Publicidad

La nueva amenaza terrorista

La revolución en Libia fue un primer impulso para las milicias que luego se tomaron el norte de Malí y que ahora, desplazadas por el Ejército francés, se dispersan por el desierto del Sahel y el Magreb.

Daniel Salgar Antolínez
05 de febrero de 2013 - 10:00 p. m.
La nueva amenaza terrorista

Cuando el ejército francés llega a las ciudades del norte de Malí, avanzando en su lucha antiterrorista, las milicias que hasta entonces han controlado esos territorios no ponen mucha resistencia, más bien desalojan ante la llegada de las tropas. Esos grupos se van a las profundidades del desierto del Sahel y el Magreb y, aprovechando la porosidad de las fronteras, seguramente ingresarán a otros países. Por eso, la liberación de Malí puede representar la expansión terrorista en la región.

Tras la fallida cruzada de EE.UU. contra el terrorismo en Irak y Afganistán —que debilitó el núcleo central de Al Qaeda, pero hizo que la organización se dispersara y se aliara con otros grupos islamistas—, la Primavera Árabe provocó la caída de dictaduras que guardaban la seguridad fronteriza en Yemen, Túnez, Libia y Egipto, lo cual facilitó el transito de los insurgentes hacia el norte de África.

Antes de su muerte, Osama bin Laden ordenó trasladar el núcleo central de Al Qaeda al Magreb Islámico. ¿Cuál era su objetivo? Probablemente atacar, o al menos atemorizar, a los países occidentales que están al otro lado del mar Mediterráneo. Hace poco más de un mes, la canciller alemana Ángela Merkel reconoció que la lucha en Malí representa una amenaza para la seguridad de Europa.

El estallido de la guerra en Libia en 2011 abrió una ruta para la expansión yihadista. Durante esa revolución, apoyada por fuerzas de la OTAN, tanto Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) como el ala islamista de la etnia tuareg (Ansar al Din, que apoyaba a Gadafi) se fortalecieron. Joseph Trevithick, analista de Global Security, explica a El Espectador que “cuando Libia colapsó se convirtió en una fuente de armas y militantes ansiosos por cavar su nicho en la región. Esto animó a algunos grupos que veían declinar su influencia, para que se reafirmaran. Muestra de esto es el reciente secuestro masivo en Argelia”. Otra muestra fue el asesinato del embajador de EE.UU. en Libia hace un año, por parte de grupos salafistas. Desde Libia partieron los terroristas y tuaregs radicales que hace once meses se apoderaron del norte de Malí.

En 2011, en la única entrevista que ha dado, Mojtar Belmojtar, entonces uno de los jefes de Al Qaeda en el norte de Malí, dijo que sus “combatientes han sido los grandes beneficiarios de las revoluciones árabes”. Más tarde formaría su propia agrupación y realizaría el secuestro masivo en una de las instalaciones más protegidas de Argelia, la planta gasística de In Amenas, como castigo al gobierno argelino por cooperar en la intervención francesa.

Tras el secuestro, París envió tropas a Níger a proteger las minas de uranio de Arlit, Túnez desplegó fuerzas en sus petroleras del sur, Rabat cerró puestos fronterizos con Mauritania. Una región llena de recursos energéticos —por los que compiten Occidente y China— se ve ahora amenazada.

Aunque la Brigada de los Enmascarados de Belmojtar no tiene vínculos con Al Qaeda, otros grupos como Ansar al Din, el Movimiento por la Unidad y la Yihad en el Oeste de África (creado en 2011) y Boko Haram, en Nigeria, han declarado lealtad a Al Qaeda, expandiendo así su influencia regional.

¿Cuáles son los objetivos de Al Qaeda? Juan Carlos Estarellas, experto en terrorismo yihadista, dice a El Espectador que los líderes de Al Qaeda persiguen a quienes consideran que actúan contra el islam, identificados como “cruzados”, aludiendo a las campañas militares contra los musulmanes impulsadas por Europa durante doscientos años para restablecer el control del cristianismo en Tierra Santa. En ese contexto, identifican a los países enemigos de Al Qaeda, que quieren impedir sus objetivos de expansión y recuperación de los territorios antaño pertenecientes al islam, los países occidentales que intentan expandir su hegemonía y dominio sobre el islam, siendo EE.UU. el objetivo número uno, seguido de sus aliados europeos.

Por Daniel Salgar Antolínez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar