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Las medidas adoptadas en comercio exterior por la administración Trump empiezan a reconfigurar el orden económico a nivel internacional. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, fundadores BRICS, llevan dos décadas construyendo una alternativa comercial al G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).
Ahora, ante las decisiones arancelarias de Trump, los Estados restantes del G7 planifican su réplica. En tanto, los BRICS buscan ampliase: entre Estados parte y asociados suman 20, alcanzan el 45 % de la población mundial y el 36 % del PIB global. Un mercado alterno que podría funcionar autónomamente.
Aumentar el número de los BRICS+ no es fácil por tres factores: el primero, la reinterpretación de Rusia, en la relación Putin-Trump, su alianza con China, la dicotomía de la Unión Europea entre la necesidad energética rusa y el apoyo a Ucrania, su rol preponderante en Oriente Medio, y el respaldo a numerosas autocracias como Bielorrusia, Armenia, Irán, Malí, Burkina Faso, Venezuela, Nicaragua o Cuba.
Segundo, por la incapacidad de algunos Estados para oponerse a la presión estadounidense, como ocurre con Panamá, y tercero, frente países atractivos para los BRICS+, como Argentina, ahora alineados con Trump.
Para ser alternativa, los BRICS+ deben avanzar en la consolidación de un modelo de integración económico y una ruta de cooperación mercantil en complemento a los acuerdos comerciales existentes.
Por ejemplo, Brasil puede ser más rentable para China e India en cuanto al mercado automotor que Estados Unidos o la Unión Europea.
La presión arancelaria de Trump hacia México y Canadá desmotivará el turismo y el consumo estadounidenses, fomentará nuevos bloques regionales y un rol más protagónico del empresariado, como lo ha empezado a promover Carlos Slim.
México podría convertirse en el aglutinador de América Central y parte de América del Sur, una región tradicionalmente despreciada en múltiples sentidos desde los Estados Unidos. De cara a una factible recesión y el interés de Trump para alejar la influencia China en el continente americano, se podría avanzar hacia un mercado regional.
Esta podría ser una respuesta a la guerra comercial, la competencia tecnológica, la expansión territorial y el reordenamiento fiscal desde los Estados Unidos.
Estas medidas avizoran un impacto positivo en el corto plazo para la balanza comercial y las finanzas estadounidenses, pero no sostenibles en el tiempo. Los BRICS+ deben materializar alianzas vinculantes para redireccionar el necesario crecimiento económico de los Estados emergentes.
Javier.nino01@javeriana.edu.co
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