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La otra lucha contra las drogas en EE.UU.

Funcionarios de la administración de Barack Obama discuten cómo combatir el abuso a los fármacos, que describen como "una epidemia". Según cifras, en 2009 las muertes por sobredosis superaron a las de accidentes de tráfico.

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Álvaro Corzo V. / Nueva York
19 de mayo de 2012 - 09:00 p. m.
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Al dar su primer respiro de vida su cuerpo ya estallaba en espasmos y calambres. El color de su piel era de un intenso tono morado que junto a sus alaridos confirmaban a las enfermeras que este recién nacido, al igual que los otros 15.000 que nacen al año en estas condiciones en Estados Unidos, llegaba a este mundo completamente intoxicado con fármacos. “Opiáceos”, explica Stephen Patrick, director de medicina prenatal de la Universidad de Michigan, “son la sustancia, base de la mayoría de medicinas para el dolor, la que tiene a cuatro de cada mil recién nacidos en estas condiciones”.

De acuerdo con un estudio revelado este lunes por la Asociación Americana de Medicina, los casos de bebés nacidos con el síndrome neonatal de abstinencia, por haber sido expuestos a grandes dosis de estos medicamentos en el vientre de su madre, ha crecido exponencialmente en los últimos años. Más y más neonatos en medio de convulsiones, paros pulmonares y digestivos, aversión a la comida e intensa irritabilidad siguen viendo a diario la luz en las salas de parto de los Estados Unidos.

Tan es así que ya se habla de una segunda ola de los crack babies, refiriéndose a los miles de niños que en los años noventa nacían adictos al crack, muchos de los cuales perdieron la vida a las escasas horas de nacidos. Sin embargo, hoy no son las drogas ilegales las que tienen prendidas las alarmas de las autoridades sanitarias, es el uso y abuso de medicamentos para el dolor el que tiene a muchos expertos hablando de una epidemia de grandes proporciones.

Las cifras no mienten, son más de 20 mil muertes al año por sobredosis con este tipo de medicamentos, más que las muertes por heroína y cocaína juntas. Es decir, un deceso cada 19 minutos, explica Ileana Arias, subdirectora del Centro Nacional para el Control y la Prevención de Enfermedades. “Es casi cuatro veces el número de muertes que teníamos por esta causa diez años atrás”, señala.

En los últimos años el uso de estos medicamentos se ha convertido en una tentadora alternativa legal para miles de personas que buscan drogarse. Medicamentos como el Vicodin, OxyContin, Demerol, Percocet y Lortab, así como versiones genéricas de la metadona y la hidrocodina, se han transformado, según el informe, en el factor número uno de adicción en el país, tan sólo por debajo del consumo de marihuana.

No en vano preocupa sobremanera el aumento de casos de jóvenes entre los 15 y 19 años muertos por sobredosis con estos medicamentos, sumando más muertes que las causadas por accidentes de tránsito o armas de fuego, y superando en un 90% las cifras de una década atrás.

Muchos achacan parte de la responsabilidad de este problema a la comunidad médica. Según el informe, entre 1997 y 2007 la formulación médica de opioides en los Estados Unidos incrementó 400%. En el 2000 se vendieron 174 millones de prescripciones de este tipo de drogas; hoy son casi 300 millones de fórmulas las que reportan al año las farmacias en Estados Unidos. Un aumento del 48% que para muchos expertos explica, junto a la falta de educación sobre la alta capacidad adictiva de estas drogas, la crisis que se vive en la actualidad.

Para Josh, un estudiante universitario que no quiso revelar su apellido, el acceso casi ilimitado a este tipo de drogas hace la diferencia. “Llevo consumiendo OxiContin los últimos tres años y en ese tiempo no he tenido problema alguno para conseguirlo, sea a través de farmacias en internet, clínicas para el dolor o falsificando prescripciones médicas”, explica el joven, quien compara los efectos del ‘Oxi’ con los de la heroína. “Puedo consumir una droga igual de potente sin tener que lidiar con el bajo mundo de las drogas ilegales”.

El costo de estas drogas en la calle puede llegar hasta los US$80 por pastilla, hecho que ha convertido su venta y distribución en una multimillonaria industria que mueve cerca del billón de dólares anuales.

