Los partidos políticos ultraderechistas cada día se abren nuevos espacios en las democracias modernas. Las manifestaciones y protestas xenofóbicas en Europa y América, el cierre de fronteras a los refugiados y los logros electorales en países en los que hace años no tenían representación, son solo algunas de las muestras de su resurgimiento.
¿Los motivos? La creciente insatisfacción con el sistema político y las acciones de los partidos tradicionales, la crisis económica de 2008 que aún deja sus rezagos, el incremento de los flujos migratorios en el mundo, y la estigmatización de minorías y grupos islámicos que, sumado a los discursos radicales promulgados por los líderes ultraderechistas, logran posicionar a estos movimientos en el espectro político.
Para Custodio Velasco, especialista en identidad europea y sus desafíos nacionalistas, en diálogo con El Diario de España, los motivos mencionados son “el contexto propicio para que los nacionalismos filofascistas exalten la política de las emociones, tales como los sentimientos nacionalistas, frente a valores supranacionales, multiculturales y de tolerancia que identifican a la Unión Europea (UE)”.
El más reciente de estos ejemplos fue el inesperado triunfo en Andalucía de Vox, una formación ultraderechista que surgió en el 2013, pero que hasta ahora había sido marginal, y que ayer logró conseguir casi 400.000 votos y 12 diputados en el Parlamento de la región (cuando en 2015 no había conseguido ni siquiera el 1% de los votos). Su eslogan: “Hacer España grande otra vez”. Lea también: Vox: El partido ultraderechista que se posiciona en España
Vox, que desde octubre acaparaba titulares de prensa por reunir a 9.000 simpatizantes en un mitin en el palacio de Vistalegre, también logró (por primera vez desde el regreso de la democracia tras la dictadura de Francisco Franco en 1975) obtener representación política en España para una formación de extrema derecha, abiertamente nacionalista y conservadora.
De la mano de otras formaciones de ultraderecha en Europa, como la Agrupación Nacional francesa de Marine Le Pen, o la Liga del italiano, Matteo Salvini, la nueva fuerza andaluza apela a la unidad de española frente a los peligros de la inmigración. Además, con la presentación de un programa único para todo el país busca iniciar la “reconquista” desde el sur, como afirmó su líder, Santiago Abascal, la noche de la celebración de los resultados.
Entre los proyectos como grupo político esperan iniciar un “Plan integral para el conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación de España a la civilización y a la historia universal”. Además, buscan derogar la Ley de violencia de género, la supresión de organismos feministas radicales y crear un ministerio de la familia. También, cerrar mezquitas “fundamentalistas”, implementar “mano dura contra los migrantes”, y construir un “muro infranqueable” para Ceuta y Melilla (ciudades autónomas españolas situadas en África, en la frontera con Marruecos).
Lo que ocurrió en Andalucía, aunque parece sorprendente, no es nuevo. Hace parte de una tendencia global de difusión de consignas populistas, nacionalistas, de sentimientos de antiinmigración, y en el caso de europeo, de escepticismo frente a la UE. Puede leer: Ambientalistas se posicionan como la ‘alternativa’ contra la extrema derecha en Alemania
En la Italia de Salvini, su partido consiguió el mejor resultado de su historia obteniendo cerca del 18% de los votos (en contraste con el 4% logrado en los anteriores comicios) en las elecciones de marzo. Y el partido antisistema Movimiento 5 estrellas (M5S) fue el partido más votado con el 32% de los votos.
En Alemania, el xenófobo partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), fue el primer partido de esa ideología en acceder al Bundestag (órgano federal supremo legislativo) en más de 70 años, y actualmente es la tercera fuerza política.
En Suecia, los ultras también se posicionaron como tercera fuerza en las más recientes elecciones. Y en Hungría, Viktor Orban, un líder ultraderechista que lleva más de once años en el poder se destaca por negarse a acoger refugiados y asfixiar financieramente a las ONG’s que los ayudan.
El discurso de la derecha radical conquista votos y una encuesta de la agencia Reuters sugiere que el bloque euroescéptico y ultraderechista podría crecer hasta un 60% en las elecciones del Parlamento europeo, el año entrante.
