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Decenas de niños con cáncer en Beirut se han quedado sin opciones para acceder a los tratamientos contra sus enfermedades, pues los hospitales que los atendían quedaron destruidos por la explosión en la capital del pasado 4 de agosto. Además, los centros médicos que quedan tampoco los pueden recibir, pues toda la red hospitalaria se encuentra colapsada recibiendo a los pacientes con coronavirus y a los más de 5.000 heridos que dejó el estallido en el puerto.
El Hospital St. George, uno de los más grandes de la ciudad, quedó gravemente afectado por la explosión y tuvo que cerrar operaciones y enviar a sus pacientes a otro lugar inmediatamente. Sin embargo, enviar a los niños a otro espacio en las circunstancias actuales, con la pandemia rondando silenciosamente de fondo, es arriesgado, pues significaría exponerlos al contagio del virus y eventualmente a la muerte, debido a que estos ya tienen inmunodeficiencia.
“Es difícil saber que tenemos una enfermedad mortal pero tratable y que no podemos hacer nada por estos niños porque todo está destruido”, señaló el Dr. Peter Noun, jefe del departamento de hematología y oncología pediátrica del St. George a The New York Times.
Según un reportaje de The Times, la explosión también dejó a varios de los niños heridos, e incluso mató algunos de sus padres. Por lo menos 110 pacientes, de acuerdo con el Dr. Noun, necesitan asistencia urgente en este momento. Las autoridades se encuentran construyendo hospitales de campaña provisionales con la ayuda de gobiernos extranjeros. Pero el Dr. Noun es enfático en sus advertencias: si no se levantan las tiendas lo suficientemente rápido, sus pacientes podrían tener una grave recaída.
Por otro lado, los niños no solo perdieron el centro donde recibían asistencia médica, sino un espacio con el que se sentían muy amañados, pues se les trató con mucha amabilidad y con normalidad. “Nadie los miró con lástima”, señala María Abi-Habib, autora del reportaje de The Times.
Los padres también se han visto muy afectados por el cierre del St. George y de otros cuatro hospitales donde se concentraba el tratamiento a los niños con cáncer. Mantener a sus hijos en el hospital ya les producía agotamiento y fatiga antes de la explosión. Estaban cansados físicamente y devastados a nivel económico con las cuentas que dejaba la atención de sus hijos. Ahora todo ese sufrimiento se ha multiplicado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un parte preocupante sobre el estado de la estructura hospitalaria de la capital libanesa. Según esta institución, más de la mitad de los 55 hospitales evaluados, entre ellos tres de los más importantes, no funcionan,
El director regional de emergencias de la OMS, Richard Brennan, señaló que la mayoría de los centros hospitalarios no funcionan a toda su capacidad. Los tres principales hospitales están fuera de servicio y otros tres no funcionan a pleno rendimiento, según Brennan. Esto significa que hemos perdido 500 camas".
Brennan instó a las autoridades y a sus socios a "restablecer la capacidad de estos centros lo antes posible" para responder a las necesidades del país, afectado asimismo por la pandemia de coronavirus.
Según Iman Shankiti, representante de la OMS para Líbano, las unidades de cuidados intensivos y las camas que se salvaron están ocupadas por heridos graves. La explosión combinada a la pandemia tendrá un “impacto en la capacidad de hospitalización de El Líbano”, en particular en los servicios de reanimación, según comenta.
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