“Cerrarles el paso a las miles de clínicas para el dolor, las cuales se han convertido en inescrupulosos dispensarios de opiáceos en nuestro país, es una de nuestras estrategias frontales contra esta epidemia”, explicó Gil Kerlikowske, director de la política antidrogas de los Estados Unidos, en una mesa redonda con la prensa en la que estuvo presente El Espectador. “Hoy estamos en medio de una guerra sin cuartel en contra de este nuevo tipo de adicción”.

Y agregó: “Esta es una epidemia de salud pública fomentada por el abuso de los fármacos recetados. El abuso de analgésicos recetados llevó a 15.500 muertes por sobredosis en 2009, más que la cocaína y la heroína combinadas”.

“Todavía existen brechas de seguridad y de eliminación en nuestros hogares y hospitales, y en el sistema de atención de salud; esto subraya la importancia y la urgencia de nuestros esfuerzos”, señaló la doctora Margaret Hamburg, comisionada de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de EE.UU., quien apuntó que la FDA también trabaja con la industria farmacológica para desarrollar nuevas fórmulas de analgésicos opiáceos de los que sea más difícil de abusar y utilizar mal.

“Es una de las mayores amenazas a las que nos hemos enfrentado en el terreno de las drogas”, apuntó Michele Leonhart, administradora de la DEA. “Los medicamentos que quedan en los botiquines de casa son los principales candidatos para el abuso. Necesitamos una forma adecuada y segura de deshacernos de ellos”.

En el centro de esta batalla está el estado de la Florida, donde el año pasado se reportó el 80% de las ventas de opiáceos de todo el país. Con más de 1.000 clínicas para el dolor, este estado, conocido como el ‘Oxy Express’, lucha por cortarle el paso a la venta y distribución de opiáceos. “Hemos cerrado más de 400 clínicas de este tipo y hemos revocado la licencia de más de 150 médicos que hacían parte de este lucrativo negocio”, añade Kerlikowske.

De igual forma se busca pasar una legislación para limitar el número de prescripciones de este tipo de medicamentos que un médico puede expedir, así como implementar una base de datos a nivel nacional que obligue a todo doctor y toda farmacia a registrar y reportar en tiempo real la formulación y venta de opiáceos, evitando así que los adictos vayan de doctor en doctor y de farmacia en farmacia comprando y acumulando este tipo de drogas.

Entre tanto, la comunidad científica se prepara para debatir a mediados de este mes, en Washington, si saca o no a la venta pública el Naloxeno, una droga que permite contrarrestar la sobredosis por opiáceos. Aunque por el momento esta droga sólo se administra en salas de emergencias y en clínicas bajo estricta supervisión médica, se habla de la posibilidad de permitir su venta sin receta médica, como lo hacen en Inglaterra, Rusia y Ucrania, donde ha logrado salvar miles de vidas.

Fármacos en Colombia

La gran mayoría de los fármacos que hoy hacen parte de estas nuevas redes de consumo en el mundo, pueden conseguirse con gran facilidad en el mercado colombiano.

La mayoría de estas sustancias, con aplicaciones en el campo de la neurología, la psiquiatría y la medicina del dolor, hacen parte del grupo de los opiáceos, es decir, se trata de alcaloides presentes en el opio.

OxyContin, nombre comercial del narcótico clorhidato de oxicodona es un analgésico opioide, que se consigue en Colombia con relativa facilidad y se prescribe para el manejo del dolor postoperatorio, aunque también para manejar dolores neuropáticos crónicos.

También el Demerol figura en los registros de fármacos en el país. Su nombre genérico es meperidina y corresponde a un narcótico analgésico que actúa como depresor del sistema nervioso central y se utiliza para aliviar el dolor de intensidad media o alta.

La metadona, que hace parte del arsenal médico de los psiquiatras colombianos, es utilizada en el tratamiento de farmacodependientes. Y la hidrocodona es formulada para aliviar el dolor, pues modifica la manera en que el cerebro y el sistema nervioso responden a él. También se prescribe para el manejo de la tos, aunque manejada con precaución.

Con la aparición de internet y los servicios de ventas por correo, resulta relativamente sencillo y económico acceder a muchos de estos fármacos en Colombia.

Por Álvaro Corzo V. / Nueva York

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