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El domingo, la Unión Europea celebró el pacto que alcanzó con Túnez sobre migración irregular. Según lo firmado, el bloque de países le dará 1.000 millones de euros al país africano. Sin embargo, un día después, dicho Estado aseguró que no se convertirá en un “centro de recepción” para el retorno de inmigrantes subsaharianos desde Italia o cualquier otro país de Europa, a pesar de la millonaria cifra acordada anteriormente.
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Las autoridades del país del norte de África están decididas a no firmar un contrato similar al que el Reino Unido tiene con Ruanda y solo aceptarán a los tunecinos que hayan ingresado irregularmente a la Unión Europea. Un alto funcionario europeo le confirmó a The Guardian la línea dura adoptada por el presidente tunecino, Kais Saied, quien previamente le había advertido al bloque de países que Túnez no actuaría como “guardia fronteriza” de ellos. Según la fuente citada por el diario británico: “Ese es un punto en el que las autoridades tunecinas sienten que lo han comunicado claramente: que ellos no deberían ser un punto de recepción para los inmigrantes irregulares que generalmente vienen de Europa“.
Bajo esa concepción, un gran número de personas podrían regresar a Túnez. De hecho, unas 8.000 llegaron irregularmente a la Unión Europea desde abril, 1.000 en mayo y 5.000 en junio. Falta ver qué pasa con ellas. A esto se suma que Saied ha sido duramente criticado en las últimas semanas por las detenciones de migrantes en varias ciudades del país, que luego fueron expulsados, según oenegés, hacia zonas desérticas en las fronteras con Libia y Argelia.
Una negociación entre Italia, Países Bajos y la presidenta de la Comisión Europea
En el pacto con Túnez participaron la primera ministra de Italia, Georgia Meloni, el primer ministro saliente de Países Bajos, Mark Rutte, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La líder italiana aseguró que el memorando marca “una nueva etapa importante para tratar la crisis migratoria de forma integrada”. Agregó que el acuerdo, de “cinco pilares”, estabilidad macroeconómica, comercio e inversiones, transición energética verde, acercamiento entre las naciones, y migración y movilidad, “puede considerarse un modelo para el establecimiento de nuevas relaciones con África del norte”.
Por su parte, Von der Leyen destacó el acuerdo como un paso para “invertir en una prosperidad compartida”, mientras que el dirigente neerlandés agregó que esta asociación “beneficiará tanto a la Unión Europea como al pueblo tunecino” y permitirá “controlar mejor la inmigración irregular”.
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