Las imágenes son violentas. El video se grabó el 7 de octubre. Omer, de 21 años, fue secuestrado por Hamás. Niva Venkert, la madre de Omer, encontró el video en las redes sociales. En ropa interior, el joven está tumbado en la parte trasera de una camioneta, recibiendo una paliza. La escena es dura. Al principio, Niva Venkert se resistía a afrontar la realidad. Pero al final, optó por no mirar hacia otro lado.
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“Al principio, durante dos días, no quise ver los videos en absoluto, me negué a verlos. Luego, al cabo de dos días, me dije: ‘Este es mi hijo, esto es por lo que ha pasado, yo también tengo que verlo’. Así que seguí viendo. Volví a poner la película y la vi para crear un vínculo”, dice Niva. “No podía respirar, veía que mis pulmones se quedaban sin aire, mi corazón latía muy deprisa”.
“Poco a poco, conseguí superarlo y vi cada detalle de cada película. No sé si la has visto, pero en un momento de una de las películas, vemos a Omer levantando la cabeza. Por esa mirada, comprendí que iba a hacer todo lo posible para superarlo. Le creo y confío en él”, agrega.
Omer estaba en el festival de música cerca de Gaza cuando fue secuestrado.
Hay que salvar a Omer dos veces
“La verdad es que no hay rabia en mí. Lo que sí siento es miedo. Incluso siento una especie de terror. Omer está enfermo, Omer tiene cólicos, y es una enfermedad que puede causar mucho sufrimiento, duele mucho y también puede poner en peligro la vida. Hay que salvar a Omer dos veces. En primer lugar, hay que salvarlo del cautiverio de Hamás, pero también hay que salvarlo de la enfermedad. Pero no está recibiendo ninguna medicina. La Cruz Roja no hace nada, o no puede hacer nada, y nadie nos escucha, y eso es lo que me tiene tan aterrorizada”, se lamenta esta mujer israelí.
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Desde el secuestro de Omer, Niva ha dejado de trabajar. Con su marido, se dedican exclusivamente a liberar a su hijo. Organizan marchas en favor de los rehenes, para presionar a las autoridades israelíes.
“Hay dos tipos de estado de ánimo. Por la mañana y por la tarde, estoy más en modo nostalgia, en modo oración, en modo reflexión. Pienso en él e intento mantenerme en contacto con él. Durante el día, soy como una máquina que avanza para hacer lo que hay que hacer para traerle de vuelta”, explica Niva.
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