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Israel ve, poco a poco, una luz al final del túnel para salir de la crisis política en la que está sumida desde hace 16 meses. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su exrival Benny Gantz, libran este martes la recta final en las negociaciones para formar un gobierno de unión y poner fin al periodo político más difícil y largo en la historia de Israel, en plena pandemia de coronavirus.
A medianoche de ayer expiraba el primer plazo que tenían sin haber dado a luz a un nuevo Ejecutivo. Sin embargo, a petición de los dos jefes de partidos, el presidente Reuven Rivlin les concedió in extremis una prórroga de 48 horas, hasta la medianoche del miércoles.
Durante la jornada, ambos bandos dieron cuenta de "avances significativos" en sus conversaciones para formar un gobierno "de unión nacional y de emergencia" para afrontar la pandemia del nuevo coronavirus que ha infectado a más de 11.000 personas en Israel, de las que han fallecido 117.
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Renuncia
Benny Gantz, exgeneral que se convirtió en jefe del partido centrista Kahol Lavan (Azul y Blanco, los colores de la bandera israelí), había obtenido el mandato de formar el próximo gobierno después de las elecciones legislativas del 2 de marzo, terceras en menos de un año y que en teoría abrirían finalmente una vía de solución a la crisis política.
Y para intentar el desbloqueo, Gantz renunció, a corto plazo al menos, a su proyecto de ser primer ministro y anunció su intención de formar un gobierno liderado por Benjamin Netanyahu. Este paso favoreció la implosión de su propia formación política, de la que algunas figuras se quedaron atónitas por la decisión del exgeneral.
"La emergencia me obligó a abandonar mi promesa de que no me sentaré en un gobierno dirigido por Netanyahu", declaró Benny Gantz el lunes por la noche en un discurso televisado. "Netanyahu, hemos llegado a la hora de la verdad. Los israelíes esperan que dejemos de lado nuestras diferencias y trabajemos juntos por ellos (...) La historia no nos perdonará si no tenemos éxito", agregó.
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Tensiones
Las últimas semanas han dejado ver las tensiones entre los bandos de Netanyahu y Gantz sobre la elección del futuro ministro de Justicia, al mando durante el proceso por corrupción del primer ministro, que además ha sido aplazado debido a la pandemia. También hay desacuerdos sobre el nombramiento de un ministro de Defensa, así como sobre el proyecto de anexión del Valle del Jordán, en Cisjordania ocupada.
Y en la prensa una cuestión se impone sobre el resto: ¿Benjamin Netanyahu realmente quiere compartir el poder con el equipo de Benny Gantz? El primer ministro podría provocar unas cuartas elecciones, mientras dirige a su antojo el país y se beneficia de las encuestas de opinión muy favorables, que aprueban su gestión de la pandemia.
Un último sondeo daba el lunes al partido Likud de Netanyahu 40 escaños y un total de 64 diputados con sus aliados de la derecha radical y partidos ultraortodoxos, muy por encima del umbral de la mayoría (61 escaños de 120 de la Knesset), que ningún líder ha logrado en las últimas tres elecciones. Con su partido ahora dividido, el equipo de Gantz no cosecharía más que 19 bancas, según estos barómetros.