Los datos digitales siguen siendo la mina de oro en las elecciones de EE. UU.
Los partidos políticos en Estados Unidos han encontrado nuevas estrategias para obtener los datos personales de los votantes y así intentar convencerlos con publicidad. Poco o nada sirven las regulaciones de las redes sociales.
Nicolás Marín
La desinformación, las noticias falsas, y la privacidad de los datos de los votantes son algunos de los temas que más preocupan en estas elecciones en Estados Unidos. Las heridas del escándalo de Cambridge Analytica, en el que se vendieron los datos de Facebook de más de 80 millones de usuarios para perfilarlos e influenciar su voto, siguen abiertas. ¿Realmente se superó esta sucia técnica que deja al descubierto el potencial de los datos digitales en la política? En entrevista con El Espectador, Jacob Gursky, investigador del Centro de Interacción con los Medios de la Universidad de Texas en Austin, analizó el panorama y advirtió sobre los peligros digitales actuales de los votantes estadounidenses.
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La desinformación, las noticias falsas, y la privacidad de los datos de los votantes son algunos de los temas que más preocupan en estas elecciones en Estados Unidos. Las heridas del escándalo de Cambridge Analytica, en el que se vendieron los datos de Facebook de más de 80 millones de usuarios para perfilarlos e influenciar su voto, siguen abiertas. ¿Realmente se superó esta sucia técnica que deja al descubierto el potencial de los datos digitales en la política? En entrevista con El Espectador, Jacob Gursky, investigador del Centro de Interacción con los Medios de la Universidad de Texas en Austin, analizó el panorama y advirtió sobre los peligros digitales actuales de los votantes estadounidenses.
¿Cuál es el panorama en términos de desinformación para estas elecciones de Estados Unidos?
Lo que estamos viendo son una cantidad de estrategias que dependen de la comunidad que mires. En este momento nuestra investigación está basada en los manifestantes, el uso de aplicaciones con mensajes encriptados, que difunden desinformación (WhatsApp, Telegram) por parte de personas que vienen de Facebook o Twitter. También estamos mirando el uso de datos durante las campañas, específicamente el uso de personas físicas para divulgar mensajes.
Muchas de esas cosas están construidas para lograr que la gente salga a votar por determinada campaña y por determinada razón terminen siendo cooptadas por actores que difunden desinformación o actores que activamente no están difundiendo desinformación pero que confunden. Uno de los ejemplos está en las aplicaciones de mensajería de texto (SMS Y MMS). Muchas de esas existen por este loophole en el que la gente espicha algo y le empiezan a llegar SMS sin su consentimiento.
Identificamos que estos mensajes de texto que tienen información incorrecta sobre, por ejemplo, un registro de un votante. En 2016 ya había ocurrido y el gobierno tuvo que salir y decir que no era el estado el que estaba mandando esos mensajes, sino alguien externo. Creemos que el resultado de eso es generar mucha confusión.
¿Qué ha cambiado en términos de uso de datos con respecto a otras elecciones?
Creo que depende de lo que consideremos estar seguros. Si crees que nuestra información está más segura porque Facebook está usando encriptación de extremo a extremo, sí lo está. Pero eso también implica que la desinformación de las campañas tiene espacio para trabajar en otros espacios.
Creo que la encriptación es sumamente importante y nadie debería tocarla, pero con respecto a la desinformación política y los datos, desde 2016, la estrategia ha pasado de girar en torno a los datos y se ha convertido en tratar de mantener la mayor cantidad de datos propios dentro de los muros en los que ya están. Un buen ejemplo es el surgimiento de las aplicaciones de campaña en los Estados Unidos, en donde ambos partidos recolectan información personal, y cada uno la ve diferente en cuanto en qué se puede usar.
Al final del día están tratando de recolectar información de las personas porque una vez que la tienen, la pueden mezclar con el resto. Creo que desde ahí no es más seguro, las plataformas sí aparentan ser más amigables con la privacidad de los datos, pero aparecen las aplicaciones independientes que no confían en Google o Facebook o Apple como fuente central de información.
¿Cómo explicar la estrategia digital de Donald Trump?
Creo que Trump empezó con la carrera armamentística, en donde nadie ignora más el poder de los datos en campaña. Ahora la pregunta es cómo están usando. Los demócratas están en una guerra interna en este momento, sobre qué tanta información pueden usar de forma ética. Lo que estamos investigando es que de pronto lo que empezó en 2016 termina en construcciones de bancos de datos de campaña con los que la gente se siente mucho más cómoda, pero que no pierde el poder de manipulación. Eso incluye el consentimiento de las personas para entregar su información, pero esas líneas muchas veces no advierten el poder que ganan los partidos.
Creo que Trump ha ido más y más profundo con su estrategia de datos en campaña. La está recolectando y si miras la política de privacidad no tiene límites en su usabilidad. Sale la pregunta sobre cuánta manipulación puedes tener antes de que los manipuladores sean mejores que los votantes para que no se den cuenta de la verdad.
¿Cree que los demócratas llegaron al nivel de los republicanos en su campaña digital?
No, pero se están acercando. Lo están haciendo lento, pero con unas formas que pueden escalar fácilmente Uno siente que la campaña demócrata está recolectando toda la información que puede, usándola de muchas formas posibles. No quiero decir que una sea mejor que la otra.
¿Qué tanto influyen elementos como memes, trolls o bots en la campaña?
Una de las amenazas que hemos visto en nuestra investigación es que en Estados Unidos, India o México, hemos detectado una ola de bots y procesos automatizados. Las plataformas, para hacer sentir al usuario seguro, están bajándolos.
Las personas se están dando cuenta de que la mejor forma de navegar de forma legal esas regulaciones es construyendo redes humanas en las redes sociales para difundir información. Los pods, por ejemplo, son comunidades enormes que comparten likes y contenido para potenciarse entre sí. No son procesos automatizados, y aunque no están permitidos es difícil que sean vistos por los algoritmos.
¿Qué podemos esperar de este juego de desinformación política en el el futuro?
Creo que los más me preocupa de las campañas es que los políticos de Estados Unidos, y también de otros países, están buscando tener líneas directas con sus simpatizantes que no sean detectadas por el periodismo el fact checking. Si miras los mensajes de texto nadie más puede verlo, no te pueden decir si es información verdadera o falsa como en Facebook o Instagram.