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Se trata de las denominadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, donde fueron elegidos los miembros de los consejos populares de ambas entidades, así como sus respectivos primeros ministros, Alexánder Zakhartchenko (77,5%) e Igor Plotniski (63%).
Sin embargo, una vez conocidos los resultados, Petro Poroshenko, presidente ucraniano y quien se opone vehementemente a la independencia de estas repúblicas, protestó por lo que califica como una violación a los acuerdos de Minsk (Bielorrusia) del 5 de septiembre, que preveían la celebración de elecciones en diciembre, pero de autoridades locales. Este reclamo fue apoyado por la Unión Europea y Estados Unidos, que además volvieron a acusar a Rusia de desestabilizar el Este de Ucrania. Valga anotar que Moscú ha reconocido la legitimidad de estos polémicos comicios a pesar del airado reclamo de Kiev.
Con estas elecciones, no sólo revive la tensión entre Kiev y Moscú, sino que se abre de nuevo la posibilidad de una desintegración ucraniana por la vía de una independencia de dos zonas del Este, que no se sienten representadas en el actual gobierno de Poroshenko. Así como Occidente no reconoce la validez de estas elecciones, el Este no acudió a la última elección legislativa llevada a cabo en octubre, hace menos de un mes. Por ende, el legislativo ucraniano quedó en manos de representantes que en su gran mayoría apoyan al actual gobierno. Esa poca representación del Este en el Congreso precipitó las elecciones que desde esta semana tienen en entredicho los acuerdos de Minsk, los cuales habían podido generar estabilidad.
Por otra parte, estas dos entidades dotadas de un aparato legislativo y ejecutivo no sólo enfrentan la dificultad del poco reconocimiento internacional, sino que deberán superar las fracturas entre los diferentes jefes de guerra que poco a poco comienzan a surgir. Esas divisiones pueden provocar una crisis que no se prevé hasta el momento, pues se parte de la idea de que existe cohesión en el Este ucraniano. Sin duda, lo más difícil para esos gobiernos de facto será asegurar el monopolio legítimo de la fuerza, una tarea de la mayor complejidad habida cuenta de la poca autoridad que se ha ejercido en la zona en los últimos meses.
Con esto se confirma la hipótesis de que la única fórmula para garantizar la estabilidad de Ucrania consiste en una federación que pueda asegurar la representación del Este en el gobierno nacional y que desmotive, de una vez por todas, los reclamos secesionistas que ponen en riesgo la estabilidad del país y de la región. Europa, Estados Unidos y Rusia, por su parte, han cedido poco en su afán de ejercer influencia en la región, en un intento que sigue provocando daños irreparables en la zona.
* Profesor U. del Rosario.