México halla a sus muertos en la calle

En México lo llaman “levantón”: en alguna parte del país alguna camioneta o camión pasa, hombres armados bajan y suben a uno o varios transeúntes. No necesariamente tienen que ser narcotraficantes o sicarios; casos se han reportado de inmigrantes indocumentados, mujeres, inocentes desprevenidos y hasta menores de edad. No es un secuestro porque los delincuentes no piden recompensa, ni hablan con los familiares o jefes para concertar un rescate. Por lo general el desenlace es el mismo: los cadáveres aparecen abandonados en alguna calle, secundaria o principal, maniatados y con señales de tortura, dentro de vehículos o tirados sobre el asfalto.

En los dos últimos días hubo dos hallazgos escabrosos. Sobre la avenida Lázaro Cárdenas de Guadalajara fueron abandonadas tres camionetas cargadas de bolsas negras. La policía respondió al llamado de un vecino y encontró, dentro de las bolsas, un total de 23 cuerpos apilados y semidesnudos, todos ellos hombres.

El caso se reportó justo un día después de que en el centro de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, se encontraran 24 cuerpos. De ellos, 17 habían sido repartidos en dos camionetas a las que alguien prendió fuego. Todavía es un misterio si las víctimas estaban con vida en el momento en el que las llamas fueron iniciadas.

El gobernador del estado de Jalisco (cuya capital es Guadalajara), Emilio González, se declaró “consternado e indignado” y el fiscal de Sinaloa, Marco Antonio Higuera Gómez, se puso al frente de las investigaciones en Culiacán.

No obstante, como la misma violencia en México, el “levantón” está desbordado. Por supuesto que las versiones oficiales siempre asocian estos actos al crimen organizado, dependiendo de la zona en la que ocurran: si es Sinaloa, son los hombres de El Chapo Guzmán; si es Tamaulipas, entonces son Los Zetas, y así por todo el país. Pero la práctica luce desbordada porque, desde septiembre, ya son 82 los cuerpos que aparecen abandonados en vehículos, sumando los 35 que aparecieron en dos camiones por una de las avenidas turísticas de Veracruz.

Con especial incidencia en los estados de Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Baja California y Durango, en los últimos cuatro años, se han registrado 18.491 casos de “levantones”. Los expertos atribuyen la práctica, entre otras razones diferentes a la venganza entre organizaciones criminales, a la marcación del territorio del delito, una forma de expresar que hay una ley propia que rige determinados sectores y que es impartida por ellos.

En todo caso, resulta una incógnita la cifra absoluta de casos, porque así como algunos cuerpos son abandonados en las vías públicas, otras veces son disueltos con ácido o depositados en fosas comunes, como dicen los informes policiales. México es un país con 23.000 desaparecidos en los tres últimos años, personas de las que nadie da razón ni sospecha.

En México lo llaman “levantón”: en alguna parte del país alguna camioneta o camión pasa, hombres armados bajan y suben a uno o varios transeúntes. No necesariamente tienen que ser narcotraficantes o sicarios; casos se han reportado de inmigrantes indocumentados, mujeres, inocentes desprevenidos y hasta menores de edad. No es un secuestro porque los delincuentes no piden recompensa, ni hablan con los familiares o jefes para concertar un rescate. Por lo general el desenlace es el mismo: los cadáveres aparecen abandonados en alguna calle, secundaria o principal, maniatados y con señales de tortura, dentro de vehículos o tirados sobre el asfalto.

En los dos últimos días hubo dos hallazgos escabrosos. Sobre la avenida Lázaro Cárdenas de Guadalajara fueron abandonadas tres camionetas cargadas de bolsas negras. La policía respondió al llamado de un vecino y encontró, dentro de las bolsas, un total de 23 cuerpos apilados y semidesnudos, todos ellos hombres.

El caso se reportó justo un día después de que en el centro de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, se encontraran 24 cuerpos. De ellos, 17 habían sido repartidos en dos camionetas a las que alguien prendió fuego. Todavía es un misterio si las víctimas estaban con vida en el momento en el que las llamas fueron iniciadas.

El gobernador del estado de Jalisco (cuya capital es Guadalajara), Emilio González, se declaró “consternado e indignado” y el fiscal de Sinaloa, Marco Antonio Higuera Gómez, se puso al frente de las investigaciones en Culiacán.

No obstante, como la misma violencia en México, el “levantón” está desbordado. Por supuesto que las versiones oficiales siempre asocian estos actos al crimen organizado, dependiendo de la zona en la que ocurran: si es Sinaloa, son los hombres de El Chapo Guzmán; si es Tamaulipas, entonces son Los Zetas, y así por todo el país. Pero la práctica luce desbordada porque, desde septiembre, ya son 82 los cuerpos que aparecen abandonados en vehículos, sumando los 35 que aparecieron en dos camiones por una de las avenidas turísticas de Veracruz.

Con especial incidencia en los estados de Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Baja California y Durango, en los últimos cuatro años, se han registrado 18.491 casos de “levantones”. Los expertos atribuyen la práctica, entre otras razones diferentes a la venganza entre organizaciones criminales, a la marcación del territorio del delito, una forma de expresar que hay una ley propia que rige determinados sectores y que es impartida por ellos.

En todo caso, resulta una incógnita la cifra absoluta de casos, porque así como algunos cuerpos son abandonados en las vías públicas, otras veces son disueltos con ácido o depositados en fosas comunes, como dicen los informes policiales. México es un país con 23.000 desaparecidos en los tres últimos años, personas de las que nadie da razón ni sospecha.