanos Musulmanes, históricamente reprimidos por el régimen, retornan a la clandestinidad. El líder supremo de la cofradía, Mohamed Badie, fue detenido en El Cairo en la madrugada del miércoles, acusado de incitar a la violencia durante los días previos y posteriores al golpe de Estado.