“No quería matar a gente”. Bajo el sol matinal en Ulán Bator, un joven ruso explica sin rodeos el motivo de su huida a Mongolia después del llamado del Kremlin para combatir en Ucrania. Forma parte de los miles de conciudadanos que ya han cruzado esta extensa frontera desde la movilización parcial ordenada la semana pasada por el presidente ruso Vladimir Putin.
El anuncio desencadenó un éxodo de hombres en edad de combatir hacia Finlandia, Noruega, Turquía, Georgia, pero también Mongolia, con quien Rusia comparte una frontera de 3.500 kilómetros.
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“Fue muy difícil dejar todo atrás. Mi casa, mi patria, mi familia. Pero es siempre mejor que matar a gente”, explica a AFP este joven de una veintena de años. En la entrevista, no quiere revelar su nombre ni mostrar su rostro por temor a represalias.
El joven dice haber elegido Mongolia porque el país es fácilmente accesible desde Rusia. “Cogí mis papeles, mis bolsas y me marché”, explica.
Largas filas en la frontera
En las redes sociales rusas, numerosos grupos ayudan a los hombres a escapar del reclutamiento, explica. Pero la situación puede cambiar rápidamente en las fronteras con las restricciones impuestas progresivamente por Moscú. Este miedo a un cierro de fronteras aceleró la decisión de huir de muchos rusos, aunque el Kremlin dijo el lunes que no había tomado ninguna decisión en este sentido.
El responsable de un puesto fronterizo mongol en la localidad de Altanbulag dijo el domingo a AFP que más de 3.000 rusos habían entrado en el país por este punto desde el anunció de la movilización.
Periodistas de AFP observaron largas colas de personas con pasaportes rusos ante la ventanilla de los agentes de migración mongoles en la frontera. La mayoría de rusos llegados a Mongolia acuden directamente a Ulán Bator, la capital, a unos 350 kilómetros del puesto fronterizo más cercano.
“Carne de cañón”
“Al principio, pensaba que sabía lo que pasaba” en Ucrania desde el inicio de la guerra, explica a AFP otro joven ruso. “Pero con las acciones de cierto gobierno, cuando empezaron a contradecir lo que habían dicho anteriormente, me di cuenta que no podía confiar en ellos”, añade. Su intención es quedarse en Mongolia un mes.
La mayoría de sus amigos no pudieron salir porque no tenían pasaporte, explica el joven, que espera que su familia, todavía en Rusia, no se vea amenazada.
En Rusia, numerosos detractores de la guerra en Ucrania han sido encarcelados o denunciados por los medios estatales. Las autoridades de Mongolia permanecen por ahora neutrales frente a la intervención lanzada por Moscú en febrero.
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Antiguo país satélite de la Unión Soviética, Mongolia conserva fuertes vínculos con Rusia para contrarrestar la creciente influencia en las últimas décadas de su otro gran vecino, China. Pero la semana pasada, su expresidente Tsakhia Elbegdorj instó a Putin a terminar la guerra. Según él, miles de rusos de etnia mongol murieron en Ucrania, donde fueron usados como “carne de cañón”.
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